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21 de agosto de 2015

El Mundo no Puede Esperar moviliza a las personas que viven en Estados Unidos a repudiar y parar la guerra contra el mundo y también la represión y la tortura llevadas a cabo por el gobierno estadounidense. Actuamos, sin importar el partido político que esté en el poder, para denunciar los crímenes de nuestro gobierno, sean los crímenes de guerra o la sistemática encarcelación en masas, y para anteponer la humanidad y el planeta.



Del directora nacional de El Mundo No Puede Esperar

Debra Sweet


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Huelga de hambre en la Prisión Pelican Bay:

La humanidad y el valor de los presos... y la responsabilidad moral de apoyar sus demandas

Los presos de la Unidad de Vivienda de Seguridad (SHU) de la Prisión Estatal Pelican Bay (PBSP) han estado en una huelga de hambre desde el 1º de julio, exigiendo un fin a lo que constituye la tortura y condiciones brutalmente infrahumanas. El primer fin de semana (2 a 3 de julio), el Departamento de Correccionales y Rehabilitación de California (CDCR) informó que 6.600 presos, de 13 prisiones diferentes, rechazaron tomar alimento en solidaridad con la huelga. Afuera, ha estado creciendo el apoyo de personas que están exigiendo que el CDCR responda a las demandas de los presos.

El decimotercero día de la huelga, empezaron a salir alarmantes y urgentes reportes de que la situación médica de los presos estaba en una grave crisis. Según los mediadores que están en comunicación con los presos, algunos huelguistas ha bajado de 11.4 a 15.9 kilos de peso. Según un comunicado de prensa del 13 de julio de Solidaridad con la Huelga de Hambre de los Presos, una fuente con acceso a la situación médica de los presos, que pidió hablar anónimamente, se estaba deteriorando rápidamente y severamente la salud de los huelguistas de hambre, de que algunos ya estaban padeciendo insuficiencia renal crónica y que no han podido orinar durante tres días, y en el caso de algunos, los análisis han dado resultados en el rango de 30 de la glucosa, lo que, sin tratamiento, podría provocar la muerte. Según los representantes legales que vieron a los presos en la SHU de Pelican Bay el martes 12 de julio, muchos presos están experimentando latidos y palpitaciones irregulares del corazón y mareos, falta de aliento y otras dificultades respiratorias; a algunos les habían diagnosticado arritmia cardiaca. Se informa que los presos de las prisiones estatales Calipatria y Corcoran, en una huelga de hambre solidaria con los presos de Pelican Bay, también padecían una situación médica peligrosa.

Ahora, consideren lo siguiente: en el momento en que usted esté leyendo esto, habrá pasado cuando menos una semana desde que empezaron a salir estos informes. Y el CDCR sigue negándose siquiera tomar en cuenta las demandas de los presos.

¿Cuáles son estas demandas? De ser tratado como ser humano. Los presos quieren un fin al aislamiento de largo plazo en que los mantienen en celdas sin ventanas sin contacto con otro ser humano las 23 horas al día. Quieren un fin al castigo colectivo y la práctica de “rendir información”, que representa interrogatorios forzosos sobre afiliaciones con las pandillas. Piden comida digna, rehabilitación y programas educativos, una llamada telefónica a la semana, una foto al año, dos paquetes al año, más tiempo de visitas, permiso de tener calendarios en la pared y ropa abrigadora. (Ver las demandas de los presos en “Los presos en la SHU-Pelican Bay anuncian una huelga de hambre”, Revolución #237, 26 de junio de 2011.)

Ahora, piensen en lo siguiente: cientos de presos, ahora mismo, están dispuestos a morir por estas demandas justas y básicas. Están haciendo todo a su alcance, en la situación más infrahumana y aislada, de negarse a ser tratados como animales. Por eso, se está arrojando una luz sobre la tortura y la inhumanidad que están en marcha detrás de estos muros de la prisión. No podemos decir: “No sabíamos”.

Por lo tanto, se plantea la pregunta: ¿Qué van a hacer las personas de afuera? Las personas tienen la responsabilidad moral de actuar de una manera que esté a la altura de la justeza de las demandas de los presos y de la urgencia de la situación.

El CDCR no trata a estos presos como seres humanos. Sostiene que estos presos son “lo peor de lo peor” y se merecen lo que estén recibiendo. Pero, como seres humanos, tenemos que tener claridad: NADIE, sin importar lo que haya hecho, merece que lo torturen. NADIE merece que lo metan en condiciones tan extremas de aislamiento donde los carceleros ven que se extinga todo lo que le hace a uno un humano, que lo mantiene con vida física e intelectual, que lo conecta al mundo y a otras personas y que le da motivos de vivir, amar, aprender y pensar. Y la SHU de Pelican Bay no es el único lugar donde están haciendo esto. A través de Estados Unidos decenas de miles de presos están enjaulados en unidades de máxima seguridad, sometidos a esta clase de tortura.

