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21 de agosto de 2015

El Mundo no Puede Esperar moviliza a las personas que viven en Estados Unidos a repudiar y parar la guerra contra el mundo y también la represión y la tortura llevadas a cabo por el gobierno estadounidense. Actuamos, sin importar el partido político que esté en el poder, para denunciar los crímenes de nuestro gobierno, sean los crímenes de guerra o la sistemática encarcelación en masas, y para anteponer la humanidad y el planeta.



Del directora nacional de El Mundo No Puede Esperar

Debra Sweet


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El discurso de Obama sobre Afganistán:

Problemas para el imperio… en una INJUSTA guerra

El 22 de junio, el presidente Barack Obama pronunció un importante discurso sobre la guerra en Afganistán. Anunció que para septiembre del 2012, Estados Unidos retiraría todos los 33.000 soldados que fueron enviados a Afganistán como parte de “el aumento” de noviembre 2009. Obama afirmó que este era el comienzo de una importante reducción de las fuerzas estadounidenses en Afganistán: “Después de esta inicial reducción, nuestros soldados continuarán volviendo a casa a un ritmo firme a medida que las fuerzas de seguridad afganis vayan tomando el mando. Nuestra misión cambiará del combate al apoyo. Este proceso de transición será completado para el 2014 y el pueblo afgani será responsable de su propia seguridad”.

Obama afirmó que era el comienzo del fin de la guerra en Afganistán: “[E]sta noche, nos da tranquilidad la nueva de que la marea de la guerra está bajando… Y aunque en adelante habrá días oscuros en Afganistán, se puede ver la luz de una paz segura en la distancia. Estas guerras largas tendrán un fin responsable”.

La prensa establecida resaltó la afirmación de Obama de que la guerra en Afganistán estaba finalmente terminando. Y algunos oponentes a la guerra vieron en su discurso “un paso en la dirección correcta”.

Pero ninguno de esos cálculos soportó el escrutinio. Mire lo que Obama realmente dijo, y luego hacer las matemáticas. Cuando Obama tomó posesión en enero del 2009 había 32.000 soldados en Afganistán. Para diciembre del 2009 —cuando esta cantidad ya había crecido a 68.000— Obama anunció “un aumento afgani”, para agregar 30.000 soldados de Estados Unidos. Ahora Obama planea retirar 33.000 soldados del “aumento”, 10.000 para el fin del 2011 y el resto para el verano del 2012. Esto significa que para el fin del 2012, aún habrá 68.000 soldados en Afganistán — el doble de los 32.000 cuando Obama tomó posesión. Y hoy hay 50.000 soldados de la OTAN y aproximadamente 100.000 contratistas militares en Afganistán, ninguno de los cuales Obama mencionó.

La promesa de Obama de que no habrá operaciones de combate terrestre de Estados Unidos después del 2014 no significa que no habrá miles de soldados estadounidenses en Afganistán o que éstos no participarán en varias formas de ataques militares — ya sea entrenando o dirigiendo a las fuerzas afganas, llevando a cabo “operaciones especiales” o lanzando ataques con aviones no tripulados.

Obama le dio a Estados Unidos una gran escapatoria cuando planteó: “Tendremos que hacer la difícil tarea de conservar los logros que hemos hecho, mientras vayamos reduciendo nuestras fuerzas y transfiriendo la responsabilidad por la seguridad al gobierno afgani”. Esto significa que Estados Unidos puede reducir el ritmo de la reducción de los soldados o hasta detenerla so pretexto de “conservar los logros” y transferir “la responsabilidad”.

Una guerra por el imperio

En este discurso, Obama afirmó: “Nosotros no estamos por el imperio, sino por la autodeterminación”. Pero del imperio es precisamente de lo que se trata “la guerra contra el terror” de Estados Unidos y lo que Estados Unidos busca en Afganistán.

