Revolución
#168, 21 de junio de 2009
El indignante asesinato del Dr. George Tiller y la pura verdad sobre los
abortos “tardíos”
Mary Lou Greenberg
Cuando el Dr. George Tiller fue asesinado el 30 de mayo por un asesino
anti-aborto, esta fue una gran pérdida para las mujeres de todas partes y para
todos los que valoran la libertad de las mujeres.
La terrible noticia del asesinato del Dr. Tiller me devolvió un mar de
recuerdos de cuando fui a su clínica en Wichita. Las paredes de la sala de
espera llenas de conmovedoras cartas de aprecio enmarcadas con cariño que
contaban muchas historias. La angustia de una mujer de saber que su feto
seguramente va a morir y la reconfortante comprensión del Dr. Tiller; la
desesperación de otra por un embarazo no planeado y su gratitud por el cuidado
sin prejuicio que recibió en su clínica; la soledad de sentirse abandonada y
temerosa del futuro incierto. Siempre recordaré las palabras de una de ellas:
“Gracias por devolverme la vida”.
En el entierro del Dr. Tiller en Wichita y en las conmemoraciones en otras
ciudades, los participantes llevaban pancartas con su foto que decían: “HÉROE”.
Y de veras lo era.
El Dr. Tiller comenzó a practicar abortos en 1973, en el momento en que fue
despenalizado en Kansas. Era un médico dedicado que ayudó a decenas de miles de
mujeres y sus familias. Tenía un intrépido sentido de propósito. Y no se inmutó
ante nada, ni siquiera ante los constantes piquetes contra su clínica y hogar,
las demandas sin fundamento y juicios políticos-legales, las amenazas constantes
de asesinato y los ataques físicos.
Era conocido por llevar un botón que decía: “Confíen en las mujeres”. Dio
servicios con compasión a miles de mujeres, enseñó a colegas y estudiantes de
medicina, y su clínica fue el último recurso para las mujeres con complicaciones
maternas y fetales. Su enorme valor se fundamentó en el entendimiento de que las
mujeres deben tener el derecho a abortos seguros, que el aborto seguro es un
elemento fundamental de los servicios de salud de la mujer, y que sin ese
derecho, la vida de la mujer queda arruinada.
¿Qué revela sobre la naturaleza de esta sociedad, de este sistema, que tal
persona valiente, cariñosa y humanitaria fuera objeto de persecución, constantes
ataques, calumnias y al final el asesinato? ¿Qué revela acerca de un sistema que
no solo azuza sino que da dirección a las fuerzas fascistas cristianas antimujer
más reaccionarias que tienen en la mira a médicos como el Dr. Tiller; publica
“listas de blancos para asesinato”; fomenta la ignorancia generalizada y el
reaccionario fervor religioso, y fraguó el ambiente en que fue asesinado el Dr.
Tiller? ¿Y qué revela acerca de un sistema en que, cuando alguien mató a sangre
fría a tal héroe, que los funcionarios del gobierno no salieron en su defensa,
no denunciaron este atropello, no aseguraron que continuara su trabajo
importante ni que el que lo asesinó fuera procesado? Este es un sistema que
tiene en sus meros cimientos la opresión de la mujer.
Obama, el presidente “pro derecho a decidir”, dice que deberíamos encontrar
“puntos en común” con los que atacan el derecho al aborto, diciendo que hace
falta reducir la cantidad de abortos. Pero como señala “Una declaración: Por la
liberación de la mujer y por la emancipación de la humanidad”, no podemos
encontrar “puntos en común” con los fascistas cristianos, que cuentan con el
respaldo y estímulo de poderosas fuerzas de la clase dominante. Tal
“acomodación” solo quiere decir darle legitimidad moral e iniciativa política al
movimiento que quiere obligar a la mujer a procrear en contra de su propia
voluntad. (Vea la Declaración completa
en línea en revcom.us.)
Un feto no es un bebe
Sé que en la sociedad muy ampliamente, aun entre la gente que estaba
indignada y consternada por el asesinato del Dr. Tiller, hay confusión sobre el
aborto en general, y particularmente sobre los abortos tardíos. Quiero hablar de
eso. No es suficiente estar consternado por este asesinato despreciable que nos
quitó tal recurso valioso y una persona irremplazable. Para construir un
movimiento, tan sumamente necesario hoy, tan inquebrantable en su apoyo al
aborto al pedido y sin apologías como el Dr. Tiller era inquebrantable en su
determinación de apoyar a las mujeres que lo necesitaban, debemos basarnos
firmemente en la ciencia y la moralidad del aborto en toda fase del
embarazo.
