Las sanciones solo sirven para profundizar la
crisis iraní
Patrick Cockburn The Independent 01 de febrero de 2012
Traducido del inglés para Rebelión por Sinfo Fernández
La forma en que EEUU, Israel y los dirigentes europeos occidentales están
vendiendo la creciente confrontación con Irán es profundamente deshonesta. La
manipulación de los medios y de la opinión pública mediante la exageración
sistemática de las amenazas se parece bastante al batir de tambores de la
propaganda y desinformación sobre las inexistentes armas de destrucción masiva
de Irak que precedieron a la invasión en 2003.
El supuesto objetivo de imponer sanciones a las exportaciones de petróleo
iraníes y a su banco central, medidas a las que se unido oficialmente la UE, es
forzar a Irán a abandonar su programa nuclear antes de que alcance el nivel
donde podría, en teoría, construir una bomba nuclear. Incluso Israel está de
acuerdo ahora en que Irán no ha decidido aún hacer tal cosa, pero siguen
presentando el programa nuclear iraní como un peligro para Israel y el resto del
mundo.
Hay otros dos analogías amenazadoras entre el período previo a la guerra de
Irak y cuanto está sucediendo ahora. La cuestión aparente es el futuro del
programa nuclear iraní, pero, para parte de la coalición congregada contra Irán,
el objetivo real es el derrocamiento del gobierno iraní. El origen de la crisis
actual fueron las medidas adoptadas el pasado noviembre y diciembre por los
neoconservadores de EEUU, el Partido Likud de Benjamin Netanyahu y el lobby
israelí en Washington para imponer sanciones contra las exportaciones iraníes de
petróleo y el banco central de Irán. Son, en gran medida, las mismas gentes que
se cebaron con Irak en los noventa. Han conseguido que la Casa Blanca adopte su
programa, que ahora está siendo asumido, a su vez, por una Unión Europea que
considera ingenuamente las sanciones como una alternativa al conflicto
militar.
En realidad, lo más probable es que las sanciones intensifiquen la crisis,
empobrezcan a los iraníes de a pie y preparen psicológicamente el campo para la
guerra debido a la satanización de Irán. El problema es que Israel y sus aliados
estadounidenses de la extrema derecha están más interesados en el cambio de
régimen que en el programa nuclear de Teherán. El periódico israelí
Haaretz exponía sucintamente las diferencias entre el gobierno israelí y
Washington. Decía: “Mientras los estadounidenses están buscando activamente una
vía para empezar un diálogo, Israel está predicando la confrontación y el
derrocamiento del gobierno de Teherán”.
Es esta última política la que ha triunfado. Israel, sus aliados en el
Congreso y los neoconservadores han embarcado a la administración Obama en una
serie de políticas que solo tienen sentido si el objetivo final es derrocar al
régimen de Teherán. Al gobierno iraní no se le ha dado una vía diplomática para
que pueda dar marcha atrás sin acabar humillado. Su programa nuclear se ha
convertido en un símbolo de resistencia frente a los dictados extranjeros. Esto
hace imposible que en el quisquilloso liderazgo iraní alguien se comprometa sin
ser denunciado como traidor por sus opositores políticos.
Cualquiera que fueran las intenciones de Barack Obama cuando resultó elegido,
la ofensiva secreta iniciada por el presidente Bush contra Irán ha proseguido.
En 2008 firmó una “directiva presidencial” secreta, en función de la cual se
destinaron 400 millones de dólares a financiar a los opositores al gobierno
iraní. Los nuevos aliados de EEUU incluían a grupos indeseables tales como los
asesinos sectarios suníes de la organización Jundullah que actúa en el Baluchistán iraní. Puede que EEUU
haya intentado limitar el grado de cooperación pero, según la revista Foreign
Policy, los agentes del Mossad se hicieron sencillamente pasar por agentes
de la CIA cuando trataron con Jundullah. ¿Cuál era el objetivo de esos
ataques-puyazos? Unas cuantas bombas en el Baluchistán iraní no van a suponer
una gran amenaza para los dirigentes iraníes en Teherán. Puede ser que el motivo
más probable fuera el de provocar a los iraníes para que tomaran represalias
contra EEUU y así lograr que el conflicto militar irano-estadounidense esté cada
vez más próximo.
