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El Mundo no Puede Esperar moviliza a las personas que viven en Estados Unidos a repudiar y parar la guerra contra el mundo y también la represión y la tortura llevadas a cabo por el gobierno estadounidense. Actuamos, sin importar el partido político que esté en el poder, para denunciar los crímenes de nuestro gobierno, sean los crímenes de guerra o la sistemática encarcelación en masas, y para anteponer la humanidad y el planeta.



Del directora nacional de El Mundo No Puede Esperar

Debra Sweet


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03-15-11

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Los diez años de un Guantánamo que reclama nuestra acción y nuestra indignación

05 de diciembre de 2011
Frida Berrigan

Traducido del inglés por
El Mundo No Puede Esperar
4 de enero de 2012

En un mundo lleno de injusticias, que van desde mujeres maltratadas a focas aporreadas, desde niños abandonados a las armas nucleares para eliminar las cimas de las montañas, desde la tortura en Guantánamo, en Bagram, en las prisiones de Chicago, a la tortura de la pena de muerte, desde el hambre en Somalia a la deforestación, a las familias destrozadas por las leyes inmigratorias de Arizona, ¿cómo elegimos por qué luchar?

La mayoría de la gente elige lo que le afecta personalmente, eligen lo que creen que pueden cambiar, lo que destroza sus corazones. Alguna gente elige lo que les parece más estratégico: si esta pequeña cosa cambia aquí, podría cambiar todas estas otras cosas en la dirección correcta.

Algunas personas van de un tema a otro y después a otro, necesitando estar en todas partes y en medio de todas las cosas. Una mezcla de la primera y la segunda postura parece ser lo correcto, ¿cierto?

He empezado con todo esto porque he estado pensando sobre Guantánamo. El conocido y a veces olvidado gulag está de nuevo en las noticias esta semana porque el Senado votó el martes retener una provisión dentro de la Ley de Autorización de Defensa Nacional (National Defense Authorization Act) que permitiría a los militares detener a sospechosos de terrorismo en suelo estadounidense y retenerlos indefinidamente sin juicio. Además, la medida, que fue aprobada en un espectáculo bipartidista de alarmismo y brutalidad, cerraría la puerta a los juicios civiles para sospechosos de terrorismo y  restringiría el recolocamiento de docenas de hombres en Guantanamo que han sido deberían ser liberados.

“El Congreso está esencialmente autorizando la prisión indefinida, sin cargos, para los ciudadanos estadounidenses. No somos una nación que encierre a sus ciudadanos sin cargos”, dijo la senadora Dianne Feinstein (D-CA) cuando sus compañeros demócratas rechazaron la enmienda de Mark Udall’s (D-CO) que habría terminado con esta medida.

¿No sería bonito si las palabras de Feinstein fueran verdad? Pero no tenemos que mirar tan lejos como Guantánamo o Bagram para encontrarnos a gente que está siendo encerrada sin cargos. De hecho, una de las tácticas de la respuesta policial a las ocupaciones en todo el país ha sido arrestar a gente y después liberarla sin cargos, encerrando a gente simplemente para quitarlos de en medio.

Volvamos a Guantánamo. He estado trabajando duro en este tema durante 6 años. Alrededor de estas fechas, en 2005, me estaba preparando para volar a Cuba con 24 amigos. Planeábamos caminar hasta Guantánamo, justo a la base naval estadounidense y visitar a los prisioneros, pasar algún tiempo con los guardias, y sacar cartas de los prisioneros para enviarselas a sus familias. Llegamos hasta la zona militar cubana que rodea la base y allí ayunamos, rezamos e hicimos 24 horas de vigilia durante 5 días. Tuvimos una conferencia de prensa y periodistas internacionales de muchos ámbitos con base en La Habana vinieron para hablar con nosotros. Avisamos constantemente al Comando Sur estadounidense y a la base, alertándolos de nuestra presencia y pidiéndoles permiso para entrar en la base. Esperábamos que, de alguna manera, entre nuestras persistentes oraciones y nuestro constante contacto con las autoridades, los prisioneros supieran que estábamos allí y qué era lo que hacíamos. Y lo consiguieron. No sabemos cómo, pero aproximadamente un mes después, a través del abogado de un grupo de detenidos, recibimos un mensaje de gratitud y esperanza.

