Allan Nairn: El enviado de Trump para Venezuela es
criminal de guerra y cómplice de genocidio
Democracy Now!
30 de enero de 2019
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Como parte de los esfuerzos de EE.UU. para derrocar al presidente venezolano Nicolás Maduro, el
vicepresidente Mike Pence se reunió el martes en la Casa Blanca con miembros de
la oposición venezolana, junto al nuevo enviado especial de Trump para
Venezuela, Elliot Abrams. Abrams es un “halcón” de derecha, procesado en 1991
por mentir al Congreso durante el escándalo Irán-Contras, aunque más tarde fue
absuelto por el presidente George H.W. Bush. En la década de 1980, Abrams
defendió al dictador Efraín Ríos Montt mientras supervisaba su campaña de
asesinatos y tortura masiva de comunidades indígenas en Guatemala. Años más
tarde, Ríos Montt fue condenado por genocidio. Además, en el año 2002 Abrams
estuvo vinculado al intento de golpe de Estado contra Hugo Chávez en Venezuela.
Para ampliar esta información, vea el análisis del historial de Abrams que hacemos en Democracy
Now! junto al galardonado periodista de investigación Allan Nairn, que le viene
siguiendo el rastro hace más de tres décadas. Nairn ha ganado el premio George
Polk en dos oportunidades y también ha recibido el premio de la organización
Robert F. Kennedy Memorial.
Transcripción
Esta transcripción es un borrador que puede estar sujeto a cambios.
AMY GOODMAN: Mientras se desarrolla la
crisis en Venezuela, regresamos a mi conversación con el premiado periodista de
investigación Allan Nairn. Le pedí que nos hablara sobre Elliott Abrams, el
nuevo enviado especial de Estados Unidos para Venezuela.
ALLAN NAIRN: Abrams fue el hombre clave en la política del Gobierno de Reagan hacia Centroamérica, cuando ese Gobierno
estaba instigando lo que un tribunal dictaminó recientemente como un genocidio
en Guatemala, cuando Estados Unidos estaba apoyando al Ejército de El Salvador
en una serie de asesinatos y masacres realizadas por escuadrones de la muerte,
y cuando Estados Unidos estaba invadiendo Nicaragua con grupos armados de la
Contra que atacaban lo que un general estadounidense describió como “objetivos
fáciles”, en referencia a civiles, cooperativas y cosas así. Abrams luego
regresó durante el Gobierno de George W. Bush, se unió al Consejo de Seguridad
Nacional y fue un hombre clave en la implementación de la política
estadounidense de respaldo a los ataques israelíes contra Gaza, cuando Estados
Unidos se negó a aceptar los resultados de las elecciones en Gaza en las que
Hamas derrotó a Fatah, y en cambio Abrams y sus secuaces respaldaron una
operación de guerra para anular los resultados de las elecciones y respaldar a
las fuerzas de Mohammed Dahlan. Algunos comentaristas han dicho: “Bueno, Abrams
no es del grupo de Trump. El representa lo tradicional, la política exterior de
Estados Unidos ya establecida”. Y eso es verdad. El problema es que esa
política de Estados Unidos ha sido la de fomentar los genocidios cuando Estados
Unidos lo ha creído necesario. En el caso de Guatemala, Abrams y el Gobierno de
Reagan estaban aprobando el envío de armas, dinero, inteligencia y la provisión
de cobertura política al Ejército de Guatemala mientras este estaba arrasando
las zonas mayas de las montañas del noroeste, borrando de la faz de la tierra
662 pueblos, según cifras del propio Ejército, decapitando niños, crucificando
personas, usando las tácticas que ahora asociamos con el ISIS.
En un caso particular, en 1985, una activista que trabajaba con familiares de
personas desaparecidas, llamada Rosario Godoy, fue secuestrada por el ejército.
