EEUU, el Estado terrorista número uno
Noam Chomsky
La Jornada
01 de noviembre de 2014
Fuerzas kurdas iraquíes avanzaron ayer por la noche a
través de la frontera hacia Siria para ayudar a defender la ciudad de Kobani,
la cual se ha convertido en el foco de una guerra respaldada por Occidente.
Foto Reuters
Oficial: EEUU es el mayor Estado terrorista del mundo y se enorgullece de serlo.
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Esa debería ser la cabeza de la nota principal del New York Times del 15 de octubre pasado, cuyo título, más cortés, dice
así: Estudio de la CIA sobre ayuda encubierta provoca escepticismo sobre el apoyo a rebeldes sirios.
La nota informa sobre una revisión hecha por la CIA a las operaciones encubiertas
recientes para determinar su efectividad. La Casa Blanca concluyó que, por
desgracia, los éxitos son tan escasos que es necesario reconsiderar esa política.
Se incluye una declaración del presidente Barack Obama de que pidió a la CIA
llevar a cabo esa revisión para encontrar casos en los que financiar y proveer de armas a una insurgencia en algún
país haya funcionado bien. Y no pudieron hallar mucho. Por eso Obama tiene
cierta renuencia a continuar con esos esfuerzos.
El primer párrafo cita tres ejemplos importantes de ayuda encubierta: Angola, Nicaragua y Cuba. En realidad,
cada uno fue una importante operación terrorista lanzada por Estados Unidos.
Angola fue invadida por Sudáfrica, que, según Washington, se defendía de uno de los más notorios grupos terroristas del mundo: el Congreso
Nacional Africano de Nelson Mandela. Eso fue en 1988.
Para entonces el gobierno de Ronald Reagan estaba prácticamente solo en su apoyo al
régimen del apartheid, incluso violando las sanciones que su propio Congreso había
impuesto al incremento del comercio con su aliado sudafricano.
Washington se unió a Sudáfrica en dar apoyo crucial al ejército terrorista Unita de Jonas
Savimbi en Angola. Continuó haciéndolo incluso después de que Savimbi sufrió
una rotunda derrota en una elección libre y cuidadosamente vigilada, y de que
Sudáfrica le había retirado el respaldo.
Savimbi era un monstruo cuya ambición de poder
había llevado abrumadora miseria a su pueblo, en palabras de Marrack Goulding,
embajador británico en Angola.
Las consecuencias fueron horrendas. Una investigación de la ONU en 1989 estimó que
las depredaciones sudafricanas provocaron 1.5 millones de muertes en países
vecinos, sin mencionar lo que ocurría en Sudáfrica misma. Fuerzas cubanas
finalmente vencieron a los agresores sudafricanos y los obligaron a retirarse
de Namibia, la cual habían ocupado ilegalmente. Sólo Estados Unidos siguió
apoyando al monstruo Savimbi.
En Cuba, después de la fallida invasión de Bahía de Cochinos en 1961, el entonces
presidente estadounidense John F. Kennedy lanzó una campaña asesina y
destructiva para llevar los terrores de la Tierra a Cuba, según
palabras del historiador Arthur Schlesinger, aliado cercano del mandatario, en
su biografía semioficial de Robert Kennedy, a quien se asignó la
responsabilidad de esa guerra terrorista.
Las atrocidades contra Cuba fueron graves. Los planes consideraban que el
terrorismo culminara en un levantamiento en octubre de 1962, que daría pie a
una invasión estadounidense. Hoy día la academia reconoce que esa fue una de
las razones por las que el entonces primer ministro soviético Nikita Jrushchov
emplazó misiles en Cuba, con lo que se produjo una crisis que se acercó
peligrosamente a una guerra nuclear. El entonces secretario de la Defensa
Robert McNamara concedió más tarde que si él hubiera sido un gobernante cubano, habría
esperado una invasión estadounidense.
Los ataques terroristas contra Cuba continuaron durante más de 30 años. Desde
luego, el costo para los cubanos fue severo. Los recuentos de víctimas, de los
que apenas si se oye en Estados Unidos, fueron dados a conocer en detalle por
primera vez en un estudio del experto canadiense Keith Bolender, Voices
From the Other Side: an Oral History of Terrorism Against Cuba (Voces desde el otro lado: historia oral del terrorismo
contra Cuba), en 2010.
