La guerra en Ucrania es el último desastre provocado por
los neoconservadores
Biden está llevando a Ucrania, EE.UU. y la Unión Europea a una nueva debacle
geopolítica. Si Europa es mínimamente perspicaz, debería alejarse de estos
desastres de la política exterior estadounidense
Jeffrey D. Sachs (Brave New Europe) 5/07/2022
EEUU, armas, matanzas
PEDRIPOL
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La guerra de Ucrania es la culminación de un proyecto de 30 años de duración del movimiento neoconservador estadounidense.
La Administración Biden está repleta de los mismos neocón que defendieron las
guerras de elección de EE.UU. en Serbia (1999), Afganistán (2001), Irak (2003),
Siria (2011) y Libia (2011) y que tanto han hecho por provocar la invasión de
Ucrania por parte de Rusia. A lo largo de su historia, el movimiento ha
producido absolutos desastres y, sin embargo, Biden ha llenado su equipo de
neoconservadores. En consecuencia, el presidente estadounidense está llevando a
Ucrania, EE.UU. y la Unión Europea a una nueva debacle geopolítica. Si Europa
es mínimamente perspicaz, debería alejarse de estos desastres de la política
exterior estadounidense.
El movimiento neocón surgió en la década de 1970 en torno a un grupo de conocidos
intelectuales, varios de los cuales estaban influidos por el politólogo de la
Universidad de Chicago, Leo Strauss, y el profesor de historia clásica de la
Universidad de Yale, Donald Kagan. Algunos líderes neoconservadores han sido
Norman Podhoretz, Irving Kristol, Paul Wolfowitz, Robert Kagan (hijo de
Donald), Frederick Kagan (hijo de Donald), Victoria Nuland (mujer de Robert),
Elliott Cohen, Elliott Abrams y Kimberley Allen Kagan (mujer de Frederick).
El mensaje principal de los neoconservadores estadounidenses es que EE.UU. debe
mantener su predominio militar mundial y enfrentarse a las potencias regionales
emergentes que puedan poner en peligro su dominio global o regional,
especialmente Rusia y China. Para conseguirlo, Estados Unidos debería desplegar
su ejército en cientos de bases militares a lo largo y ancho del mundo, de
forma preventiva, para estar preparado para iniciar una guerra de elección si
fuera necesario. Estados Unidos recurriría a las Naciones Unidas únicamente
cuando ello conviniera a sus intereses.
Paul Wolfowitz fue el primero en explicitar este planteamiento en su borrador del
documento ‘Orientaciones de la política de defensa’ (Defense Policy Guidance),
escrito para el Departamento de Defensa en 2002. En dicho borrador, Wolfowitz
solicitó la ampliación de la red de seguridad dirigida por Estados Unidos a
Europa central y Europa del Este, a pesar de que el ministro de Exteriores
alemán Hans-Dietrich Genscher había prometido expresamente en 1990 que la
unificación alemana no iría seguida de una ampliación de la OTAN hacia el este.
Además, Wolfowitz expuso argumentos a favor de las guerras de elección
estadounidenses, defendiendo el derecho de Estados Unidos a actuar de forma
independiente, incluso en solitario, para responder a crisis que puedan tener
repercusiones para el país. Según el general Wesley Clark, ya en mayo de 1991
Wolfowitz dejó claro a Clark que Estados Unidos realizaría operaciones de
cambio de regímenes en Irak, Siria y otros antiguos aliados soviéticos.
Los neoconservadores defendieron la inclusión de Ucrania en la OTAN incluso antes
de que ello constituyera la política oficial estadounidense con George W. Bush
hijo en 2008. Para ellos, la pertenencia de Ucrania a la OTAN era clave para el
dominio regional y global de Estados Unidos. En abril de 2006, Robert Kagan
explicaba así los argumentos neoconservadores de la expansión de la OTAN:
Rusia y China no ven nada natural en las “revoluciones de colores” [de la antigua
Unión Soviética], solo golpes de Estado respaldados por Occidente y diseñados
para ampliar su influencia en regiones estratégicas. ¿Están tan equivocados?
¿No podría ser la satisfactoria liberalización de Ucrania, instada y respaldada
por las democracias occidentales, sino el preludio de la incorporación de dicha
nación a la OTAN y la Unión Europea, o dicho de otro modo, la expansión de la
hegemonía liberal occidental?
Kagan reconoció las terribles consecuencias que tendría esta ampliación y citó el
siguiente comentario de un experto: “El Kremlin se está preparando con mucha
seriedad para ‘la batalla por Ucrania’”. Los neoconservadores han buscado esta
batalla. Tras la caída de la Unión Soviética, tanto Estados Unidos como Rusia
debieron haber buscado la neutralidad de Ucrania, como forma de garantizar una
zona de separación y seguridad. En lugar de ello, los neoconservadores han
perseguido la “hegemonía” estadounidense y Rusia ha aceptado la batalla, en
parte para defenderse y en parte debido a sus propias pretensiones imperialistas.