Ella fue violada y su cuerpo mutilado fue encontrado junto al de su bebé. Las
uñas del bebé habían sido arrancadas. Cuando se le preguntó al Ejército
guatemalteco acerca de esta atrocidad, dijo: “¡Oh!, murieron en un accidente de
tráfico”. Cuando se le preguntó a Elliott Abrams sobre este incidente, él
afirmó también que murieron en un accidente de tráfico. Esta activista fue
violada y mutilada, y su bebé apareció con las uñas arrancadas, y Abrams dijo
que fue un accidente de tráfico. Es algo muy similar a la postura que Abrams
tomó sobre Panamá. Cuando Noriega, el dictador de Panamá respaldado por
la CIA, quien estuvo involucrado en el narcotráfico, y al que Estados Unidos más tarde
decidió derrocar… cuando las fuerzas de Noriega secuestraron al disidente
panameño Hugo Spadafora y le cortaron la cabeza con un cuchillo de cocina,
Jesse Helms fue el único que intentó investigar en el Congreso de Estados
Unidos, y Elliott Abrams lo detuvo, diciendo: “No, necesitamos a Noriega. Él
está haciendo un muy buen trabajo. Está cooperando con nosotros”. En el caso de
El Salvador, luego de la masacre en El Mozote, donde un batallón entrenado por
Estados Unidos masacró a más de 500 civiles, degollando a niños por el camino,
Abrams tomó la iniciativa en negar que tal cosa hubiera sucedido. Y luego
describió los resultados de las políticas del Gobierno de Reagan hacía El
Salvador como un logro fabuloso. Lo dijo incluso después de que la Comisión de
la Verdad de El Salvador emitiera un informe diciendo que más del 85% de las
atrocidades habían sido cometidas por las fuerzas armadas y los escuadrones de
la muerte, que tenían una práctica particular que consistía en cortar los
genitales de sus víctimas, metérselos luego en la boca, y dejarlos a la vista
de todos en los bordes de las carreteras de El Salvador. Cuando yo aparecí en
el programa de televisión de Charlie Rose con Elliott Abrams, sugerí que él
debería ser sometido a juicio, llevado ante un tribunal al estilo de Nuremberg
y juzgado por su papel en la facilitación de crímenes de guerra y de lesa
humanidad. Abrams se burló de la idea, y dijo que era algo “ridículo”, pero en
realidad no negó ninguno de los hechos respecto a lo que había hecho. Dijo que
todo había sido necesario en el contexto de la Guerra Fría. Entonces, este es
Elliott Abrams, quien ahora ha sido nombrado como la persona a cargo de los
aspectos clave de la política de Estados Unidos hacia Venezuela.
AMY GOODMAN: Allan, veamos ese video.
Esto ocurrió en marzo de 1995, cuando usted y Elliott Abrams estuvieron en el
programa de Charlie Rose de la cadena PBS. El video empieza con usted.
ALLAN NAIRN: Es decir, creo debemos
aplicar las mismas reglas. El presidente Bush habló una vez de someter a Saddam
Hussein a juicio por crímenes de lesa humanidad, en un tribunal como el de
Nuremberg. Creo que es una buena idea. Pero si eres serio, tienes que ser
imparcial. Si nos fijamos en un caso como este, creo que tenemos que empezar a
hablar de llevar a juicio a funcionarios guatemaltecos y estadounidenses. Creo
que alguien como el señor Abrams sería un sujeto para una investigación similar
a la de Nuremberg. Pero estoy de acuerdo con el señor Abrams en que los
demócratas tendrían que sentarse en el banquillo de los acusados junto a él. El
Congreso ha estado involucrado en esto. El Congreso aprobó la venta de 16.000
fusiles M-16 a Guatemala. En 1987 y 1988…
CHARLIE ROSE: De acuerdo, pero espera un segundo. Yo solo… antes… porque…
ALLAN NAIRN: …votaron a favor de enviarmás ayuda militar de la que los republicanos habían pedido.
CHARLIE ROSE: Una vez más, lo invito a usted y a Elliott Abrams a volver a discutir lo que él hizo. Pero ahora mismo…
ELLIOTT ABRAMS: No, gracias, Charlie, pero no aceptaré…
CHARLIE ROSE: Espere un segundo. Adelante. ¿Quieres responder a la pregunta sobre si debe ir a juicio?
ELLIOTT ABRAMS: Es ridículo. Es ridículo responder a ese tipo de estupidez. Este tipo cree que estábamos en el lado
equivocado en la Guerra Fría. Tal vez él personalmente estaba en el lado
equivocado. Soy uno de los muchos millones de estadounidenses que se alegraron de ganar.
ALLAN NAIRN: Señor Abrams, usted estaba
en el lado equivocado al apoyar la masacre de campesinos y activistas, y
cualquiera que se atreviera a hablar. Y eso es un crimen. Eso es un crimen,
señor Abrams, por el que la gente debe ser juzgada. Las leyes de Estados Unidos…
ELLIOTT ABRAMS: Sí, claro, someteremos a juicio a todos los funcionarios estadounidenses que ganaron la Guerra Fría.
