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Ron DeSantis en Guantánamo: cómo las preguntas sobre su pasado persiguen al gobernador de Florida

Por Julian Borger y Oliver Laughland

De The Guardian
28 de abril de 2023

Traducido del inglés para El Mundo no Puede Esperar 10 de mayo de 2023

Como joven abogado de la marina, el republicano fue destinado al famoso campo de prisioneros. Lo que hizo allí - y su papel en la investigación de tres muertes - sigue siendo controvertido.

En medio de una noche de junio de hace 17 años, en el campo de prisioneros de Guantánamo, los guardias y el personal médico fueron llamados urgentemente a una de las clínicas de reclusos, donde se estaba produciendo una emergencia.

Dos reclusos, Ali Abdullah Ahmed y Mani Shaman al-Utaybi, habían llegado muertos. Un tercero, Yasser Talal al-Zahrani, había sido trasladado de urgencia al hospital de la base naval estadounidense, pero poco después lo declararon muerto allí mismo. Los tres hombres aparecieron colgados del cuello, con las manos y los pies atados y trapos en la garganta.

Fue la peor pérdida de vidas en la historia del campo de prisioneros -en medio de un año turbulento en el que, además de las tres muertes, se produjeron huelgas de hambre y motines- y los oficiales de la base fueron despertados de su sueño y trasladados rápidamente a Camp Delta, el principal centro de internamiento.

Llegó el almirante Harry Harris, comandante de la base que llegaría a dirigir la flota del Pacífico, acompañado por el coronel Michael Bumgarner, jefe de todo el complejo penitenciario. En algún momento, según los testigos, apareció un oficial más joven, un abogado de la marina de 27 años, el teniente Ron DeSantis.


La primera foto oficial de Ron DeSantis como alférez de la Marina estadounidense. Ingresó en la Marina en 2004. Fotografía: US Navy

El futuro gobernador de Florida y aspirante republicano a la presidencia había sido destinado a Guantánamo tres meses antes, formando parte de un pequeño equipo jurídico encargado de garantizar que los guardias y demás personal militar cumplieran la ley. Era el JAG más joven del campo, pero tras las tres muertes de la noche del 9 de junio de 2006, su oficial superior, el capitán Patrick McCarthy, le ordenó que empezara a reunir las pruebas iniciales.

No está claro cuándo se involucró exactamente DeSantis en la investigación. Algunas declaraciones de testigos mencionan a un JAG anónimo en el lugar de los hechos en las primeras horas del 10 de junio. McCarthy no respondió a una solicitud de comentarios, pero confirmó al Washington Post que había ordenado a DeSantis que recabara información.

"No puedo decirle específicamente lo que [DeSantis] hizo", dijo McCarthy al Post, pero dijo que su subordinado estaba probablemente "involucrado en facilitar el acceso a la información, tratando de asegurarse de que la información privilegiada no fuera barrida. Habría sido una de las personas que envié para ayudar a facilitar el esfuerzo de investigación".


Ron DeSantis en Londres el viernes. Fotografía: Alberto Pezzali/AP

Ahmed Abdel Aziz, un recluso mauritano de Camp Delta, dijo que había reconocido a DeSantis mucho después, cuando se hizo famoso como gobernador de Florida.

"DeSantis y su grupo, la gente de los JAG estaban allí. Estaban llevando a cabo la investigación", dijo Aziz. "Vinieron el mismo día que murieron las personas. Vinieron a las celdas".

Lo que DeSantis vio y oyó en las horas y días posteriores a las tres muertes podría ser la clave de un misterio perdurable que se cierne sobre Guantánamo desde entonces: ¿cómo murieron Ahmed, Utaybi y Zahrani?

Antes incluso de que comenzara la investigación, Harris, que más tarde sería embajador de Estados Unidos en Seúl, declaró que los tres prisioneros se habían suicidado, describiéndolo como "un acto de guerra asimétrica librado contra nosotros". Una investigación oficial del Servicio de Investigación Criminal de la Armada (NCIS), al que DeSantis había prestado apoyo, coincidió con el veredicto de Harris en 11 días, aunque sus conclusiones no se hicieron públicas hasta dos años después, en un informe plagado de contradicciones y lagunas literales, en el que faltaban varias páginas.

