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Nuevo documento: Kissinger dio luz verde al asesinato masivo en Argentina

David Corn
Mother Jones
22 de enero de 2014

Rrol de EEUU ante la dictadura argentina. "Un embajador de EEUU reveló que un secretario de Estado había incitado a un règimen represivo a desatar una matanza"

Hace sólo unos meses, Henry Kissinger estaba bailando tontamente con Stephen Colbert en el programa Comedy Central de este último. Pero durante años, el ex Secretario de Estado ha eludido el juicio por su complicidad en las horribles violaciones de los derechos humanos en el extranjero, y un nuevo documento proporciona una clara evidencia de que en 1976 Kissinger dio “luz verde” a la junta militar neo-fascista de Argentina para la guerra sucia que estaba llevando a cabo contra civiles y militantes de izquierda, hecho que dio lugar a la desaparición -es decir, la muerte- de unas 30.000 personas.

En abril de 1977, Patricia (Patt) Derian, una activista de los derechos civiles, a quien el presidente Jimmy Carter había nombrado secretaria de Estado adjunto para los derechos humanos, se reunió con el embajador de EE.UU en Buenos Aires, Robert Hill. Un memo con la grabación de esa conversación aparece ahora, desenterrado por el investigador Martin Edwin Andersen, quien en 1987 fue el primero en revelar que Kissinger había apoyado a los generales argentinos para que continuaran con su campaña de terror contra los izquierdistas (a quienes la Junta hace referencia habitualmente como “terroristas”).

El documento revela una reunión que Kissinger sostuvo con el ministro de Relaciones Exteriores argentino César Augusto Guzzetti, en junio del año anterior, y encuentro que fue ratificado por el Embajador Hill a Patt Derian. Lo que Kissinger y Guzzetti discutieron ya había sido revelado en 2004, cuando el Archivo de Seguridad Nacional obtuvo y publicó el memorando secreto de la conversación durante esa tertulia. Guzzetti, según ese documento, dijo a Kissinger: “nuestro principal problema en Argentina es el terrorismo”. Kissinger respondió: “Si hay cosas que tienen que hacer, deben hacerlo rápidamente. Pero ustedes deben volver rápidamente a los procedimientos normales.” En otras palabras, sigan adelante con su cruzada de muerte contra los izquierdistas.

El nuevo documento muestra que Kissinger fue aún más explícito en el apoyo a la junta militar argentina. La nota que acaba de aparecer describe la conversación Kissinger-Guzzetti de esta manera:

    “Los argentinos estaban muy preocupados de que Kissinger diera una conferencia criticándolos en materia de derechos humanos. Guzzetti y Kissinger mantuvieron un muy largo desayuno, pero el secretario no planteó el tema. Finalmente Guzzetti lo hizo. Kissinger le preguntó cuánto tiempo le tomaría (a los argentinos) limpiar el problema. Guzzetti le respondió que se haría a finales de año. Kissinger aprobó”.

En otras palabras, el Embajador Hill dijo que Kissinger dio a los argentinos la luz verde.

Esa es una afirmación irrefutable: Un embajador de EEUU reveló que un secretario de Estado había incitado a un régimen represivo a desatar una matanza.

En agosto de 1976, de acuerdo con la nueva nota, Hill discutió el asunto personalmente con Kissinger, en el viaje de regreso a Washington después de una reunión en el Bohemian Grove de San Francisco. “Kissinger, dijo Hill a Derian, confirmó la conversación con Guzzetti e informó a Hill que quería que Argentina “terminara su problema con los terroristas antes de fin de año”. Kissinger estaba preocupado por las nuevas leyes de derechos humanos aprobadas por el Congreso que exigen a la Casa Blanca certificar que un gobierno no estaba violando los derechos humanos antes de proporcionar ayuda de los EE.UU. Tenía la esperanza de que los generales argentinos pudieron concluir su erradicación asesina de la izquierda antes de que la ley entrara en vigor.

Hill indicó a Derian, de acuerdo con la nueva nota, que él creía que el mensaje de Kissinger a Guzzetti había llevado a la junta argentina a intensificar su guerra sucia. Cuando el embajador Hill regresó a Buenos Aires se dio cuenta de que los asesinatos habían ascendido tremendamente y le dijo a Patt Derian que “si lo citaba el Congreso (de EEUU) él iba a contar todo si se le pusiera bajo juramento”. “Yo no voy a mentir”, declaró el embajador.

Hill, quien murió en 1978 [NdeLH: extrañamente a los 61 años, y más extraño aun es que se desconoce el lugar de su tumba], nunca pudo testificar que Kissinger había instado a los generales argentinos, y el gobierno de Carter revirtió la política e hizo de los derechos humanos una prioridad en sus relaciones con Argentina y otras naciones. En cuanto a Kissinger, se zafó, y él ha estado zafándose desde entonces, esquivando la responsabilidad por los actos sucios en Chile, Bangladesh, Timor Oriental, Camboya, y en otros lugares. Los expertos en estos temas han sabido por años que Kissinger, al menos implícitamente (aunque en privado) hace suya la guerra sucia argentina, pero esta nueva nota deja claro que él era un facilitador del esfuerzo que supuso la tortura, la desaparición y el asesinato de decenas de miles de personas. La próxima vez que usted lo vea bailando en la televisión, no se ría.


César Guzzetti y Henry Kissinger.

César Guzzetti es un personaje cuyo nombre, sin embargo, no aparece en la memoria de la época oscura argentina, a pesar de haber sido quien ofició de nexo con el gobierno estadounidense para pedirle su "Ok" a las matanzas que culminaron con un número indeterminado de desaparecidos, cifrados entre 8 y 30 mil. Fue un marino que, con el rango de vicealmirante, asumió el Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto durante la dictadura encabezada por Jorge Rafael Videla. Sufrió un atentado adjudicado a Montoneros en 1977. Quedó en estado de coma y, tras ser operado en EEUU, quedó mudo y cuadripléjico. Murió poco tiempo después. En aquella charla, Guzzetti le informó a Kissinger que "el principal problema de nuestro país es el terrorismo".

Nota completa:

Patricia “Patt” Derian, Robert C. Hill, et. al., and the Argentine dirty ‘war’: Draft MemCon by Martin Edwin Andersen

The Mother Jones. Traducido por Cubadebate. Revisado por La Haine


 

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