El Dr. Tiller fue un doctor humanitario y experto que practicó abortos en
diferentes etapas del embarazo, pero era mejor conocido por ayudar a mujeres que
se encontraban en el segundo o tercer trimestre (de 13 a 24 semanas) del
embarazo. Las mujeres venían a él de todas partes del país y de otros países
porque era uno de los pocos médicos que sabían cómo practicar abortos y los
practicaba en el tercer trimestre (permitido por la ley de Kansas bajo estrictas
reglas). Dr. Tiller persistió, insistió más bien, a pesar de las décadas de
feroz persecución, en 1993 incluso recibió disparos en los dos brazos en un
intento fallido de asesinato, porque sabía que las mujeres necesitaban de ese
servicio que no podían obtener en ninguna otra parte y que él era la última
esperanza para muchas de ellas en circunstancias desesperadas.
Primero, la realidad del aborto es que se practican cerca del 90% en el
primer trimestre de embarazo. Pero es importante entender por qué debe haber
acceso al aborto para la mujer en cualquier etapa del embarazo y por
qué es moralmente correcto apoyarlo y por qué esto no es un aborto de “parto
parcial” mucho menos “asesinar a un bebe”.
El embarazo es un proceso que toma algún tiempo. Como se expuso en el
artículo anterior: “Qué es un aborto y por qué las mujeres deben tener el
derecho a decidir” de A.S.K. en el Obrero Revolucionario (ahora
Revolución) número 1265 del 23 de enero de 2005, “no es un suceso
misterioso guiado por fuerzas externas. Es parte de los procesos normales del
cuerpo de la mujer... El óvulo pasa a ser un feto y crece nueve meses solo
porque la fisiología de la mujer (el funcionamiento de su cuerpo) hace que
ocurran esos cambios”. Por eso la mujer, y noel hombre, ni la
iglesia, ni el gobierno ni nadie más, debe tener la opción de elegir si
continuar o no su embarazo y tener los medios para realizar su decisión.
En resumen, el feto se desarrolla literalmente de una mórula de células (el
embrión) que se podría desarrollar a pocos días después de la fecundación. En
tres semanas de embarazo el embrión entero es de unos 2 milímetros de largo
cerca del tamaño de la letra “o”. (Ver las páginas centrales del número 166 del
periódico, “Un feto no es un bebe”). Para los tres meses de embarazo, el embrión
es un feto, y parece un poco más “humano”, pero adentro, sus órganos
internos, músculos, esqueleto y sistema nervioso no están muy desarrollados. En
este momento es solamente cerca de 2.5 cm de largo.
De nuevo, es durante estos tres meses de embarazo, o el primer trimestre, que
casi el 90% de los abortos son practicados.
Otro 10% de los abortos son practicados de 13 a 20 semanas de embarazo.
Incluso al final de este período, el feto aún no está muy desarrollado y no
puede sobrevivir fuera del útero sin condiciones médicas especiales. Solamente
un poco más del 1% de los abortos son practicados en las 21 semanas o más tarde
en el segundo trimestre o tercer trimestre.
Pero incluso en esta etapa de desarrollo un feto solamente tiene el
potencial de convertirse en un ser humano. Hasta que
nace, no tiene vida propia separada de la vida de la mujer de cuyo
cuerpo es parte. Este no flota en una burbuja incorpórea (como lo
han hecho creer los que se oponen al aborto en las imágenes que muestran afuera
de las clínicas) sino que es totalmente dependiente de los procesos biológicos
de la mujer durante todas las etapas hasta que nace. Por ejemplo, este obtiene
oxigeno de la sangre de la mujer, recibe nutrientes y excreta residuos a través
de las funciones biológicas de la madre, y no puede sobrevivir separado de ella.
Y esto es así hasta que la mujer pare y el bebe toma su primera respiración
convirtiéndose en un ser humano.
No importa qué tan pequeño sea el huevo fecundado o qué tan desarrollado sea
el feto, mientras que esté en el útero de la mujer, este es una parte de su
cuerpo, dependiente y subordinado a la vida de la mujer. Y no es un ser humano
hasta que nace y respira por primera vez convirtiéndose en un ser humano
separado.
Las historias detrás de los abortos tardíos
No hay duda de que los abortos más tempranos son menos complicados y mejor
para la salud de la mujer. Entonces, ¿por qué esperaría una mujer?
En primer lugar, no hay ningún proveedor del aborto
en el 87 por ciento de todos los condados estadounidenses. No es sorprenderse
que la mayoría de las mujeres que necesitan procedimientos en el segundo o
tercer trimestre vivan en zonas rurales, son por lo general más jóvenes y menos
educadas, y tienden a ser más pobres que las mujeres que se hacen el aborto más
temprano. (Fuente: Ann Rose, “Mercy Abortions: What Dr. Tiller Did” (Abortos por
piedad: Lo que hacía el doctor Tiller), en línea en Daily Kos, 2 junio
2009).
