Deportado por error en su adopción
Un hombre que vivió toda su vida en Estados Unidos sufre repatriación a
territorio mexicano
- Elizabeth Zavala / Associated Press |
- 2010-01-10
- | La Opinión
Robin Whiteley |
ALEDO, Texas.— Lorrie Whiteley McMillan pasó nuevamente las fiestas de fin de
año sin su hermano Robin Whiteley.
Ruega por que la pesadilla que vive su familia con el sistema de inmigración
se acabe pronto y que Robin pueda regresar a Texas, donde residió toda su
vida.
Lorrie, de 43 años, tenía ocho anos cuando sus padres trajeron un bebé al que
bautizaron con el nombre de Robin. Ahora, debido a errores cometidos por los
padres en el complejo proceso de adopción y malas decisiones por su parte,
Robin, de 35 años, fue deportado a México.
"No es un indocumentado", afirma Lorrie. "No falsificó sus documentos. No
vino a escondidas. Es estadounidense".
Para las autoridades, no obstante, su hermano no tiene país de origen.
En 1974, una partera de El Paso le entregó a Lora y Royce Whiteley, de Fort
Texas, un bebé nacido el día previo. Seis años después, cuando vivían en
Woodville, los Whiteley adoptaron formalmente al niño.
En 1984, la pareja y sus seis hijos se radicaron en Lufkin.
Lorrie, quien nació también en México y fue adoptada de niña por los
Whiteley, recuerda a su hermanito como cualquier hermana que tuvo un niño que la
molestaba. Pero ella estaba pendiente de él.
"Siempre protegía a Robin", relata. "Era como un juguete y yo lo
cuidaba".
De adolescente, Robin era un muchacho atlético y se dedicó al boxeo. "Era un
adolescente típico, normal y alocado al mismo tiempo".
Pero Robin admite que su hermano cometió errores.
Los archivos estatales indican que fue convicto por delitos menores y estuvo
preso por posesión de drogas.
Cuando fue liberado en 2002, cayó en las redes del servicio de
inmigración.
No hay documentos de su nacimiento ni en Estados Unidos ni en México, según
su abogado, Andrés López, de McAllen. Y sus padres adoptivos hicieron los
trámites de la residencia pero no de la ciudadanía.
Al no tener partida de nacimiento ni certificado de naturalización, Robin,
quien no habla español, fue deportado a México porque se supuso que de allí
vino, señala el abogado. Vive como indocumentado en un departamento de bloques
de hormigón en Reynosa, Tamaulipas, en el norte de México.
Después de ser deportado, Robin ingresó ilegalmente al país en dos ocasiones
para ver a sus hijos, lo que no ayudó. Ahora dice que la próxima vez lo hará
legalmente.
"Hemos dado muchas vueltas con el servicio de inmigración en torno a la
adopción", expresa Lora Whiteley, de 74 años, por teléfono desde Lufkin. Cada
vez que lograron progresos con la documentación, cambiaron las leyes
migratorias, señaló.
Las leyes sobre la adopción de extranjeros son complejas, dice Heidi Cox,
vicepresidenta y consejera del Gladney Center de Fort Worth, que ofrece
servicios de adopción dentro y fuera del país desde hace más de 100 años.
"La adopción en Texas establece que uno es el padre, pero no que el niño es
estadounidense", explica. "El decreto de adopción no fija la nacionalidad, sólo
determina la relación legal de padre-hijo".
López afirma que los padres adoptivos de Robin no fueron bien asesorados y no
le tramitaron la nacionalidad.
"Hicieron lo que les dijeron que debían hacer, pero no lo que correspondía",
asegura López, quien visita todas las semanas a su cliente en México y está
preprando una apelación.
Robin pasa sus días en su pequeño departamento de Reynosa, a 18 kilómetros
(11 millas) de McAllen, donde no conocía a nadie. Tiene una cama, un televisor,
un reproductor de DVD, una hornilla para calentar comida y un teléfono celular
de Estados Unidos con el que llama a su familia. Se baña con agua fría, usando
un balde en el que también lava su ropa. Usa el baño de un negocio vecino.
"Mis padres me envían dinero todas las semanas para que sobreviva", declara
Robin.
No puede trabajar en Méxio porque no tiene papeles. Si lo sorprenden
trabajando ilegalmente, podría ser deportado. Pero, "¿adónde? Tendría la misma
situación en cualquier país", señaló.
La esposa de Robin y sus hijos se trasladaron de Lufkin a Mission, en el
valle del río Bravo, para estar más cerca y poder visitarlo.
"No cometí delito alguno. Merecí ir a la cárcel por un tiempo, pero ya cumplí
mi pena", acepta Robin. "No merecía que me sacasen del único país que conozco"
por un error de papeleo.
Lorrie, quien tiene dos hijos, estudiaba en la Texas Tech University de
Lubbock cuando sus padres la llevaron a Houston para que jurase como
ciudadana.
Ella y su madre le han escrito a políticos y a cuanta persona pensaron podía
ayudar. Esperan que el Congreso apruebe una ley por la cual se reconocería que
los hijos adoptados por ciudadanos estadounidenses deben ser tratados como
ciudadanos, no como inmigrantes.
"Esto es una pesadilla", expresa Lora Whiteley. "Sé que cometió un error,
pero quiero ayudar a Robin y a todas las demás personas" en su misma
situación.
¡Hazte voluntario para traducir al español otros artículos como este! manda un correo electrónico a espagnol@worldcantwait.net y escribe "voluntario para traducción" en la línea de memo.
E-mail:
espagnol@worldcantwait.net
|