Mucho ha cambiado en estos 6 años. En aquel entonces, había más de 700 hombres en Guantánamo. George W. Bush estaba en la Casa Blanca. La mayoría de los estadounidenses no sabían demasiado sobre el tema.

Hoy hay 171 hombres que permanecen en Guantánamo, más de 60 declarados aptos para ser liberados pero que permanecen en prisión a causa de la cobardía de la Casa Blanca, del regateo político y de la intransigencia del Congreso. El presidente Barack Obama, que hizo campaña con la promesa de cerrar Guantánamo, ha reemplazado a Bush en el Despacho Oval pero no ha cerrado su terrible creación ilegal. Hay docenas de documentales premiados, innumerables libros de gran importancia y muy informativos y miles de columnas con noticias sobre la prisión, e incluso Harold y Kumar entraron (y salieron) de Guantánamo.

Pero muchas cosas no han cambiado. No para Shaker Aamer y otros 170 presos que están todavía en Guantánamo. Pero todavía estamos con ellos. Todavía intentándolo. ¿Por qué? Quizá porque hemos cambiado. Porque los tiempos demandan nuestra acción y nuestro esfuerzo. ¿Por qué me sigue importando? ¿Por qué sigo apasionada con este tema 6 años después? Porque en el nombre de la justicia para las personas en Guantánamo he sido obligada a hacer cosas que hubiera pensado ridículas y terroríficas. Caminar lejos y dormir en el suelo, quedarme sin comer durante varios días seguidos, exponerme a una gran multa y a un tiempo en la cárcel por volar a Cuba, hablar con miles de personas, ser arrestada en la Corte Federal, la Corte Suprema, el Capitolio, la Casa Blanca, quedarme levantada hasta tarde y levantarme temprano, caminar en un incómodo mono naranja en la nieve de enro y la humedad de julio. Porque he encontrado una fascinante comunidad de personas para trabajar, luchar, llorar y reír. Porque nadie es libre cuando otros son oprimidos, y porque cerrar los ojos y los oídos y los corazones no es una opción.

Justo después de Año Nuevo, Witness Against Torture (Testigos Contra la Tortura) van de nuevo a Washington. Estaré allí. Comenzamos nuestro ayuno “Hambre para la Justicia” el 2 de enero e iremos a la Corte Superior de Moultrie al día siguiente para apoyar a los 14 amigos que fueron arrestados al interrumpir en julio la Cámara de los Representantes con el grito “cierren Guantánamo”. Ayunaremos hasta el 11 de enero, que marca los 10 largos años de detención, tortura e ilegalidad para muchos. Estaremos allí con Amnistía y Pax Christi y otros muchos grupos en una cadena humana que se extenderá desde la Casa Blanca al Capitolio. Esperamos que haya 2.771 personas ese día, una por cada persona detenida en Guantánamo y Bagram. El Centro para los Derechos Constitucionales dará una conferencia de prensa y la Campaña Nacional Religiosa Contra la Tortura será el anfitrión de una celebración interreligiosa. Habrá actividades por toda la ciudad para llamar la atención sobre este aniversario vergonzoso. Y terminaremos el ayuno el 12 de enero.

Para ser honestos, preferiría no ir. Tendré frío, y estaré incómoda y hambrienta. Echaré de menos a mi marido y a mi hija pequeña. Pero hay personas en Guantánamo que pintan dibujos increibles de una vida que dificilmente pueden imaginar. Hay personas que escriben poesía y que rezan a Dios por justicia, por la liberación y para que personas como yo no les olviden. Así que no lo haré. Esta es mi pasión en este momento. No olvidar, no estar a gusto con el sufrimiento de otros.

Este trabajo está bajo una licencia Creative Commons.

Frida Berrigan es una Senior Program Associate en la New America Foundation's Arms and Security Initiative (ASI). Es columnista para el Foreign Policy in Focus y contribuye como editora en In These Times.  Weapons at War 2008: Beyond the Bush Legacy, cuyos autores son Berrigan y William D. Hartung, es un examen de las ventas de armas de EE.UU. y la ayuda militar a los países en desarrollo, zonas de conflicto y naciones donde los derechos humanos no están salvaguardados.


 

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