Elin Ersson, la activista sueca del avión: "Sabía que no podía echarme atrás, que tenía que hacer lo que pudiera"
El vídeo de la estudiante que impidió la deportación a Afganistán de un
hombre se ha visto en todo el mundo. Su protagonista explica por qué lo
hizo
"Sabía que había gente en el avión que apoyaba la idea de que yo me pusiera
de pie. Tenía el apoyo mental que necesitaba"
Emine Saner
eldairio.es/The Guardian
26 de julio de 2018
La activista Elin Ersson, en una foto de su cuenta de Facebook
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"¡Queremos irnos, siéntate!", le gritan los enfurecidos
pasajeros del avión a Elin Ersson mientras ella se filma a sí misma y lo retransmite en directo
por Facebook. Con los mofletes tiñéndose levemente de rojo y los ojos
llorosos, Ersson permanece de pie y con la voz firme en la grabación. Un
tripulante del vuelo Gotemburgo-Estambul le pide una y otra vez que apague el
teléfono, que se siente o se baje del avión. Le dice que es una "pasajera
rebelde". Ersson se mantiene en sus trece. "Hago lo que puedo para salvar la
vida de una persona", dice.
¿Se sintió incómoda o expuesta? "Estaba tan metida en el momento que ni me daba cuenta de que todos me miraban", dice Ersson
por teléfono desde Suecia. "Toda mi atención estaba puesta en detener una deportación a Afganistán".
Más de dos millones de personas han visto en Internet el vídeo
de la protesta de Ersson que ella misma filmó el lunes mientras
intentaba impedir la deportación de un solicitante de asilo. "No voy a
sentarme hasta que esta persona se baje del avión", dice. Y sigue de pie, con la
cámara del teléfono apuntando hacia su cara porque otros pasajeros no querían
ser filmados.
La atmósfera parece hostil. Un británico del que sólo se oye la
voz se le acerca. "Estás molestando a toda la gente ahí", dice. "No me importa
lo que pienses". También intenta quitarle el teléfono pero una azafata se lo
devuelve a Ersson. Alguien más dice: "Estás impidiendo que todos estos pasajeros
lleguen a su destino". La respuesta de Ersson es incontestable: "Pero ellos no
van a morir, él va a morir".
Cuando al fin se emociona no es por la hostilidad de un puñado
de personas sino por el apoyo de otros pasajeros. La gente empieza a aplaudirle.
A tres filas de donde está, un hombre se levanta para decirle que está con ella.
Un equipo de fútbol en la parte trasera del avión también se pone de pie.
"Me sentí bien cuando el chico de Turquía empezó a hablar
conmigo para hacerme saber que no estaba sola", dice Ersson. "Me sentí muy bien.
Me decía que lo que yo estaba haciendo estaba bien".
Ersson pensaba que la deportación que iba a impedir era la de un
joven afgano, aunque una vez en el avión, se dio cuenta de que a él no lo habían
subido. Antes del vuelo en el aeropuerto, la familia del joven y Ersson se
habían acercado a los pasajeros para informarles de lo que estaba sucediendo.
Entre las personas con las que habían hablado figuraban los miembros del equipo
de fútbol que "apoyaban la causa": "Sabía que había gente que apoyaba la idea de
que yo me pusiera de pie. Tenía el apoyo mental que necesitaba".
Al avión sí habían subido a un hombre afgano de unos 50 años
para su deportación. Finalmente, la tripulación lo hizo bajar por la puerta de
atrás. Ersson no pudo ver cómo bajaba (había otras personas de pie para ver qué
pasaba) y tampoco lo vio en la pista una vez que se bajó del avión.
"Me hicieron asomarme por la puerta delantera del avión y no lo
pude ver con mis propios ojos, pero estaban diciendo que allí estaba, escuché lo
que hablaban entre ellos y de verdad me pareció que su deportación había sido
cancelada". Y añade: "Me sentí bien".
Ersson tiene 21 años y estudia en la Universidad de Gotemburgo
para formarse como trabajadora social. Lleva alrededor de un año trabajando de
forma voluntaria con grupos de refugiados.
En 2015, 163.000 personas pidieron asilo en Suecia. Entre ellos, 35.000 menores no acompañados. Pero la política del Gobierno ha
sido la deportación, especialmente con los afganos. Aunque representan más de la
mitad de los refugiados en Suecia, el país sólo ha concedido asilo al 28% de los
solicitantes afganos. Afganistán es considerado "seguro", aunque los grupos
humanitarios digan que es un país frágil y en conflicto. En 2017, más de 3.000
civiles murieron en Afganistán. Otros 7.000 resultaron heridos.