Cualquiera que hubiera estado en el lugar de los hechos habría sabido que había serias dudas sobre el relato oficial. Según ese relato, los muertos se ataron las manos y los pies, se metieron telas hasta el fondo de la garganta, se hicieron lazos con tiras de tela, se subieron a los lavabos con el lazo al cuello y se bajaron.

Sólo llevaban 72 horas en el mismo bloque, Alfa, en celdas separadas con celdas vacías entre ellas. El pabellón Alfa era para presos de alta seguridad que tenían prohibido mezclarse o incluso hablar entre ellos. Sin embargo, los tres hombres conspiraron para suicidarse exactamente de la misma manera y exactamente a la misma hora.

Cuando los llevaron a la clínica, los cuerpos de Ahmed y Utaybi ya presentaban un avanzado rigor mortis, lo que situaba la hora de la muerte antes de las 22.30 horas. Eso significaba que, según la versión oficial, habrían estado colgados durante más de dos horas en celdas con laterales de malla metálica transparente, en un bloque con capacidad para unos 15 presos que debía estar patrullado continuamente a lo largo de un pasillo central por un equipo de seis guardias.


Policías militares del ejército estadounidense escoltan a un detenido hasta su celda en el Campo X-Ray de la Bahía de Guantánamo, Cuba, en 2002. Fotografía: Reuters

Mark Denbeaux, profesor de la Facultad de Derecho de Seton Hall, que dirigió los análisis forenses de las tres muertes, dijo que era difícil imaginar que alguien con la formación jurídica de DeSantis no detectara las incoherencias de la versión oficial.

"Cualquier JAG querría saber cómo murieron unos tipos que estaban en una celda custodiada por cinco hombres, y cómo pudieron estar colgados el tiempo suficiente para el rigor mortis y con un trapo metido en la garganta", dijo Denbeaux.

El informe del NCIS decía que los tres hombres habían bloqueado la visión de sus celdas con mantas y colchones y habían metido otras telas en sus camas para que pareciera que dormían. Nunca se explicó de dónde habrían sacado tanto material, que estaba severamente restringido. En un registro rutinario de todas las celdas del bloque Alfa realizado unas horas antes por un turno de guardias no se encontraron pruebas de la existencia de dicho material prohibido. El informe oficial decía que se habían encontrado "aparentes notas de suicidio", pero los documentos nunca se sometieron a análisis de huellas dactilares ni de escritura.

Los investigadores del NCIS no entrevistaron formalmente al oficial médico superior de guardia aquella noche, ni hablaron con los soldados de una unidad de inteligencia militar de las torres de vigilancia que tenían una visión clara del campo, y cuya versión de los hechos era bastante diferente del relato del NCIS.

Según Joseph Hickman, que era sargento de guardia esa noche, no se llevó a nadie del bloque Alfa a la clínica médica. Sin embargo, horas antes, por la noche, una furgoneta blanca de la prisión llegó tres veces, y cada vez los guardias de la marina se llevaron a un prisionero y condujeron hacia un lugar secreto que no aparecía en ningún mapa, oculto a la vista y rodeado de alambre de espino. Hickman y sus compañeros se referían a él como "Camp No", como en "no existe tal campo". Mucho más tarde se supo que se trataba de un lugar negro de la CIA, donde los reclusos eran sometidos a "interrogatorios mejorados".

Hickman y su unidad tenían órdenes permanentes de no interferir con la furgoneta ni grabar sus movimientos. El vehículo regresó a las 23.30 horas, pero Hickman no vio quién iba en él, porque retrocedió hasta la clínica médica donde fue descargado. Los soldados no vieron ninguna otra actividad hasta aproximadamente las 12.15 de la mañana, cuando las luces del campamento se encendieron de repente y sonó la alarma.


Guardias militares estadounidenses trasladan a un detenido dentro de Camp Delta, en la bahía de Guantánamo. Fotografía: Paul J Richards/AFP/Getty Images

En 2009, dos años después de dejar el ejército, Hickman se acercó a Denbeaux y juntos se dirigieron al departamento de justicia, entonces bajo la administración de Barack Obama, y presentaron testimonio de lo que él y otros ocho soldados vieron aquella noche. Los funcionarios les aseguraron que se investigarían las muertes, pero pasó casi un año de silencio antes de que Denbeaux recibiera una llamada diciendo, sin explicación alguna, que se había abandonado la investigación.

