Censura artística en Guantánamo
Erin Thompson
The New York Times.es
28 de noviembre de 2017
"Shipwrecked Boat" (Bote
naufragado), 2011, de Djamel Ameziane en exhibición en John Jay College de
Justicia Penal de la Ciudad Universitaria de Nueva York Credit John Jay College de Justicia Penal
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El tapete de oración de Moath al Alwi está manchado de pintura. Todos los
días se levanta antes del amanecer y trabaja durante horas en un complejo
modelo de barco elaborado con materiales reciclados; esta es una de las decenas
de esculturas que ha creado desde su primera detención en la prisión militar de
bahía de Guantánamo en 2002. Moath al Alwi es considerado un detenido de bajo
perfil, pero su estancia en la prisión es indefinida; su arte es su refugio.
Las velas de los barcos de Alwi están hechas de retazos de camisetas
viejas. Una tapa de una botella dirige un timón elaborado con piezas de una
botella de champú, que gira con delicados cables de hilo dental. La única
herramienta que Alwi usa para hacer estas elaboradas embarcaciones es un par de
pequeñas tijeras de punta chata, como las que un niño de preescolar utilizaría.
Eso es todo lo que puede tener en su celda.
Tres de los barcos miniatura de Alwi se pueden ver actualmente en una exposición en el John Jay College
de Justicia Penal de la Ciudad Universitaria de Nueva York, junto con otras 32
pinturas y esculturas de otros prisioneros y exdetenidos. Mis colegas y yo
curamos esta exposición después de enterarnos de que muchos abogados que han
trabajado con los detenidos tienen archiveros repletos de arte de los
prisioneros. En la atmósfera de vigilancia y control que es Guantánamo, estas
piezas de arte son algunas de las formas en las que los detenidos pueden
comunicarse con el mundo exterior.
Sin embargo, la semana pasada, el Miami Herald reportó sobre un cambio en la política militar: el arte de Alwi y los demás prisioneros de
Guantánamo ahora es propiedad del gobierno estadounidense. Las obras ya no
saldrán de los confines de la prisión y ahora pueden destruirse legalmente. A
los abogados de varios prisioneros se les dijo que el Ejército tiene la
intención de quemar las obras.
La censura y destrucción artísticas son tácticas que van bien con los regímenes terroristas, pero no con el Ejército estadounidense. El arte no supone ninguna amenaza a la
seguridad: antes de que salga del campamento, es analizado por expertos que
estudian su contenido en busca de mensajes secretos y las obras de aquellos que
están presos en este momento no se pueden vender. Los detenidos de Guantánamo
merecen derechos humanos básicos mientras esperan a ser sometidos a juicio.
Retirarles la propiedad de su arte es increíblemente mezquino y terriblemente
cruel.
A través de este arte, es posible ver con qué sueñan los prisioneros de
Guantánamo en sus celdas, donde han permanecido durante años sin ir a juicio o
incluso sin que se presenten cargos en su contra. Pintan las cosas que
desearían poder ver: atardeceres, praderas, paisajes citadinos y sus hogares.
Pero, principalmente, pintan y esculpen el mar, representaciones de playas,
olas y barcos en delicados tonos y formas. Esos prisioneros han escuchado y
olido el mar durante años, ya que la prisión se encuentra a unos metros del
Caribe. Sin embargo, únicamente durante cuatro días, en una ocasión, cuando se
aproximaba un huracán, los guardias desmontaron los toldos que cubren las
bardas y permitieron a los prisioneros verlo. El mar es un elemento central de su obra, un símbolo de libertad.
Hacer arte es una necesidad profundamente humana. Observar este arte ha
permitido a miles de visitantes de John Jay College de Justicia Penal y de
otras partes ver que sus autores son seres humanos. A estos detenidos se les ha
tratado de maneras fundamentalmente deshumanizantes, que van desde la tortura
hasta la negación de juicios justos, y su arte nos recuerda que no podemos
ignorar su condición.
La mitad de los artistas que aparecen en nuestra muestra fueron liberados
después de demostrar que no suponen ninguna amenaza para Estados Unidos, al
igual que sucedió con cientos de otros detenidos antes de ellos. Quemar los
barcos de Alwi no ayudará en la guerra contra el terrorismo. Hacer arte es la
única forma de terapia disponible en Guantánamo. El arte ayuda a los detenidos
a mantenerse cuerdos, lo cual significa que aquellos que son culpables algún
día estarán en condiciones de ser enjuiciados. Además, limitar y quemar el arte
de los detenidos ofrece otra excusa a los grupos terroristas para alentar a sus
seguidores a señalar un ejercicio irracional de poder absoluto.
Para cada uno de sus modelos de barcos, Alwi frunce cartón para convertirlo
en plumas a fin de crear una proa en forma de águila. A medida que pasa meses
en la creación de cada uno, se imagina a sí mismo como un águila que se eleva
sobre el mar. Salvo que el Ejército dé marcha atrás a su nueva política cruel,
ya no podrá lanzar sus frágiles creaciones al mundo para que sean libres en su
lugar.
Uno de los cuadros de la exposición 'Oda al mar: arte de
la Bahía de Guantánamo' ERIN THOMSON / ART FROM GUANTANAMO
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Erin L. Thompson es profesora asistente en la Universidad John Jay de Justicia Penal
y cocuradora de la muestra “Ode to the Sea: Art from Guantánamo” (Oda al mar:
Arte de Guantánamo).
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