AMY GOODMAN: Allan, ese era Elliott Abrams respondiéndole
en en el programa de Charlie Rose en PBS. ¿Su respuesta?
ALLAN NAIRN: Bueno, creo que lo que dijo en nuestro
intercambio habla por sí mismo. Pero debo señalar que el pasado
septiembre, el pasado 26 de septiembre, en un juicio por genocidio en
Guatemala, un juicio en el que testifiqué y di evidencia, el tribunal dictaminó
que lo que el ejército guatemalteco hizo en Guatemala, en el caso de ese juicio
en particular, lo que le hicieron a la población maya ixil, pero también se lo
hicieron a otras poblaciones maya en Guatemala.. en ese juicio el tribunal
dictaminó formalmente que eso constituyó un genocidio. Y en su fallo, y esto es
bastante importante, dijeron que este genocidio fue llevado a cabo por el
ejército guatemalteco en acuerdo con y, esencialmente, a instancias de las
políticas de Estados Unidos, de los intereses de Estados Unidos. Por lo tanto,
el caso era muy solido en la década de 1990, cuando argumenté en el programa de
Charlie Rose que Abrams debería ser llevado a juicio, pero ahora es aún más
fuerte, porque tienes la afirmación del tribunal guatemalteco sobre este
genocidio, diciendo que ese genocidio deriva de las políticas de Estados
Unidos. Y eso ni siquiera es meterse en lo que se hizo con El Salvador, Panamá,
Nicaragua, Palestina y otros lugares.
AMY GOODMAN: Vamos a ver un fragmento de
lo que el Secretario de Estado Mike Pompeo dijo cuando anunció que Elliott
Abrams sería la persona clave en Venezuela.
SECRETARIO DE ESTADO MIKE POMPEO: La pasión de Elliott por los derechos y libertades de todos los pueblos le hacen
la persona perfecta y una incorporación valiosa y oportuna. […] Elliott será un
verdadero activo para nuestra misión de ayudar a los venezolanos a restaurar
plenamente la democracia y la prosperidad de su país.
AMY GOODMAN: Allan Nairn, ¿su respuesta?
ALLAN NAIRN: Bueno, Abrams ciertamente
tenía pasión. Tenía mucha pasión. Y también es muy inteligente. Entonces,
cuando Estados Unidos estaba respaldando al ejército guatemalteco en lo que ahora
ha sido juzgado como genocidio, cuando ayudaba dando apoyo, entrenando, incluso
en algunos casos participando en los interrogatorios junto con los escuadrones
de la muerte que Estados Unidos creó originalmente, Abrams fue muy apasionado
en ver que las armas y el dinero llegaban a su destino, y en aparecer
persistentemente en la televisión estadounidense, en programas como Nightline,
aplastando a los débiles demócratas que llevaban a debatir con él, porque
Abrams siempre basaba su argumento en los principios morales para defender ese
apoyo de Estados Unidos a los asesinatos masivos y el genocidio en
Centroamérica. En ese momento, por ejemplo, en El Salvador, una de las
cuestiones políticas inmediatas era que el Gobierno del presidente Duarte, y el
Ejército que apoyaba a Duarte era esencialmente respaldado, prácticamente
operado por Estados Unidos, y los rebeldes estaban desafiando a Duarte,
tratando de derrocarlo. Y Abrams le decía a los demócratas: “Entonces, ¿está
diciendo que deberíamos dejar caer al presidente Duarte? ¿Es eso lo que está
diciendo? ¿Y dejar que El Salvador se vuelva comunista?” Y los demócratas se
derrumbaban ante su argumento, respondiendo: “No, no, no estamos diciendo eso.
Estamos diciendo que tienes… tenemos que mantener al presidente Duarte en el
poder”. Y entonces Abrams decía: “Bueno, ¿cómo podemos mantener a Duarte en el
poder si no apoyamos al ejército salvadoreño? Así que siempre fue muy
apasionado y comprometido. ¿Comprometido con qué? Comprometido con los
asesinatos en masa al servicio de lo que podría definirse como intereses o
incluso capricho de Estados Unidos, porque de hecho, aunque todo eso estaba
siendo retratado por Abrams y otros en ese momento como una batalla para
prevenir que El Salvador, Guatemala y Nicaragua se convirtiesen en aliados de
la Unión Soviética, cualquiera que estuviera familiarizado con los hechos en el
terreno sabía que eso era ridículo. Eso no era en absoluto lo que estaba en
juego. Lo que estaba en juego era una batalla entre oligarquías locales, quienes
estaban conduciendo a la mayoría de los campesinos pobres y de la clase obrera
de esos países al borde de la hambruna, y en algunos más allá del borde. La
mitad de los niños en las zonas más pobres morían antes de los 5 años. Las
personas que se atrevieron a hablar en contra de los oligarcas que imponían
estas condiciones económicas, o contra el ejército, fueron capturados,
secuestrados por escuadrones de la muerte respaldados por Estados Unidos. El
hombre que creó los escuadrones de la muerte salvadoreños, el general Chele
Medrano, me describió esto con gran detalle, en 13 horas de entrevistas.