"Fue decepcionante, porque el Departamento de Justicia lo abandonó sin más. El FBI no quiso informar porque se trataba de un sitio negro de la CIA", dijo Hickman. "Había esperado a que Bush dejara el cargo y llegara Obama, y era muy optimista. Me decepcionaron a lo grande".

Frustrados, acudieron a la prensa. Hickman y tres de sus soldados dieron sus relatos a Scott Horton, un abogado de derechos humanos, que escribió un artículo para la revista Harpers en marzo de 2010, poniendo en duda que las muertes fueran suicidios. Hickman escribió un libro en 2015 titulado Asesinato en Camp Delta.

Dijo que recordaba a DeSantis de su época en Camp Delta. "Estuvo allí bastante tiempo. Le veía haciendo footing. Era muy atlético y muy guapo y todas las chicas de la marina le adoraban".

En la época en que DeSantis fue destinado a Guantánamo, había en el campamento cuatro o cinco jueces defensores en plantilla que trabajaban siempre por turnos, desde una pequeña y segura oficina en el último piso, con amplias vistas de la bahía. Fue una época de actividad frenética en la prisión, en medio de los crecientes recursos legales interpuestos en nombre de los detenidos y las huelgas de hambre generalizadas del año anterior.

Según un antiguo JAG de la Armada, que sirvió en Guantánamo al mismo tiempo que DeSantis pero no trabajó directamente con él, "fue un periodo en el que destinaron a esta oficina a los mejores abogados que pudieron encontrar".

"Necesitábamos gente de la máxima calidad", recordó el ex JAG, añadiendo que sus superiores le habían descrito a DeSantis como un "tipo listo y bueno".

No obstante, la fuente confirmó: "Él [DeSantis] estaba muy abajo en la cadena alimentaría. No hacía política, hacía papel. Y además llevaba poco tiempo. Era obvio por su trayectoria que no tenía aspiraciones profesionales [en el cuerpo JAG]".

Una parte de la investigación de Harpers se centró en la experiencia de un cuarto detenido, el residente británico Shaker Aamer, que conocía bien a los tres hombres. Afirmó que fue golpeado durante más de dos horas por varios policías militares navales la misma noche en que murieron los tres hombres, alegando en una denuncia judicial posterior que fue asfixiado y le arrancaron los ojos durante la agresión tras no facilitar un escáner de retina y huellas dactilares a las autoridades.

"Recuerdo haber tenido una conversación con Shaker en aquel momento sobre su trauma", recordó el abogado de Aamer, Clive Stafford Smith, que estuvo presente en Guantánamo inmediatamente después de las muertes. "Lo recuerdo porque él pensaba que era el siguiente".

"Siempre fue impreciso sobre si se trataba de un asesinato o de que les presionaban para que se quitaran la vida. Desde su punto de vista era lo mismo. Los trataban de forma horrible".

Siempre sonreía, decía OK, para eso estamos aquí, para asegurarnos de que las cosas van bien...".

Aziz, el recluso mauritano que fue devuelto a casa en 2015 después de 13 años sin cargos, dijo que se había familiarizado con el rostro de DeSantis en los meses anteriores, como un JAG de bajo nivel al que los detenidos podían presentar sus quejas.

"Dijimos, oye tío. Aquí estamos sufriendo. La gente está mal y necesita ayuda médica", recuerda Aziz. "Él siempre sonreía, diciendo OK, para eso estamos aquí, para asegurarnos de que las cosas están bien. Nos ocuparemos de ello".

Sin embargo, tras las muertes del 9 de junio, el comportamiento de DeSantis hacia los reclusos cambió notablemente, según Aziz. "Cuando las cosas se pusieron tan mal, tras la muerte de los tres detenidos, se volvió silencioso y dejó de ser un rostro compasivo.