"Allí la gente no tiene garantías de ninguna seguridad", dice
Ersson. "No saben si van a vivir otro día. He escuchado las historias de las
personas de Afganistán a medida que las he conocido trabajando con ellas y estoy
cada vez más convencida de que nadie debería ser deportado a Afganistán porque
no es un lugar seguro. La forma en que estamos tratando a los refugiados en este
momento… Creo que podemos hacerlo mejor, especialmente un país rico como
Suecia".
Una respuesta global a su vídeo
Suecia celebra en septiembre sus elecciones generales y la
inmigración ya está en el centro del debate. Las encuestas muestran un fuerte
apoyo al partido anti-inmigrante Demócratas Suecos (Sverigedemokraterna),
vinculado a los supremacistas blancos y a los grupos neonazis.
A Ersson le preocupa que el país esté derivando hacia la extrema
derecha. "Prácticamente todos los meses me topo con nazis por la calle; mi
sensación es que están ganando fuerza y que van a votar (a los Demócratas
Suecos) cuando lleguen las elecciones".
Ersson se siente gratificada por la respuesta global que ha
tenido el vídeo. "Espero que la gente empiece a preguntarse cómo trata su país a
los refugiados. Necesitamos empezar a ver a las personas cuyas vidas están
siendo destruidas por nuestras políticas de inmigración".
No es la primera vez que Ersson se involucra en impedir las
deportaciones. Tiene experiencia ayudando a refugiados para que accedan a
asistencia legal y retrasen el proceso de deportación. Pero esta es la
primera vez que se sube a un avión para intervenir. Un grupo de activistas, en
su mayoría conectados a través de Facebook, se había enterado de que había un
joven a punto de ser deportado. Recaudaron dinero para pagar un pasaje, Ersson
fue a casa a buscar su pasaporte y se fue directamente al aeropuerto.
Resultó que aquel joven no estaba en el avión, pero "había
rumores" de que los funcionarios de inmigración habían estado trasladando a
otras personas para su deportación. Se enteraron de que una de esas personas era
un afgano de unos 50 años. Ersson no sabía nada de él, ni siquiera su aspecto,
pero pronto se dio cuenta de que él sí estaba en el avión y el joven, no. Ersson
se le acercó por detrás y habló brevemente con él, antes de que la empujara una
de las guardias de seguridad que lo acompañaban.
"Cuando ella empezó a tocarme y a empujarme, cogí el teléfono y
empecé a filmar por si me pasaba algo, quería asegurarme de que los demás sabían
lo que estaba pasando", dice Ersson, que grabó el vídeo desde la parte delantera
del avión, donde estaba su asiento. La retransmisión en directo también
servía para que la familia del joven, aún en el aeropuerto, supiera que a él no
lo habían subido a ese avión.
Ersson era consciente de que muchos de los pasajeros estaban
enfadados. "Primero se enfadaron porque los tripulantes me hablaban y yo no les
hacía caso, pero cuando entendieron lo que estaba haciendo, la mayoría pensó que
estaba bien". Estaba decidida, dice. "El británico era muy agresivo pero yo
sabía que había leyes que me protegían. Sabía que tendría el respaldo de los
responsables de la seguridad en el avión. Aunque él estaba enfadado porque su
avión se retrasaba, yo sabía que no podía tocarme ni coger mi teléfono".
"Sobre todo, me sentí apoyada por los pasajeros del avión. Fue
de verdad muy emotivo pero yo tenía una misión y simplemente estaba asegurándome
de llevarla a cabo". Ersson cuenta que estaba nerviosa en el aeropuerto y que no
estaba segura de que fuera a salir bien. "Me sentí así cuando vi a la familia
llorando, no sabía si iba a poder hacerlo", dice. "Pero sabía que no podía
echarme atrás porque era mi nombre el que estaba en el pasaje, tenía que hacer
lo que pudiera".
La trágica postdata es que Ersson cree que el joven cuya
deportación trataba de impedir originalmente fue trasladado a Estocolmo, donde
lo subieron a otro vuelo. "Así es como funcionan las deportaciones en Suecia.
Las personas involucradas no saben nada y no se les permite ponerse en contacto
con sus abogados o familiares", dice un día después en un mensaje de texto. "Mi
objetivo final es poner fin a las deportaciones a Afganistán".
Traducido por Francisco de Zárate
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