Los imperialistas de Estados Unidos lanzaron “su guerra contra el terror” e invadieron y ocuparon a Afganistán en octubre del 2001 para poder imponer por medio de la violencia, la cual incluye el terror en masa, los objetivos de Estados Unidos y su dominio en general de Asia central — una zona estratégicamente clave en el mundo. Los objetivos de esta guerra nunca se centraron simplemente en vengarse de los ataques del 11/9, mucho menos “liberar” al pueblo de Afganistán o de otras partes. Esta tiene por objeto derrotar el fundamentalismo islámico, las fuerzas jihadistas que estaban desafiando la agenda de Estados Unidos, tumbar los regímenes que se entrecruzaban en el camino de Estados Unidos y transformar radicalmente la región entera del norte de África a Asia central. Esto se consideraba como un elemento crucial para fortalecer el dominio imperialista de Estados Unidos. Todo esto fue parte de una agenda más amplia para crear una hegemonía global que no tiene rival y no se puede desafiar.

El problema para los imperialistas…

En su búsqueda de dicha hegemonía, el problema para los imperialistas es que se han topado con contradicciones enormes y potencialmente desestabilizadoras, las cuales han suscitado debates muy agudos dentro de sus filas sobre cómo lidiar con dichas contradicciones y resolverlas. La reducción de soldados de parte de Obama en Afganistán representa su plan para lidiar con esas contradicciones y continuar luchando por fortalecer el predominio global de Estados Unidos — sobre lo cual no existen diferencias entre los gobernantes. Las maniobras de Obama no son una respuesta a “la opinión pública” en ningún sentido fundamental, ni tampoco tienen que ver con terminar la guerra o dar paso atrás del “imperio”.

Afganistán, un país predominantemente rural de algunos 30 millones de personas, es uno de los más pobres y más oprimidos del planeta. Estados Unidos es la superpotencia imperialista más rica y más poderosa del mundo. ¿Por qué Estados Unidos —con sus fuerzas armadas de alta tecnología— no ha sido capaz de conquistar a Afganistán después de casi una década de guerra?

Esas dificultades han surgido del carácter injusto y reaccionario de la guerra y la manera en que esta está diametralmente opuesta a los intereses del pueblo afgani. Las dificultades de Estados Unidos también se han derivado del complejo conjunto de contradicciones que este enfrenta a través de toda la región, ahora enfocado muy agudamente en las tensiones actuales entre Estados Unidos y Pakistán, al igual que otros grandes desafíos para la agenda de Estados Unidos en la región.

La invasión de Estados Unidos a Afganistán en 2001 surge de una década de planeación de Estados Unidos antes del 11/9 con el objeto de tomar mayor iniciativa y hegemonía en el Medio Oriente y Asia central. Pero la historia de la dominación de Estados Unidos en Afganistán viene varias décadas atrás. En 1979, la Unión Soviética, entonces un rival imperialista de Estados Unidos, invadió a Afganistán. Y durante la década de 1980, canalizó más de $3 mil millones de armas y ayuda a los reaccionarios fundamentalistas islámicos para luchar contra la ocupación soviética. Esa insurgencia dirigida por la CIA es donde Osama bin Laden tiene sus comienzos.

Después que los soviéticos se retiraron de Afganistán en 1989, las fuerzas jihadistas nutridas por Estados Unidos, Pakistán y Arabia Saudita permanecieron y se fortalecieron en Pakistán y Afganistán, donde el Talibán se apoderó del país en 1996. La invasión del 2001, en parte, tenía por objeto aplastar a esas fuerzas. Al contrario, la guerra y la ocupación, al igual que otras previas acciones imperialistas, sirvieron para impulsar el fundamentalismo islámico.

Estados Unidos tuvo una rápida victoria en el 2001, en gran parte porque el Talibán se retiró para reagruparse, en vez de luchar de frente contra los invasores. Pero cuando Obama tomó posesión, el Talibán ya había recobrado la iniciativa, en parte por su relación con elementos del ejército y los servicios de inteligencia pakistaníes.

Por ende, cuando Obama tomó posesión en 2009 y Estados Unidos estaba ante una posible derrota, Obama más que triplicó el número de fuerzas de combate al mando de Estados Unidos — de 32.000 a 100.000 tropas estadounidenses, más 100.000 y pico contratistas militares y 50.000 tropas de la OTAN. Estados Unidos adoptó una estrategia de contrainsurgencia que le decía al mundo que tenía por objeto “ganar los corazones y las mentes” de la población afgani mediante la expulsión del Talibán de las zonas en contienda y luego conservarlas y reconstruirlas a fin de darle estabilidad y una vida mejor a la población ahí.

