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Desde el espacio exterior, tres sugerencias para la Resistencia

Roy Eidelson | 27 de junio de 2017
Traducido del inglés para El Mundo no Puede Esperar 17 de julio de 2017

Este verano, millones de americanos — desde Oregon hasta Carolina del Sur — mirarán hacia el cielo para ser testigos de un eclipse total de sol poco habitual debido a que la luna ocultará brevemente el sol. Pero para muchos en los Estados Unidos, los días oscuros no son realmente nada nuevo. Se están convirtiendo todavía más en lo habitual cuando Trump, Ryan y McConnell potencian una cruel agenda que atenúa la luz en casi su totalidad para todo el mundo excepto para unos pocos privilegiados.

Afortunadamente, los grupos de resistencia han estado trabajando día y noche para mitigar esta agresión en curso sobre la dignidad y el bienestar público. Tienen una razón distinta para mirar a los cielos: crónicas de alienígenas del espacio exterior ofrecen varias lecciones valiosas acerca de los desafíos psicológicos que están por venir. Consideremos tres ejemplos.

Nuestra primera parada es en Grover’s Mill, New Jersey. En una noche de otoño allá por 1938, miles de radioyentes pensaron que la adaptación de Orson Welles de “La Guerra de los Mundos” era algo real: una representación viva de invasores marcianos aterrizando en las cercanías. El pánico se contagió entre aquéllos que creyeron en el aire de autenticidad de la radiodifusión – finalizando con un “interrumpimos nuestro programa” para [dar paso al] boletín de noticias. Algunos de ellos, exaltados, llamaron a la policía local para preguntar sobre las medidas de protección que deberían tomar. Otros huyeron de sus hogares buscando seguridad en zonas alejadas del lugar de invasión reportado. Algunos se desmayaron junto a sus radios. En cuestión de horas el fraude se puso al descubierto, pero este “encontronazo con la muerte” sigue siendo un testimonio notable de la ingenuidad humana.

¿La lección de Grover’s Mill? Ya que no se nos da nada bien considerar los riesgos, somos presa fácil para aquéllos que recurren a tácticas del miedo para alcanzar sus objetivos. El alarmismo manipulador a menudo es usado por los políticos para conseguir votos o para defender los bajos índices de intención de voto. Trump y su séquito no serían los primeros en alcanzar un amplio apoyo y una obediencia obligatoria intensificando el espectro de hongos nucleares sobre nuestras ciudades u otros escenarios de pesadilla. De hecho, las crisis inventadas y las guerras de agresión han sido desde siempre estratagemas habituales para aquellos líderes que buscan beneficiarse de la estampida colectiva hacia el patriotismo ciego.

Nuestra segunda parada es en Lake City, USA. En una noche de diciembre en 1954, la señora Marian Keech (un alias) y su pandilla de discípulos esperaban el aterrizaje de un platillo volante proveniente del planeta Clarion. Tal y como está narrado en el clásico de psicología social When Prophecy Fails [Cuando la Profecía Falla], buscaban con absoluta confianza salvarse de una inundación masiva que creían que pronto sumergiría a la mayor parte del país. Convencidos por los supuestos contactos con seres superiores de la señora Keech, algunos seguidores dejaron sus trabajos mientras otros donaron su dinero y propiedades para preparar su viaje profético. Cuando ni los extraterrestres ni las inundaciones llegaron, este pequeño culto del día del juicio final — unidos por convicciones compartidas — concluyó que su fe y su devoción habían guiado a seres superiores a salvar el mundo de su destrucción programada.

La lección aquí es que no deberíamos esperar a que los apasionados seguidores de Trump lo abandonen simplemente porque sigue ejecutando políticas que en realidad, más que ayudar, perjudican. Especialmente si están rodeados por devotos con una línea de pensamiento parecida, muchos, en lugar de eso, abrazarán sus “hechos alternativos” y sus engañosas afirmaciones sobre “noticias falsas”. Esto se debe a que, psicológicamente, el deseo por la solidez de nuestras creencias y acciones a menudo nos conduce a interpretar el mundo de cualquier forma para que sea más fácil reducir cualquier discrepancia que sintamos. Esta es la razón, por ejemplo, por la que el fumador de cigarrillos, a quien se le ha dicho que su hábito podría ser mortal, se convenza a sí mismo que la investigación científica tiene fallos — es más fácil [creer eso] que dejarlo. De la misma forma, las lealtades políticas inapropiadas pueden continuar indefinidamente, sin que tan sólo los seguidores reconozcan qué tan lejos llevan perdidos.

Nuestra parada final es en Maple Street, USA, el escenario imaginario para un episodio de The Twilight Zone de Rod Serling, de 1960. Cuando un misterioso estruendo y destello de luz perturba una tranquila noche de verano, un chico advierte que criaturas del espacio exterior en forma humana han llegado. Su noticia parece improbable hasta que la electricidad, los teléfonos y los automóviles dejan de funcionar en toda la manzana. Al principio los vecinos se unen para buscar respuestas. Pero pronto se acusan unos a otros de planificar una invasión extraterrena. Cuando la violencia de la muchedumbre estalla, un alíen que está mirando desde arriba le explica a otro “todo lo que tenemos que hacer es sentarnos y mirar…Su mundo está lleno de Maple Streets. E iremos de una a otra y dejaremos que se destruyan a sí mismos”.

La lección de Maple Street es clara: “divide y vencerás” es una estratagema psicológica demostrada cuando se trata de controlar despiadadamente – y egoístamente-- la vida y las expectativas de otras personas. No es diferente para Trump. Siempre que pueda, alentará la desconfianza y la hostilidad dentro y entre los grupos de oposición, apoderándose de nuestras diferencias para obstaculizar la proyección de nuevas alianzas y de movimientos masivos contra él. Igualmente, redoblará sus brutales objetivos selectivos — de musulmanes, inmigrantes, gente de color y otros — como una forma para señalar como cabezas de turco a los más vulnerables entre nosotros y de este modo desviar la responsabilidad de sus propios errores.

Aunque el eclipse solar total del 21 de agosto durará solamente dos minutos, los días de oscuridad de Trump muestran pocas señales de que vayan a disminuir. Los tres ejemplos aquí descritos, extraídos de encuentros no tan cercanos con extraterrestres, pueden ayudar a iluminar el camino a seguir [de ahora en adelante]. Primero que nada, no creas en las tácticas del miedo de Trump. Segundo, no cuentes con que sus celosos seguidores vacilen. Y tercero, permanezcamos juntos sin importar cómo pueda intentar dividirnos.

Clica aquí para leer el post original en psychologytoday.com


 

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