Desastre en el Golfo de México inaccesible para la prensa
Dahr Jamail IPS 8 de julio de 2010
Un pelícano recibe tratamiento en el Centro para Rehabilitación de Aves de
Fort Jackson.
Crédito: Cortesía de la International Bird Rescue Research
Center (IBRRC) |
NUEVA ORLEANS, Estados Unidos - La Guardia Costera de Estados Unidos, que
trabaja en coordinación con la gigante petrolera British Petroleum (BP),
establece nuevas restricciones a la cobertura periodística del derrame petrolero
en el Golfo de México.
"No puede venir aquí", dijo a IPS el guardia de seguridad Don, contratado por
BP, en el Centro para la Rehabilitación de Fauna Empetrolada de Fort Jackson, en
el sudoriental estado de Luisiana.
Adentro, funcionarios del Centro Internacional para la Investigación en el
Rescate de Aves, una de las compañías contratadas por BP para limpiar el daño,
trabajan curando a animales afectados por el petróleo.
El Centro ofrece acceso limitado a la prensa los lunes, miércoles y viernes
durante apenas dos horas cada vez. IPS llegó un miércoles, sólo para enterarse
de que ya no se podía ingresar debido a que la admisión se había restringido a
dos días semanales.
Cuando IPS le preguntó al guardia de seguridad privada que le impidió entrar
a quién respondía, señaló: "Trabajo para HUB, una compañía de seguridad
contratada por BP".
Hub Enterprises, con sede en Broussard, Luisiana, tiene un contrato con BP
para proveer "funcionarios de seguridad" y "supervisores".
A Don le pagan entre 13 y 14 dólares la hora para mantener a la prensa
alejada de lo que ocurre con el mayor desastre ambiental causado por un derrame
petrolero en la historia de Estados Unidos.
Unos 60.000 barriles de 159 litros de petróleo aún se filtran cada día al
Golfo de México, más de dos meses después de la explosión el 20 de abril en la
plataforma Deepwater Horizon, operada por BP.
La semana pasada, la Guardia Costera impuso nuevas restricciones a la
cobertura de los medios. Los periodistas pueden recibir multas de hasta 40.000
dólares o penas de prisión de entre uno y cinco años si violan la regla que les
impide acercarse a menos de 20 metros de cualquier bomba o embarcación de
limpieza.
El Comando Unificado, creado por el gobierno de Barack Obama para atender la
situación ambiental, arguye que se trata de una "zona de seguridad" y que
cualquier intruso puede obstaculizar las tareas.
Pero hay muchos indicios de que el cerco a la prensa ha aumentado en muchas
otras maneras.
La semana pasada, IPS tenía una entrevista agendada con un experto del Centro
de Ciencias de la Salud de la Universidad del Estado de Luisiana, en Nueva
Orleáns, quien conocía de cerca las investigaciones de esa institución sobre el
posible impacto del derrame de BP.
La misma mañana en que se concretaría la cita, el experto, que prefirió
mantener el anonimato, envió un mensaje de correo electrónico a IPS señalando:
"Me dijeron que cancelara la entrevista. Lamento cualquier inconveniente que le
pueda haber causado".
Cuando IPS le preguntó si había alguna razón particular para el cambio de
planes, respondió: "No".
Una fuente anónima más tarde informó a IPS que la decisión había sido tomada
por el rector Larry Hollier, quien preside el Centro de Ciencias de la Salud de
la Universidad.
BP provee la mayor parte de la financiación para estudiar los efectos del
desastre petrolero, y ha prometido 500 millones de dólares para proyectos de
investigación y de restauración.
Robert Gagosian es presidente del Consorcio para Liderazgo Oceánico, que
representa a instituciones dedicadas a la investigación de océanos y acuarios, y
administra un programa de investigación sobre perforación marítima. El experto
está preocupado sobre cómo está siendo utilizado el dinero.
Sus temores, compartidos con otros científicos e investigadores, radican en
el interés de BP en preservar su negocio. También dudan si se usará un criterio
adecuado para evaluar qué investigaciones llevar a cabo.
Jeff Short, ex científico de la Administración Nacional Oceánica y
Atmosférica y ahora miembro del grupo conservacionista Oceana, sostuvo que, al
ser BP quien paga las investigaciones, el gobierno está cediendo el control de
la situación.
"Yo mismo me pregunto, ¿por qué BP querría volcar dinero en proyectos que
claramente mostrarán mucho más el daño ambiental de lo que habría salido a la
luz de todas formas?", dijo.
Los primeros 25 millones de dólares de los fondos de BP fueron rápidamente
distribuidos entre la Universidad del Estado de Louisiana, el Instituto de
Oceanografía de Florida, la Universidad de Florida del Sur y un consorcio
liderado por la Universidad del Estado de Mississippi.
Muchos científicos independientes y periodistas temen que esto sea parte de
un esfuerzo para influenciar los estudios y la forma en que esas instituciones
públicas hablen a la prensa sobre el desastre.
El 2 de julio, Lance Rosenfield, reportero gráfico del medio de periodismo de
investigación sin fines de lucro ProPublica, fue detenido brevemente por la
policía cuando tomaba fotografías cerca de la refinería de BP en la ciudad de
Texas.
Rosenfield dijo haber sido enfrentado por un funcionario de seguridad de BP,
por la policía local y por un hombre que se identificó como agente del
Departamento de Seguridad Interna.
El reportero fue liberado luego de que la policía revisara sus fotos y
registrara su fecha de nacimiento, número de seguridad social y otra información
personal. Un agente de policía luego entregó los datos al guardia de seguridad
de BP, lo que, según le dijo el uniformado a Rosenfield, era parte de un
"procedimiento operativo estándar".
También hay restricciones en el espacio aéreo sobre las zonas donde se
realizan las operaciones de contención y limpieza del petróleo. La
Administración Federal de Aviación prohibió vuelos de medios de prensa a menos
de 900 metros sobre las áreas afectadas por el derrame.
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