Pero el aumento más esencial fue la violencia. Como un ejército ocupante que lucha por objetivos reaccionarios con una relación fundamentalmente antagónica con el pueblo afgani, Estados Unidos se apoya en sus avances tecnológicos — los que incluyen una gigantesca potencia de fuego y poderío aéreo. Como se documenta en un artículo de Rolling Stone anteriormente este año (“King David’s War”, 14 de febrero, 2011), Obama y el general David Petraeus, quien comandó “el aumento”, respondieron al peligro de la derrota con el escalamiento de la violencia en muchos frentes — entre otras cosas, con el incremento de bombardeos, de redadas nocturnas y el desencadenamiento de toda forma de escuadrones de la muerte y pandillas y milicias respaldadas por Estados Unidos.

Un objetivo central de la guerra de Estados Unidos es someter “por cualquier medio necesario” a una población en la que la mayoría no quiere estar bajo la dominación extranjera. Miles de personas en Afganistán han experimentado la brutalidad y las matanzas de las tropas de Estados Unidos y no confían en los invasores estadounidenses y en los lacayos afganis éstos pusieron en el gobierno, si no los odian. Las redadas nocturnas, las operaciones especiales, los asesinatos encubiertos, las ejecuciones extrajudiciales, los ataques con aviones no tripulados, el uso de contratistas militares, las detenciones en masa y la tortura y el terror en general están incrustados en la naturaleza de esta ocupación imperialista.

Un reciente informe de la ONU concluye que las redadas nocturnas —un elemento crucial de la doctrina de combate de Estados Unidos en Afganistán— han resultado en “el uso excesivo de fuerza, el maltrato, la muerte y lesiones de civiles y daños a la propiedad”. Un legislador afgani dijo: “Los aldeanos temen más a los estadounidenses que al Talibán por estas redadas” (“Night Raids Curbing Taliban, but Afghans Cite Civilian Toll”, New York Times, 8 de julio de 2011).

Cada bombardeo de Estados Unidos a una boda y cada masacre de civiles solo exacerban los sentimientos anti-Estados Unidos. Trágicamente, en el contexto de la situación actual donde la oposición organizada a Estados Unidos y sus aliados de la OTAN son los reaccionarios fundamentalistas islámicos, todo escalamiento de la violencia de Estados Unidos lanza a las personas hacia los brazos de las fuerzas jihadistas.

El problema para la clase dominante de Estados Unidos no es que la ocupación de Afganistán sea injusta y siembre el terror y la muerte sobre el pueblo de ese país. El problema, según su lógica y punto de vista, es que esta no está funcionando y a pesar de todo el terror y muerte que están regando en Afganistán, la situación amenaza con salirse de su control.

De acuerdo al Grupo Internacional de Crisis—un comité de investigadores por el imperialismo— las contradicciones que Estados Unidos enfrenta en la región, especialmente en Pakistán, se han vuelto más graves. Dicho grupo informa que es altamente improbable que el régimen de Karzai instalado por Estados Unidos pueda tomar control de la seguridad para el 2014 y quizás ni siquiera lo tengan sobre la capital, Kabul. El informe explica: “Ha aumentado la confabulación entre los insurgentes y los funcionarios corruptos del gobierno” y la economía afgani “cada día más la domina una oligarquía criminal de hombres de negocios con conexiones políticas” (International Crisis Group, “The insurgency in Afghanistan’s Heartland”, junio del 2011).

Esto ha dado origen a la posibilidad que Estado Unidos pudiera estar atascado en un atolladero en Afganistán y en Pakistán desde el cual no puede salir con algo parecido a la realización de sus objetivos.

Tal perspectiva podría llevar a un mayor crecimiento del fundamentalismo islámico en la región, la desestabilización de Afganistán y/o Pakistán, la propagación de esta inestabilidad por toda la región y la percepción en el mundo de que Estados Unidos ya no es la superpotencia dominante en el mundo y el garante militar del orden mundial.