Medrano me mostró una medalla de plata que le fue otorgada en el Despacho Oval
por lo que llamaron un servicio meritorio excepcional, que comenzó originalmente
en el Gobierno del presidente Lyndon Johnson, y esto continuó hasta la época de
Abrams. Eso es lo que Estados Unidos estaban haciendo. Y eso es lo que él
defendía apasionadamente. Y no tenía nada que ver con defender la libertad de
los pueblos. Tiene más que ver con defender las libertades de los generales y
corporaciones y dictadores.
AMY GOODMAN: Volveremos con el periodista
de investigación Allan Nairn después de la pausa. [Pausa] Esto es Democracy
Now! democracynow.org, el informativo de guerra y paz. Soy Amy Goodman.
Mientras seguimos analizando la crisis en Venezuela y el nuevo enviado especial
de Estados Unidos para Venezuela, Elliott Abrams, volvemos a mi conversación
con el premiado periodista de investigación Allan Nairn.
AMY GOODMAN: Vayamos a lo que sucedió en
el escándalo Irán-Contra o Irangate en la década de 1980. En última instancia,
Elliott Abrams fue declarado culpable de mentir al Congreso, creo que dos
veces. Finalmente, sin embargo, el presidente George HW Bush lo perdonó. Pero
¿por qué le había mentido al Congreso?
ALLAN NAIRN: Bueno, él estaba mintiendo
para encubrir el hecho de que el Gobierno de Reagan llevó a cabo una operación,
de la que él fue parte, una operación dirigida por Oliver North, para
suministrar armas a la Contra nicaragüenses creada por Estados Unidos para
llevar a cabo agresiones contra Nicaragua, invadir Nicaragua e ir tras esos
blancos suaves, lo que el general estadounidense Galvin describió como “blancos
suaves”. Pero estaban haciendo eso ilegalmente en ese momento, porque el
Congreso lo había prohibido, pero el Gobierno de Reagan y Abrams y sus colegas
decidieron simplemente ignorar el mandato legal del Congreso y pasar a la
clandestinidad. Y para pasar a la clandestinidad, decidieron sacar mucho de su
dinero de, entre todos los lugares, Irán, que era un enemigo declarado de
Estados Unidos en ese momento. Y negociaron, hicieron un trato complejo
mediante el cual obtuvieron dinero de Irán, a cambio de proporcionar… de dejar
que pasaran las armas. Usaron ese dinero para enviárselo a la Contra, y la
Contra pudo continuar sus atrocidades. Y eventualmente tuvieron éxito. Los
contras tuvieron éxito al derribar temporalmente el Gobierno sandinista de
Nicaragua. Pero, y este es un punto muy interesante, y muy relevante en este
momento con la investigación de Mueller. Los cargos de los que fue acusado
Abrams, y de los que se declaró culpable, fueron relacionados con el aspecto
más trivial tanto de la operación de la Contra como de toda la política de
Estados Unidos en Centroamérica, de la cual él era esencialmente el cerebro. El
aspecto más trivial, sólo relacionado con el hecho de que le mintió al
Congreso, tratando de encubrir algunas transacciones de dinero. Nunca fue
acusado por los fiscales de Estados Unidos por el suministro de armas a los
terroristas, que era como se estaban comportando el Ejercito salvadoreño, el
Ejército guatemalteco y los grupos de la Contra respaldada por la CIA,
como terroristas, es decir, matando y torturando a civiles para fines
políticos. Abrams no fue acusado de eso. No fue acusado de incitar a delitos de
lesa humanidad o genocidio. Solo fue acusado del aspecto más trivial, porque
así es como funciona el sistema, particularmente el sistema estadounidense. Los
crímenes que son demasiado grandes, demasiado enormes, una amenaza demasiado
grande para la supervivencia del propio sistema, como el apoyo a genocidios en
el extranjero, no se puede condenar. Pero si cometes una ofensa más
insignificante, que Dios te ayude, porque podrías estar en un verdadero
problema. Y esa parece ser la situación de algunos de los aliados de Trump en
este momento, siendo acusados de mentir a la investigación de Mueller, por lo