Muchos presos han dejado en claro que están dispuestos a morir en caso de que no haya respuesta a sus demandas. Lo que las personas de afuera haga representará un importante factor en lo que pasa ahora, en el sentido positivo… o en el sentido negativo. En esta clase de urgente situación de vida o muerte, no puede haber excusa alguna de quedarse de brazos cruzados. No existe ninguna justificación por no unirse a la lucha por estas demandas, por no tomar partido aquí en apoyo a los intereses de la humanidad.

Y pregúntese lo siguiente: ¿Qué implicaría si las personas de afuera no se pusieran en pie y no hicieran todo a su alcance para cerciorarse de que estos presos no mueran, que no lucharan en serio para que estos presos sea tratados como seres humanos? ¿Qué revelaría eso acerca de nuestra humanidad? Pero, además, ¿qué representará sin que cientos y miles de personas se reúnan, libren una resuelta lucha por las justas demandas de estos presos y, así, manifiesten nuestra propia humanidad?

Una declaración de los presos de la prisión Corcoran dice: “Es importante que todos sepan que Pelican Bay no está solo en esta lucha y cuanto más amplia sea la participación y apoyo a esta huelga de hambre y otros esfuerzos semejantes, mayor será el potencial de que nuestro sacrificio de hoy conduzca a un mundo más humano para nosotros en el futuro”.

NADIE merece ser tratado así

Cierre sus ojos e imagine que está en una celda de 2.4 x 3.0 metros, sin ventanas, sin aire, solo muros de hormigón a su alrededor. Esta tumba incluye una losa de cemento sobre la que dormir, un inodoro y lavamanos. Eso es todo. Está privado de contacto humano. Meten la comida por una ranura en la puerta. No puede tomarse una foto para enviarla a la familia. Tal vez una vez al día, pero tal vez no, lo dejan salir por una hora de esta celda, a un espacio un poco más amplio, con un poquito más de aire. Se le niega el cuidado médico. Y si los guardias deciden que no está cooperando, por algo tan insignificante como no devolver la bandeja o golpear la puerta, un equipo de ellos, una brigada antidisturbios con porras, esposas, lo “extraerán” de la celda, lo atarán de pies y manos y lo patearán sin piedad. Ha estado en esta celda, sometido a esta tortura, por cinco años, o diez años, tal vez 30 años, privado de contacto humano, sin sentir nunca el sol en la piel, sin ver el cielo o ni una brizna de hierba, sin escuchar nunca una nota de música.

Esta es la vida, o más correctamente una muerte lenta, para 70.000 hombres y mujeres que han estado metidos en las unidades de máxima seguridad en las prisiones por todo Estados Unidos. Esta clase de aislamiento viola las normas del derecho humanitario internacional, que incluyen la Convención de la ONU contra la tortura y otros tratos o penas crueles, inhumanas o degradantes. Se sabe que esta clase de privación sensorial y carencia de contacto humano crea severos desórdenes sicológicos, literalmente vuelven loca a la persona. Para poner FIN a todo esto, los huelguistas en la prisión Pelican Bay están dispuestos a morir.

Piense sobre que los presos en estas condiciones están haciendo una huelga de hambre. Muchos no tienen forma incluso de saber lo que está pasando afuera de su celda. No tienen ninguna forma de comunicarse entre sí y ninguna forma, o formas muy limitadas, de hablar con sus amigos, la familia y las personas que los apoyan de afuera. Mientras tanto los funcionarios de la prisión han hecho uso de toda clase de mecanismos para sabotear la huelga, incluso mentirles a los presos, diciéndoles que la huelga se acabó; y tratan de crear divisiones entre los presos. Y no obstante, un núcleo firme de presos en huelga de hambre ha permanecido fuerte y aún más resuelto.

El viernes 14 de julio, Solidaridad con la Huelga de Hambre de los Presos (PHSS) emitió un comunicado de prensa que informa que los huelguistas de Pelican Bay rechazaron unánimemente la propuesta del CDCR de terminar la huelga. De acuerdo a la PHSS, el CDCR respondió a las cinco demandas de los presos distribuyendo un documento escrito de manera imprecisa y ligera que plantea que “hará una revisión comprensiva de sus políticas y procedimientos existentes” acerca de las unidades de vivienda de seguridad (las SHU), y que este documento no indicó si se harán cambios. Después de que este documento de resolución fue distribuido a todos los huelguistas en Pelican Bay, algunos presos que se habían dejado la huelga volvieron a rechazar los alimentos.

