Despiden del Capitolio a exfiscal de Guantánamo
Gabriel Moyssen 18 de diciembre de 2009
Censura al estilo del "gobierno del cambio" de Barack Obama. El lunes, el
Servicio Legislativo de Investigación (CRS), que depende de la Biblioteca del
Congreso, aseguró que no reinstalará a uno de sus directores asistentes, Morris
D. Davis, coronel retirado de la Fuerza Aérea y exfiscal en jefe de las
"comisiones militares" del calabozo de Guantánamo, por criticar el "peligroso
doble estándar" decidido por la Washington con el enjuiciamiento de prisioneros
en cortes federales y la aberración jurídica creada por el régimen torturador de
George W. Bush.
En una carta a la Unión por las Libertades Civiles (ACLU), que asumió la
representación legal de Davis, el Consejo General de la Biblioteca del Congreso
justificó el despido del exoficial en noviembre, al argumentar que no respetó
"la política del CRS para manifestarse y escribir en el exterior", ya que la
dependencia tiene como fin aportar "análisis e investigaciones objetivas y no
partidistas" al Capitolio. Un alegato tan banal, por supuesto, fue rechazado por
la ACLU, que defiende el derecho de Davis a la libre expresión, consagrado en la
Primera Enmienda Constitucional, y así anunció que interpondrá una demanda en
los tribunales.
El pecado de Davis, quien rompió en 2007 con el sistema criminal de Bush para
los "sospechosos de terrorismo", luego de reivindicarlo con una vehemencia que
le llevó a definirse como su "perro de ataque", fue publicar el 11 de noviembre
en The Wall Street Journal que el procurador general, Eric H. Holder, sentó un
"peligroso doble estándar legal" con la orden de juzgar a algunos presos en
cortes federales, mientras a otros se les mantiene en "comisiones militares".
Esto, puntualizó, "sólo perpetuará la percepción de que Guantánamo y la justicia
se excluyen mutuamente".
En la misma fecha, además, The Washington Post publicó una carta a su
dirección en la que Davis -en su calidad de ciudadano y sin mencionar su trabajo
en el CRS- criticó al último procurador general del régimen Bush, Michael B.
Mukasey, considerado a menudo una simple tapadera de sus delitos, por afirmar
que las "comisiones militares" son "esenciales para impedir que los detenidos
regresen al terrorismo".
Límite moral
Jurista marcial de carrera, Davis llegó a su límite moral en el tenebroso
Gitmo que Obama no acierta a cerrar, pese a la adquisición de un penal en
Illinois, luego de una serie de disputas con su comandante, el brigadier general
Thomas W. Hartmann. Empezó a filtrar datos sobre los abusos contra los
prisioneros y, tras su dimisión, escribió en Los Angeles Times: "Concluí que
procesos imparciales, completos y abiertos, resultan imposibles bajo el sistema
actual. Renuncié porque sentí que se había politizado demasiado y que no podría
seguir desempeñando eficaz o responsablemente mi función".
Más explosivo aún, reveló enseguida que Hartmann le exigía más juicios y
casos "sexy" de "crímenes de guerra" que mejoraran la imagen del bushismo.
También destapó que el Pentágono estudió "el valor político estratégico" que
tendría llevar al banquillo a "detenidos prominentes", en vísperas de los
comicios presidenciales que ganó Obama, mientras que William J. Haynes,
consejero general del Departamento de Defensa, le advirtió que "no podemos tener
absoluciones" en lo que llamaba el "Nuremberg de nuestro tiempo."
Los testimonios de Davis contribuyeron a exhibir las violaciones perpetradas
en Guantánamo, lo que ratificó Susan J. Crawford, antigua "autoridad
conciliatoria" del calabozo al reconocer en enero que el "sospechoso" saudí
Mohamed Mani Ahmed el Katani -uno entre muchos casos- fue torturado y por eso se
abstuvo de recomendar que fuera juzgado en una "comisión militar".
Después de todo lo anterior, resulta muy extraño el celo censor del CRS,
apunta el periodista Andy Worthington, que se ha especializado en la mazmorra
tropical, en The Huffington Post. Quizá la venganza de los neoconservadores se
tardó en llegar, pero llegó; hay que recordar que Haynes, quien dimitió a raíz
de las revelaciones de Davis, es discípulo de David Addington, asesor
"arrepentido" de Dick Cheney que promovió ignorar la Convención de Ginebra, e
incluso encarcelar a estadounidenses "sin garantías judiciales".
Fuente original http://impreso.elfinanciero.com.mx/pages/Ejemplar.aspx?IdNota=272251
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