general, en asuntos bastante pequeños en comparación con las cosas más grandes
que Trump está haciendo en este momento, como arrebatar a menores de los brazos
sus padres y madres en la frontera con México, aumentar los bombardeos y, por
lo tanto, los asesinatos de civiles, en Irak, Siria y Afganistán, y un montón
de cosas más. Y Abrams, por cierto, y esto tal vez también sea relevante por lo
que está pasando hoy, fue luego indultado por Bush. Y la persona que presionó
para eso fue Barr, quien era el fiscal general en ese momento y ahora es el
fiscal general entrante de Trump. Pero, repito, Abrams, aunque se declaró
culpable por haber mentido, todavía tiene que enfrentar la justicia real, así
como los generales y presidentes de Estados Unidos, como el presidente… en este
caso, hablando de Centroamérica, especialmente el presidente Reagan. Reagan
nunca se enfrentó a la justicia, y Abrams aún no se ha enfrentado a ella, pero
deberían hacerlo. ¿Por qué Estados Unidos no puede convertirse en un lugar tan
civilizado como Guatemala? Guatemala logró organizar un juicio por genocidio
contra el general Ríos Montt, su ex dictador, el general que fue la figura
clave en las masacres. Lo condenaron la primera vez. Lo sentenciaron a 80 años.
La oligarquía exigió que se revocara el veredicto. Se revocó. Entonces el
juicio se reinició desde la mitad del camino. Ríos Montt, para entonces, había
muerto. Pero el juicio renovado trajo un veredicto diciendo que el Ejército
había cometido genocidio en conformidad con los intereses de Estados Unidos. Y
esto se hace en el contexto de un Gobierno guatemalteco profundamente corrupto,
que está tratando de enmendar las leyes de Guatemala para que todos los
criminales de guerra condenados puedan ser liberados de la cárcel. Con el apoyo
del presidente Trump en este momento, y con apoyo externo clave del presidente
de Israel, Netanyahu, quien está presionando al Gobierno de Trump en su nombre,
y con Mike Pence actuando como el hombre clave, el actual gobierno guatemalteco
está intentando no solo para liberar a los criminales de guerra de la cárcel,
sino también para callar a todos los fiscales dentro de Guatemala, algunos de
ellos fiscales respaldados por la ONU con una institución,
llamada CICIG, que han estado procesando al propio presidente Morales de Guatemala. y otros
oligarcas y militares por cargos de corrupción. Están tratando de… en algunos
casos, de echar del país a los fiscales en otros, despedirlos, y en todos los
casos, despojarlos de su protección policial para dejarlos indefensos ante las
mafias, los traficantes de drogas y los políticos y oligarcas corruptos a los
que están tratando de procesar, todo eso ahora con el respaldo de Trump. Y es
en ese tipo de contexto político en el que los valientes sobrevivientes de las
atrocidades respaldadas por Abrams en Guatemala, el puñado de abogados,
fiscales y jueces honestos en Guatemala, fueron capaces de lograr el milagro
político de organizar estos juicios por genocidio y crímenes de lesa humanidad,
y condenar y mandar a la cárcel a una serie de funcionarios de alto nivel.
Entonces, si pueden hacer eso en Guatemala, ¿por qué no podemos hacer eso aquí
en Estados Unidos? ¿Por qué no podemos al menos aspirar a ese nivel de coraje,
conciencia política y espíritu cívico? Recuerdo que cuando el veredicto contra
el general Ríos Montt estaba siendo leído, yo estaba en la corte, y estaba
pensando: “Dios mío, imagina si esto se hiciera en Estados Unidos. Imagina un
juicio en Texas a Bush Jr. por lo ocurrido en Irak, o a Obama para los
asesinatos con drones, o para una figura como Elliott Abrams por lo ocurrido en
Guatemala, El Salvador y en otros lugares”. Y realmente es inconcebible en el
momento político actual en Estados Unidos. Pero creo que llegaremos a ese
punto. Y debemos tomar el ejemplo de los valientes supervivientes y abogados de
Guatemala.
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