El saldo de la prolongada guerra terrorista fue amplificado por un sofocante
embargo, que continúa a la fecha en desafío al mundo. El 28 de octubre pasado,
la Asamblea General de la ONU avaló, por vigésimo tercera vez, la necesidad de poner fin al bloqueo económico, comercial
y financiero impuesto por Estados Unidos a Cuba. La votación fue de 188 a dos
(Estados Unidos e Israel) y tres abstenciones de subordinados isleños de
Estados Unidos en el Pacífico.
Hoy día existe cierta oposición al embargo en altos estratos estadounidenses, informa
ABC News, porque ya no es útil(citando el libro reciente de Hillary Clinton, Hard Choices). El experto francés
Salim Lamrani pasa revista a los aciagos costos para los cubanos en su libro de
2013 La guerra económica contra Cuba.
Apenas si hace falta mencionar a Nicaragua. La guerra terrorista de Ronald Reagan fue
condenada por el Tribunal Internacional de La Haya, que ordenó a Estados Unidos
poner fin a su uso ilegal de la fuerza y pagar sustanciales reparaciones de daños.
Washington respondió intensificando la guerra y vetando una resolución del Consejo de
Seguridad que llamaba a todos los estados –con dedicatoria a Estados Unidos– a
observar el derecho internacional.
Otro ejemplo de terrorismo se conmemorará el 16 de noviembre, en el 25 aniversario
del asesinato de seis sacerdotes jesuitas en San Salvador por una unidad
terrorista del ejército salvadoreño, armada y entrenada por Estados Unidos.
Bajo las órdenes del alto mando militar, los soldados irrumpieron en la
universidad jesuita para dar muerte a los sacerdotes y a todo testigo,
incluidas su ama de llaves y la hija de ésta.
Este suceso culminó las guerras terroristas de Estados Unidos en Centroamérica en la
década de 1980, aunque sus efectos aún ocupan las primeras planas, en los
informes acerca de los inmigrantes ilegales, que en buena medida huyen de las consecuencias de aquella carnicería
y son deportados de Estados Unidos para sobrevivir, si pueden, en las ruinas de
sus países de origen.
Washington también ha surgido como el campeón mundial en generar terror. El ex analista de
la CIA Paul Pillar advierte sobre el impacto generador de resentimiento de los ataques de
Estados Unidos en Siria, que podrían inducir aún más a las organizaciones yihadistas Jabhat
al-Nusra y Estado Islámico a reparar su ruptura del año pasado y hacer campaña
conjunta contra la intervención estadounidense, presentándola como una guerra
contra el Islam.
Esa es ahora una consecuencia familiar de las operaciones estadounidenses, que han
ayudado a propagar el yihadismo de un rincón de Afganistán a gran parte del
planeta.
La manifestación más temible del yihadismo hoy día es el Estado Islámico, o Isil,
que ha establecido su califato asesino en vastas zonas de Irak y Siria.
Creo que Estados Unidos es uno de los creadores claves de esta organización, asevera
el ex analista de la CIA Graham Fuller, prominente comentarista sobre aquella
región. Estados Unidos no planeó la formación del Isil, pero sus intervenciones destructivas en Medio Oriente y la
guerra en Irak fueron las causas básicas del nacimiento del Isil, añade.
A esto podríamos agregar la mayor campaña terrorista del orbe: el proyecto global de
asesinato de terroristas lanzado por Obama. El impacto generador de resentimiento de esos ataques con
drones y con fuerzas especiales debe de ser bastante conocido
para requerir mayor comentario.
Todo esto constituye un registro que hay que contemplar con cierto horror.
* El libro más reciente de Noam Chomsky es Masters of Mankind: Essays and Lectures, 1969-2013. Chomsky es profesor emérito de lingüística y filosofía
en el Instituto Tecnológico de Massachusetts, en Cambridge.
© 2014 Noam Chomsky
Distributed by The New York Times Syndicate
Traducción: Jorge Anaya
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