Los tres detenidos muertos no eran considerados prisioneros de alto valor y habían sido entregados a Estados Unidos por otras fuerzas que afirmaban que eran de Al Qaeda. Ninguno fue acusado. Zahrani tenía sólo 17 años cuando fue capturado y 22 cuando murió. Él y Utaybi, de 30 años, eran saudíes. Ahmed, de 37 años, era yemení. Lo que tenían en común era su participación en una huelga de hambre masiva, motivo por el que habían sido recluidos en el bloque Alfa.

Eran de los últimos supervivientes de la protesta contra la detención sin juicio y las malas condiciones que había comenzado el año anterior. La protesta fue sofocada en gran medida mediante la alimentación forzada, que consistía en atar a los reclusos a una silla y bombearles una bebida nutritiva, Ensure, a través de tubos insertados en la nariz.

"Nos ataron uno a uno a la silla, que tiene ocho puntos de sujeción", relató Mansoor Adayfi, un yemení que también era adolescente cuando fue capturado y que más tarde escribió un relato de su estancia en el campo, Don't Forget Us Here: Lost and Found at Guantánamo.

"Puedes respirar pero no puedes moverte. Trajeron montones de Ensure y empezaron a verterlos en nuestros estómagos, una lata tras otra. Y yo gritaba, chillaba, gritaba, lloraba y me cagaba encima".

Adayfi afirma que DeSantis estaba entre un grupo de oficiales que observaban.

"Había un coronel y DeSantis. Se miraban y sonreían", afirma Aziz. En un momento dado, dijo que DeSantis se inclinó sobre él para animarle a que dejara su huelga y empezara a comer, momento en el que Aziz vomitó sobre él.

"Es mentira", dijo DeSantis el jueves, cuando le preguntaron por las acusaciones. "¿Cree sinceramente que eso es creíble? Estamos en 2006. Soy un oficial subalterno. ¿Cree sinceramente que se acordarían de mí por lo de Adam? Por supuesto que no. Sólo intentan salir en las noticias porque saben que la gente como tú las consumirá porque encajan en su narrativa preestablecida."

Apenas se menciona Guantánamo en las memorias de DeSantis recientemente publicadas, The Courage to Be Free (El coraje de ser libre), pero durante su campaña para gobernador en 2018 el entonces candidato fue presionado por CBS Miami para que relatara su tiempo allí.

Afirmando que su trabajo había sido ofrecer asesoramiento legal, le dijo a la estación: "Todo en ese momento era de naturaleza legal, de una manera u otra. Así que el comandante quiere saber, ¿cómo combato esto? Así que una de las tareas de un asesor jurídico sería: 'Oye, en realidad puedes forzar la alimentación, esto es lo que puedes hacer'".

Dijo que una de las lecciones que había aprendido de Guantánamo había sido: "Ellos [los detenidos] utilizan cosas como el abuso de detenidos ofensivamente contra nosotros. Era una táctica, una técnica y un procedimiento".

Más recientemente, se ha distanciado del uso de la alimentación forzada, restando importancia a su papel.

"Yo era un oficial subalterno. No tenía autoridad para autorizar nada", declaró el mes pasado al periodista británico Piers Morgan. "Puede que hubiera un comandante que hubiera hecho la alimentación si alguien iba a morir, pero eso no era algo para lo que yo hubiera tenido autoridad".

Cuando se le pidió un comentario sobre la alimentación forzada y la investigación sobre las tres muertes, un portavoz de la oficina de DeSantis dijo: "Los comentarios del gobernador se sostienen por sí mismos".

Aziz dijo de DeSantis: "Era la persona equivocada, en el lugar equivocado en el momento equivocado". No era más que un teniente, que cumplía instrucciones y realizaba sobre todo tareas rutinarias en lugar de tomar decisiones, pero Aziz argumentó que su formación jurídica, en Harvard y después en la escuela JAG de la Marina estadounidense, le otorgaba un deber especial de hablar claro.

"Si sólo eres un soldado tienes menos responsabilidad por lo que haces, pero si estás a cargo de cosas legales, entonces es extremadamente malo", dijo Aziz. "Venía con regularidad. Visitaba los lugares donde se cometían actos oscuros y sucios. Lo veía todo, y te garantizo que nunca puso objeciones".


 

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