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El Mundo no Puede Esperar moviliza a las personas que viven en Estados Unidos a repudiar y parar la guerra contra el mundo y también la represión y la tortura llevadas a cabo por el gobierno estadounidense. Actuamos, sin importar el partido político que esté en el poder, para denunciar los crímenes de nuestro gobierno, sean los crímenes de guerra o la sistemática encarcelación en masas, y para anteponer la humanidad y el planeta.



Del directora nacional de El Mundo No Puede Esperar

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Cecily McMillan: "Devolverles la voz a aquellos a quienes les han robado la voz"

8 de octubre de 2014 | Periódico Revolución | revcom.us

Cecily McMillan pronunció las siguientes palabras el 2 de agosto de 2014 en la reunión de lanzamiento en la Ciudad de Nueva York para el Mes de Resistencia Contra la Encarcelación en Masa, el Terror Policial, la Represión y la Criminalización de una Generación. Hace poco Cecily McMillan había salido de la prisión de Rikers Island en la Ciudad de Nueva York tras cumplir 58 días por un caso con relación a Ocupar Wall Street en que el Departamento de Policía de Nueva York la atacó y abusó de ella sexualmente.


Cecily McMillan habla en la rueda de prensa para anunciar el Mes de Resistencia, 5 de agosto de 2014, en inglés.

Mi primera experiencia con la prisión, con la red de la encarcelación en masa, ocurrió en el sureste de Texas. Crecí en un complejo de casas rodantes y en esa zona se libraba una guerra contra las drogas en contra de los jóvenes en su mayoría hombres jóvenes blancos. Mi hermano es una víctima. Es un adicto. Lo llevaron a los 17 años y ha pasado la mayor parte de su vida dentro y fuera de las cárceles, condenas prolongadas, todas relacionadas con las drogas. Ya que yo trabajaba con él acerca de su encarcelamiento, yo tenía una idea de lo que pasaba en las prisiones. A menudo llamé al alcaide en relación a su tratamiento. Pero no fue hasta que fui a Rikers y me encarcelaron allí el 5 de mayo por mi trabajo con Ocupar Wall Street que entendía a fondo lo que pasaba allí. Cuando estás tan divorciada por las vallas, por los puentes, por el alambre de púas, y tienes llamadas telefónicas de 21 minutos que pueden costarte hasta $15 por esa llamada telefónica, es muy difícil tener una idea de lo que sucede allí. Así que a pesar de lo que pensé que era una familiaridad con los horrores y las atrocidades de las cárceles y los sistemas penitenciarios por medio de esas llamadas de teléfono con mi hermano y mis amigos, mi estancia en Rikers me despertó bruscamente. Experimenté mucho más de cerca lo que [se ha discutido aquí hoy].

Yo sólo conocí a unas cuantas personas que eran de Manhattan. La gran mayoría de la gente eran del Bronx y de Brooklyn. Nunca estaba en un cuarto con más de dos o tres mujeres que parecían ser blancas. Y la mayoría de esas mujeres descubrí que eran al menos la mitad latina. Las mujeres que conocí eran increíbles. Las considero organizadoras ellas mismas. Cuando escuchaba sus historias, cuando hablaba con ellas, cuando me relacionaba con ellas, lo encontré increíble que se las arreglaran para organizar a sus comunidades, incluso mientras estaban en la prisión, por teléfono, a menudo gritando cosas como, “¿qué quieres decir que no sabes el número PIN?, el número PIN es tu cumpleaños, tienes que pagar esta factura, tienes que darle $25 a esta persona, y $100 a esa otra persona”. Fue increíble ver que estas mujeres lograran, a pesar de los viles ultrajes tanto dentro como fuera de Rikers, organizarse para ser seres humanos, para vivir cada día, mantener una humanidad, seguir cuidando a sus comunidades mientras que están completamente bajo ataque todos los días, tanto dentro como fuera de Rikers.

Conocí a una mujer con un hijo de un año de edad y a él le habían diagnosticado un grave defecto cardíaco. No considerarían a ella, su seguro no cubriría la cirugía que el niño necesitaba y ella tenía que encontrar $50.000 rápido. Ella había ido a la universidad, fue a la Universidad de la Ciudad de Nueva York. Estudiaba el internet, cosas del web y encontró una manera de conseguir el dinero rápido. La pillaron en la investigación de conspiración en el escándalo de tarjetas de crédito Target. Lo encontré muy interesante ya que todavía no han pillado a nadie en nuestro sistema bancario.... Pero ella consiguió el dinero que necesitaba. Esta mujer no era estúpida, era muy inteligente. Sabía que iban a pillarla, consiguiendo tanto dinero tan rápidamente. Entendía que iba a la prisión. Pero sabía que podía salvarle la vida a su hijo e hizo lo que tenía que hacer para cuidar a su hijo. Conocí a otra mujer que se defendió con un cuchillo contra su ex novio que la atacó después de años de abuso. Debido al hecho de que ella era una policía, el fiscal argumentó que ella no era indefensa, que tenía la formación para poder de-escalar la situación y, por lo tanto, ella se vio obligada a aceptar un acuerdo con el fiscal: un año de cárcel por proteger a sí misma, por atreverse a ser una mujer quien se defendería a sí misma y se negaría a aceptar otra paliza de un hombre.

Al igual que estas mujeres, muchas mujeres que conocí en Rikers eran lo que yo llamaría presas políticas. Para mí un preso político es alguien que va en contra de las normas o reglas sociales para oponerse a la opresión, para defender lo justo o para defender a aquellos que aman. Las demás eran víctimas de lo que considero la represión política. Cuando nuestro gobierno relega a clases y comunidades enteras a ciclos de estar sin hogar y sin trabajo, al racismo y clasismo y luego criminaliza la impotencia que resulta de esto, tal como se presenta en la “teoría de las ventanas rotas” o la guerra contra las drogas — esa es la represión política. Y cuando encierran a nuestra gente en la prisión, no sólo separan a nuestra gente de la sociedad, no les consideran personas. En Rikers supe, me sentí y sufrí la realidad de que dividen el término “prisionero” de la palabra “persona”. Que ese criminal se distingue del ciudadano. Que ser condenado por un delito grave significaba de modo muy concreto que ya no me consideraban una contribuyente valiosa a la sociedad. La misma sociedad que amo, la misma sociedad por la cual he luchado y la misma sociedad por la cual fui a la cárcel.

Cuando nuestra sociedad crea estas falsas distinciones, cuando nuestra sociedad hace que haya personas en la sociedad que se pueden degradar al nivel de prisionero y silenciarlas y ya no pueden participar en el proceso que gobierna su vida, esto se cae frente a lo que Estados Unidos dice que supuestamente lo es. Se cae frente a la democracia y es una gran herida para la humanidad. No puede existir. Ya no puede continuar. No podemos poner a la gente en una distinción para que no puedan participar en la toma de decisiones cotidiana que gobierna su vida. Debemos hacer que cada persona tenga una voz, que se oigan sus voces y que haya que quitar esa división de nuestro sistema penitenciario.

Así que me estoy uniendo a este Llamamiento [para el Mes de Resistencia Contra la Encarcelación en Masa, el Terror Policial, la Represión y la Criminalización de una Generación] porque quiero asegurarme de que todo el mundo de ahora en adelante pueda tener al menos una voz en las circunstancias que les han robado la voz a tanta gente. Quiero asegurarme de que yo participe en una conversación que se espera que pueda devolverles la voz a aquellos a quienes les han robado la voz.


 

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