Este sistema es “lo peor de lo peor”

Este sistema quiere que la gente crea que estos presos merecen lo que reciben y que por eso los demás están más seguros. Los funcionarios de la prisión dicen que la huelga de hambre sólo demuestra que esos presos deberían estar en la SHU. Terry Thornton, vocero del CDCR, dijo: “El hecho de que estén involucrados tantos internos en otras prisiones por todo el estado demuestra en realidad cómo estas pandillas pueden influenciar a los otros internos, lo que constituye una de las razones de por qué tenemos las Unidades de Vivienda de Seguridad en primer lugar” (New York Times, 7 de julio de 2011).

Pero incluso la prensa establecida ha informado que la huelga de hambre ha unificado a los presos entre distintas nacionalidades y otras divisiones que los funcionarios de la prisión siempre aprovechaban para hacer que los presos se pelearan entre sí. El New York Times informó: “La huelga de hambre ha trascendido las afiliaciones geográficas y de pandillas que tradicionalmente dividen a los presos, con la participación de presos de muchos diferentes orígenes”.

La SHU de Pelican Bay es una prisión dentro de una prisión. Construyeron estas prisiones supermax, según los funcionarios de las prisiones, para “lo peor de lo peor”. En los hechos, un enorme porcentaje de los presos se encuentran en la SHU de Pelican Bay simplemente porque los funcionarios de la prisión han decidido “validarlos” como afiliados de una pandilla. Un preso puede ir a dar a la SHU porque tiene cierto tatuaje o pasa el tiempo con alguien que los guardias dicen es pandillero. Un preso en la SHU puede señalar a otro preso como pandillero, sea cierto o no, a fin de salir de la SHU. Un preso puede acabar en la SHU porque es rebelde, porque se atreve a pensar. Una carta de un huelguista de hambre de Pelican Bay al Fondo de Literatura Revolucionaria para Presas y Presos (Fondo) dice:

“Simplemente por ser rebelde o progresista singularizan a uno y lo tachan de ‘pandillero’ y lo envían a la Shu. Presenta la Shu como un palo grande para intimidar a la población de la prisión para que sea pasiva (piense en las amenazas de deportación a los inmigrantes o en el látigo para el esclavo). No quiere decir que lo vayan a usar, pero la idea de su existencia basta para controlar a una gran parte de la población de la prisión, y por ende se vuelve una herramienta para el control social y no para la rehabilitación.... Se trata de condiciones en que censuran hasta la lectura de material como la filosofía o la historia. La Shu de Pelican Bay tiene el propósito de controlar, punto. En cierto momento, censuraron y prohibieron incluso el periódico Revolución en esta prisión. Tome un minuto para reflexionar sobre vivir en un barrio con cierto código postal o en un edificio de apartamentos donde los funcionarios municipales le notifican a usted que prohíben el periódico Revolución en su barrio. ¿Cómo se sentiría acerca de esos funcionarios? ¿Cómo se sentiría acerca del sistema que defiende las acciones de esos funcionarios?”

En muchos sentidos, esta huelga de hambre objetivamente está desenmascarando la ilegitimidad general de este sistema y la hipocresía de Estados Unidos, lo cual recorre el mundo haciéndose pasar por “el líder del mundo libre” y defensor de la democracia y los derechos humanos.

Tome un momento y mire el contexto más amplio de los valientes presos y su huelga de hambre y las condiciones por las que están protestando:

Cómo el sistema usa el asesinato y brutalidad policial, la represión extrema, sus leyes, cortes y prisiones para mantener las relaciones económicas y sociales opresivas en la sociedad, para mantener el control sobre un sector de la población que teme que se rebele en contra de su opresión.

Este es un sistema que le teme al potencial de millones de personas para los que no tiene ningún futuro.

Esto ha estado motivando la llamada “guerra contra la droga”, que durante varias décadas ha criminalizado a generaciones de jóvenes y generado el encarcelamiento en masa, y una población de presos en Estados Unidos de más de 2,3 millones, en su mayoría hombres negros y latinos.

***

Las demandas de los presos son completamente justas. Y están dando un mensaje increíblemente poderoso desde el otro lado de los muros de Pelican Bay, junto con muchos presos en otras prisiones por todo el país. Estos presos están exigiendo un trato como seres humanos, manifestando su humanidad y desafiando a todos para que respondan con la suya. Urge que las personas de muchos sectores de la sociedad alcen la voz con valor y determinación para librar una batalla resuelta para obligar al CDCR a conceder las justas demandas de los presos.


 

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