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21 de agosto de 2015

El Mundo no Puede Esperar moviliza a las personas que viven en Estados Unidos a repudiar y parar la guerra contra el mundo y también la represión y la tortura llevadas a cabo por el gobierno estadounidense. Actuamos, sin importar el partido político que esté en el poder, para denunciar los crímenes de nuestro gobierno, sean los crímenes de guerra o la sistemática encarcelación en masas, y para anteponer la humanidad y el planeta.



Del directora nacional de El Mundo No Puede Esperar

Debra Sweet


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03-15-11

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Condiciones en los centros de detención de ICE... Pena de muerte para más de cien inmigrantes

Revolución #183, 15 de noviembre de 2009

El número de inmigrantes indocumentados detenidos por el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE por sus siglas en inglés, o la Migra) se ha triplicado desde 2001. Este año ICE mantiene un ritmo para encarcelar a aproximadamente 440.000 inmigrantes. En la mayoría de los casos están detenidos sin cargos criminales. En la abrumadora mayoría de los casos les niegan acceso a abogados y aun teléfonos. Los trasladan de prisión a prisión sin aviso ni advertencia, lo que hace imposible la comunicación con abogados, médicos, amigos y familia. Y taparon todo esto, fuera de la vista del público en centros de detención privados que ofrecen comida mugrienta y poco sana, palizas y asistencia médica que es un delito por negligencia.

Desde 2003 en estos centros de detención de inmigrantes, han muerto 106 personas. Seres humanos, cuya supuesta violación de los reglamentos de inmigración llegó a ser una tortuosa pena de muerte.

“No avisaron a nadie”

Boubacar Bah llegó a Estados Unidos en 1988 con una visa de turista y se quedó ilegalmente, trabajando como sastre 10 horas al día, 6 días a la semana. Cosió vestidos preciosos y muy elaborados para una boutique en Manhattan. Envió dinero a su hogar en Guinea, África Occidental para sostener a la madre enferma, la familia y para que los hijos asistan a la escuela. Al regresar de una visita a la familia (aprobada por la Migra) a la que no había visto por ocho años, lo detuvieron en el aeropuerto y le dijo que no podía entrar de nuevo a Estados Unidos. Mientras estaba fuera del país, le han negado su solicitud de una mica. Lo mantuvieron en detención mientras amigos y parientes buscaron desesperadamente un modo de reabrir su solicitud y asegurar su bienestar.

Bah quedó atrapado en un centro de detención en Nueva Jersey por nueve meses. Un día lo encontraron inconsciente en el piso del baño; había caído y se dio un golpe en la cabeza. Cuando recobró la conciencia, le pusieron grilletes con la aprobación del auxiliar médico que estaba de guardia. Cuando le oyeron chillando y gritando y vomitó en el piso, lo metieron al aislamiento. Lo dejaron ahí más de 13 horas sin tratamiento. Finalmente, después de encontrarlo inconsciente en el piso, tendido en su propia orina y “se vio vómito espumoso marrón alrededor de la boca”, pidieron una ambulancia y lo llevaron rápidamente a cirugía cerebral de urgencia. No avisaron a nadie: ni al abogado de Bah ni a sus amigos ni a su familia, hasta cinco días después de lo ocurrido. Boubacar Bah quedó en coma cuatro meses antes de morir.

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Francisco Castañeda llegó acá cuando tenía 10 años, con su madre que huía de la guerra en El Salvador, una guerra en que el gobierno y los escuadrones de la muerte, financiados y dirigidos por Estados Unidos, fueron responsables de más de 100.000 muertes. Cuando tenía 35 años, lo pillaron por posesión de drogas, cumplió cuatro meses de cárcel y lo pusieron en la lista para ser deportado. Mientras estaba en detención, no lo trataron por lesiones cancerosas que se le desarrollaron en el pene. Una médica del centro de detención Otay Mesa donde lo detuvieron creía que las lesiones podían ser cancerosas y pidió que se aprobara que se le practicara un biopsia, pero por diez meses la oficina de la División de Servicios de Salud de Inmigración rechazó que le practicara el procedimiento. Un oncólogo independiente le dijo a ella que lo debieran hospitalizar a Castañeda de inmediato para practicarle una biopsia, pero el centro de detención se negó porque, según su parecer, Castañeda no corría peligro inminente de morir. Lo soltaron del centro de detención sin ningún tratamiento. Poco después de quedar en libertad se le amputó el pene para prevenir que el cáncer se difundiera. Murió un año después.

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El Rdo. Joseph Dantica, de 81 años de edad y tío de la famosa escritora  Edwidge Danticat, huía de un régimen represor de Haití establecido en 2004 después del golpe de estado patrocinado por Estados Unidos que echó al presidente Jean-Bertrand Aristide. El reverendo se escapó de la guerra entre pandilleras y amenazas contra su vida en Haití y huyó a Miami. Tenía una visa vigente para múltiples entradas, pero cuando los funcionarios de la Migra en el Aeropuerto Internacional de Miami le preguntaron cuánto tiempo iba a quedarse en Estados Unidos, les explicó que lo matarían si volviera a Haití y que quería asilo “temporal”. Lo arrestaron de inmediato y lo llevaron al centro de detención Krome, donde le quitaron sus medicamentos para la hipertensión y la inflamación de la próstata. Murió cinco días después.

Infrahumano e ilegal

Hay más de ciento historias semejantes de personas que murieron por negligencia y brutalidad en los centros de detención de ICE.

Aparte de las personas que murieron en detención, más de 400.000 pasan tiempo en estas prisiones horrorosas cada año. Vienen a Estados Unidos por varias razones... como refugiados que huyen de la represión política, a menudo de regímenes puestos en el poder por el imperialismo yanqui y al servicio de él. Muchos de ellos cruzan la frontera estadounidense a fin de escapar el hambre, la pobreza y la guerra que resultan del funcionamiento del sistema capitalista imperialista. Otros son profesionales, expertos y disidentes en sus países natales o simplemente son personas que llegan a este país con la esperanza de disfrutar la libertad y una vida mejor. O los detienen en el trabajo, en la calle o aun en el hogar después de vivir en este país por meses, años, décadas o más. Y, según la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, cada año las autoridades de inmigración de Estados Unidos apresan a unos 90.000 menores no acompañados y deportan inmediatamente a la mayoría de ellos y detienen a 10.000.

Es cruel, infrahumano e ilegal lo que les hace Estados Unidos a los inmigrantes sin papeles en los centros de detención. El Informe de Amnistía Internacional, “Encarcelados sin justicia”, sostiene que la política de Estados Unidos de detener sin discernimiento a inmigrantes indocumentados es una violación fundamental de la ley humanitaria internacional. Incluso privan a estos inmigrantes detenidos de los derechos más básicos supuestamente garantizados a toda persona que esté en Estados Unidos.

Y lo que le hace es inmoral. ¿Qué clase de sistema trata a millones de personas que huyen de los horrores de la pobreza, del hambre, de la guerra y la represión o que simplemente sueñan con una vida mejor, como criminales para cazar y mantener en condiciones tan repugnantes que les hayan causado la muerte para algunos de ellos? Y a un nivel aún más fundamental, ¿qué clase de sistema lo hace imposible que la gente pueda vivir en sus propios países, los impulsa a venir aquí desde todo el mundo y luego después de llegar los somete a la detención infrahumana y hasta la muerte?


 

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