La clase dominante de Estados Unidos ve este resultado como intolerable

Aunado a las dificultades de Estados Unidos, la guerra se está dando en el contexto de la peor crisis financiera global en 80 años y el enorme costo de la guerra de Afganistán, que ahora asciende a los $100 mil millones al ano (los gastos brutos de la “guerra contra el terror” podrían sumar hasta 3.7 millones de millones de dólares [“US Cost of War at Least 3.7 Trillion and Counting”, Reuters, 29 de junio de 2011]).

Hace poco, el entrante secretario de Defensa Leon Panetta dijo que Estados Unidos enfrenta “una tormentosa guerra” de crisis y difíciles contradicciones a través del mundo, no solo en Afganistán. En su audiencia de confirmación del 9 de julio de 2011, Panetta dijo: “Este es un tiempo de cambio histórico…Ya no estamos en la guerra fría. Esta situación es mas parecida a la ‘tormentosa guerra’, una tormenta de desafíos que toman velocidad e intensidad del terrorismo, de las tecnologías en rápido desarrollo y el incremento del número de potencias en la escena mundial….

“Hoy somos una nación en guerra y el trabajo número uno será el de asegurar que permanezcamos como la potencia militar más fuerte en el mundo, a fin de proteger esa seguridad que es tan importante para este país. No obstante, este también es un tiempo de hacer elecciones difíciles. Se trata de asegurar que nosotros seamos capaces de prevalecer en los conflictos en que estamos ahora metidos, pero también se trata de ser fuertes y disciplinados en aplicar nuestros limitados recursos de la nación para defender a Estados Unidos. Nada de eso será fácil”.

…Y la expresión de los intereses de la humanidad

Cuando figuras de la clase dominante de Estados Unidos como Leon Panetta hablan acerca de “defender a Estados Unidos”, la esencia de lo que está hablando es defender un mundo de explotación brutal — un mundo de trabajo infantil, la esclavización de las mujeres, la catástrofe ambiental y una interminable guerra injusta.

Y cuando dicen que “nada de esto será fácil”, están hablando de serios desafíos que ellos enfrentan al llevar a cabo su agenda.

Pero esa agenda, esos desafíos y esos intereses que los motivan no son los intereses de la gente en el mundo — incluyendo la gran mayoría de las personas en Estados Unidos.

La ocupación estadounidense de Afganistán es la ocupación de un país oprimido por un imperio opresor. Y cada vez que las tropas de Estados Unidos le tiroteen a una aldea afgani, eso estimula el crecimiento y la propagación de los reaccionarios movimientos jihadistas fundamentalistas islámicos. Y ese es así en particular por la ausencia de una lucha visible y resuelta contra la guerra en Estados Unidos — donde las personas de Afganistán y de todo el mundo podrían ver que la clase dominante no habla al menos por un importante sector del pueblo de este país.

La gente no se debería “sentirse cómoda” con las mentiras de Obama de que “está bajando la marea de la guerra”. La guerra no está “bajando” para los millones de personas de Afganistán para quienes la vida se ha vuelto una pesadilla viviente.

Es necesario denunciar esta guerra por lo que es —una guerra por el imperio— y forjar un movimiento de resistencia política amplia y decidida en Estados Unidos contra la guerra. Y tal movimiento podría ser parte de sacar al mundo de las actuales “alternativas” letales del imperialismo contra el fundamentalismo islámico y de jugar un rol vital en forjar otro camino para el pueblo del mundo.

 

Lo que vemos en contienda, con la jihad por un lado y McMundo/McCruzada por el otro, son sectores históricamente anticuados de la humanidad colonizada y oprimida contra sectores dominantes históricamente anticuados del sistema imperialista. Estos dos polos reaccionarios se oponen, pero al mismo tiempo se refuerzan mutuamente. Apoyar a uno u otro de esos polos anticuados, acabará fortaleciendo a los dos.

Esta es una formulación muy importante y crucial para entender muchas dinámicas que impulsan el mundo en este período, pero tenemos que tener en claro cuál de “los dos sectores históricamente anticuados” ha causado más daño y representa la mayor amenaza a la humanidad: los sectores dominantes históricamente anticuados del sistema imperialista, y en particular los imperialistas estadounidenses.

Bob Avakian, Lo BAsico 1:28


 

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