Lo mismo puede estar ocurriendo con los asesinatos de los científicos
nucleares iraníes. Un aspecto poco señalado de los mismos es que los científicos
eran objetivos muy fáciles debido a que conducían ellos mismos por Teherán en
sus propios coches. Pero cualquier país que tiene pruebas de que sus mejores
científicos están amenazados les proporciona seguridad. La ausencia de las
medidas más sencillas de seguridad nos revela que esos científicos no estuvieron
nunca en el núcleo del programa nuclear iraní. Una explicación más probable de
los ataques, asumiendo que Israel esté detrás de ellos, era que pretendían
provocar la venganza de Irán contra EEUU o Israel para que la situación
terminara constituyendo un casus belli.
Es difícil no admirar la habilidad con la que el Sr. Netanyahu ha manipulado
a la Casa Blanca y a los dirigentes europeos abocándoles a la misma
confrontación con Irán que trataban de evitar. Quizá le hayan ayudado los
estallidos anti-semitas del presidente iraní y el claro amaño de las elecciones
presidenciales de 2009. Pero el arma más eficaz del Sr. Netanyahu ha sido la
amenaza de que Israel iba a lanzar unilateralmente ataques aéreos a menos de que
la Casa Blanca hiciera algo. Eso ha sido siempre bastante menos probable de lo
que parecía. Israel rara vez ha ido a la guerra sin “luz verde” de EEUU.
Una explicación más racional de las amenazas israelíes de actuar en solitario
es que estaban completamente diseñadas para asustar a la Casa Blanca y a sus
aliados europeos. El ministro israelí de defensa, Ehud Barak, pronunció
discursos espeluznantes acerca de la inminencia de la amenaza iraní que no iba a
dejar más opción a Israel que la de lanzar un ataque preventivo (aunque
recientemente dijo lo contrario). El antiguo jefe del Mossad dio credibilidad a
la acción unilateral israelí advirtiendo que sería un desastre autoinflingido a
su país.
Estas maniobras han conseguido tener éxito. Se están imponiendo graves
sanciones. Irán tendrá dificultades para vender su petróleo. Su estatus como
potencia regional en el Oriente Medio se debilita asimismo en la medida en que
la supervivencia a largo plazo de Bashar al-Asad, su aliado más importante,
parece dudosa.
Y aquí nos encontramos de nuevo con otra desagradable analogía con Irak. Las
sanciones contra Irak, impuestas de 1990 a 2003, empobrecieron a los iraquíes y
criminalizaron a gran parte de su administración. UNICEF declaró que medio
millón de niños murieron a causa de las sanciones. Para la Casa Blanca y los
dirigentes europeos, las sanciones pueden parecer preferibles al conflicto
armado. Desgraciadamente, la historia muestra que los embargos duraderos matan
más personas que las guerras cortas.
Patrick Cockburn es un periodista irlandés independiente, corresponsal en
Oriente Próximo del Financial Times y actualmente de The
Independent. Especializado en dicha zona, y más concretamente en Irak, ha
obtenido numerosos premios periodísticos, el más reciente el prestigioso Premio
Orwell británico al periodismo político, otorgado de 2009. Es autor de varias
obras sobre Oriente Próximo, las más recientes The Occupation: War, resistance and daily life in
Iraq y Muqtada! Muqtada al-Sadr, the Shia revival and the struggle
for Iraq.
Fuente:
http://www.independent.co.uk/opinion/commentators/patrick-cockburn-sanctions-can-only-deepen-the-iran-crisis-6296132.html
¡Hazte voluntario para traducir al español otros artículos como este! manda un correo electrónico a espagnol@worldcantwait.net y escribe "voluntario para traducción" en la línea de memo.
E-mail:
espagnol@worldcantwait.net
|