Esta situación recuerda a la guerra de Crimea (1853-1856), cuando Gran Bretaña
y Francia buscaron debilitar a Rusia en el mar Negro tras la presión ejercida
por esta sobre el imperio Otomano.
Tras la caída de la Unión Soviética, tanto
Estados Unidos como Rusia debieron haber buscado la neutralidad de Ucrania
Kagan escribió el artículo como un ciudadano particular mientras su mujer, Victoria
Nuland, era embajadora de Estados Unidos ante la OTAN bajo el mandato de George
W. Bush hijo. Nuland ha sido una de las figuras clave en la consolidación del
movimiento. Además de embajadora ante la OTAN con Bush, fue secretaria de
Estado adjunta de Asuntos Europeos y Euroasiáticos de 2013 a 2017 con Barack
Obama, llegando a participar en el derrocamiento del presidente prorruso de
Ucrania, Viktor Yanukovych, y actualmente ejerce como subsecretaria de Estado
con Biden, cargo desde el que guía la política de Estados Unidos en lo que
respecta a la guerra de Ucrania.
La lógica neoconservadora se basa en una premisa falsa: que la superioridad
militar, financiera, tecnológica y económica de Estados Unidos permite a dicho
país imponer condiciones a cualquier región del mundo. Su postura es de una
arrogancia y un desprecio por la evidencia extraordinarios. Desde la década de
1950, Estados Unidos ha sido neutralizado o derrotado en casi todos los
conflictos regionales en los que ha participado. Y aun así, en la “batalla por
Ucrania”, los neoconservadores estaban preparados para provocar una
confrontación militar con Rusia ampliando la OTAN a pesar de las vehementes
objeciones de la Federación, convencidos de que conseguirían derrotarla con sus
sanciones económicas y el armamento de la organización atlántica.
El Instituto para el Estudio de la Guerra, un think-tank neoconservador dirigido por
Kimberley Allen Kagan (y apoyado por una serie de contratistas en materia de
defensa como General Dynamics y Raytheon), sigue prometiendo la victoria de
Ucrania. En lo que respecta a los avances de Rusia, el Instituto hizo un comentario
simbólico: “Independientemente del bando que ocupe la ciudad [de
Severodonetsk], es probable que la ofensiva Rusa haya alcanzado su punto máximo
en términos operativos y estratégicos, lo que permitirá a Ucrania iniciar una
contraofensiva a nivel operativo para hacer retroceder a las fuerzas rusas”.
Los hechos sobre el terreno, no obstante, sugieren lo contrario. Las sanciones
económicas de Occidente no han hecho mucho daño a Rusia, pero el efecto bumerán
en el resto del mundo ha sido significativo. Además, la capacidad de Estados
Unidos de reabastecer a Ucrania de munición y armamento se ha visto seriamente
obstaculizada por su limitada capacidad de producción y por las rupturas en las
cadenas de suministro. Como era de esperar, la capacidad industrial de Rusia es
muy superior a la de Ucrania. El PIB de Rusia era unas 10 veces el de Ucrania
antes de la guerra y, actualmente, Ucrania ha perdido mucha de su capacidad
industrial debido al conflicto.
El resultado más probable de esta contienda es que Rusia conquiste una franja
importante del territorio de Ucrania y la deje con nada o con muy poco litoral.
En Europa y en Estados Unidos crecerá la frustración debido a los costes
militares y a la estanflación derivada del conflicto y las sanciones. El efecto
de arrastre podría ser devastador si un demagogo de derechas se hace con el
poder en Estados Unidos (o recupera el poder, como sería el caso de Trump) y
promete devolver al país su desvanecido poder militar mediante una peligrosa
escalada bélica.
En lugar de correr el riesgo de este desastre, la verdadera solución consiste en
terminar con las fantasías neoconservadoras de los últimos 30 años, en que
Ucrania y Rusia se sienten de nuevo a negociar y en que la OTAN se comprometa a
poner fin a su deseo de expansión hacia Ucrania y Georgia, a cambio de una paz
que respete y proteja la soberanía y la integridad territorial de Ucrania.
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Jeffrey D. Sachs es profesor universitario y director del Centro de Desarrollo Sostenible de
la Universidad de Columbia, donde dirigió el Instituto de la Tierra entre los
años 2002 y 2016.
Este artículo se publicó el 30 de junio en inglés en Brave New Europe.
Traducción de María García Díaz
Fuente: https://ctxt.es/es/20220701/Firmas/40211/Jeffrey-D-Sachs-guerra-Ucrania-EEUU-neocon-OTAN-belicismo.htm
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