Durante un foro para que se expresara el público en una conferencia reciente
sobre la libertad de reproducción en el Colegio Hampshire, escuché a muchas
mujeres de distintos sectores sociales ponerse de pie y contar con detalles
dolorosos las dificultades que sufrieron para hacerse un aborto —por leyes
restrictivas o por la tardanza para conseguir el dinero (un promedio de $400
para un aborto del primer trimestre)— una situación que les obligaba a tardar
más con el embarazo y por eso requería un procedimiento más complicado (y más
costoso).
Después de que Misisipí aprobó una ley en 1992 que obligó a una mujer que
pedía un aborto recibir información en persona sobre el feto y las
“alternativas” al aborto, y luego esperar por lo menos 24 horas antes de hacerse
el aborto, se aumentaron los abortos del segundo trimestre en un 53 por ciento
entre mujeres que dependían de proveedores en Misisipí (estudio en inglés
publicado en Family Planning Perspectives (Perspectivas sobre la
planificación familiar), vol. 32, #1, enero/febrero 2000).
En un estudio que hizo el Instituto Guttmacher en julio de 2008, el 58 por
ciento de las mujeres que se estaban haciendo el aborto dijeron que hubieran
preferido hacerlo más temprano. Y de las que tardaron para hacerse el aborto,
casi el 60 por ciento dijeron que era por lo tardado para hacer los preparativos
y conseguir el dinero.
Las mujeres en las zonas urbanas que tienen menos restricciones sobre el
aborto también necesitan abortos tardíos por una variedad de razones. Merle
Hoffman, fundadora y presidenta de Choices, Centro Médico Femenino, en la Ciudad
de Nueva York, me contó de una paciente muy jovencita cuyo embarazo apenas había
rebasado las 24 semanas, el límite para abortos en el estado de Nueva York.
“Tenía problemas terribles con el abuso doméstico, pero no pudimos hacerle el
aborto en Choices”, dijo Hoffman. “Llamé a George Tiller y le pregunté que si yo
pagara para mandarla a Kansas, si él haría el aborto sin cobrar. Se la mandé y
él le hizo el aborto — así estaba de comprometido”.
Susan Hill, otra proveedora del aborto y presidenta de la Fundación Nacional
para la Salud de la Mujer, le dijo a Kate Harding en un artículo que salió en
Salon.com que ella “siempre mandaba los casos más trágicos a Tiller”. Incluían a
“mujeres diagnosticadas con cáncer que necesitaban hacerse el aborto para
calificar para la quimioterapia, mujeres que aprendieron en un momento tarde de
un embarazo deseado que el feto sufría de una enfermedad mortal y víctimas de
violación tan jovencitas que ni se dieron cuenta de que que habían quedado
embarazadas hasta meses más tarde”.
O consideren la situación de una niña de once años que no se da
cuenta de que está embarazada hasta muy tarde. “Le mandábamos niñas de 11 ó 12
años que ya tenían el embarazo demasiado avanzado para que nadie [más] las
atendiera”, dijo Hill. “Las niñas de 11 años no se lo cuentan a nadie. A veces
ni siquiera saben que se les ha bajado la regla”.
Muchas de las mujeres que buscan un procedimiento del tercer trimestre lo
hacen por anomalías graves del feto: deformidades importantes y terribles que
ponen en peligro las funciones de los órganos críticos y que muchas veces
causarían la muerte del feto o del recién nacido. No se notan hasta más tarde en
el embarazo y frecuentemente implican complicaciones potencialmente peligrosas
para la mujer.
Tras el asesinato del doctor Tiller, se han publicado algunas de estas
historias en diarios digitales, como “Kansas Stories”, sobre mujeres que
viajaron a Wichita, Kansas después de recibir la terrible noticia sobre la
condición de su feto demasiado tarde como para terminar el embarazo en el estado
donde vivían. Estas historias en primera persona cuentan de parejas que estaban
planeando con alegría el nacimiento de su bebé solo para quedarse devastadas por
la noticia de que hubo algo terriblemente mal, y para no poner en peligro la
salud de la mujer o causarle sufrimiento a un recién nacido que tiene poca o
ninguna posibilidad de sobrevivir, acudieron al doctor Tiller.
Unas mujeres con experiencias similares testificaron en Washington, D.C.,
cuando el Congreso estaba considerando una prohibición del llamado “aborto del
parto parcial”, al cual algunos doctores consideran el procedimiento del aborto
tardío más seguro y menos traumático, que tiene el término médico de D&E
(dilación y extracción). (“Aborto del parto parcial” es un nombre que inventaron
por intenciones frías y que carece de base médica; no existe tal cosa como el
“aborto del parto parcial”. Ni “parto parcial” tampoco. O se aborta un feto o
nace un bebé.)
Contaron de su dolor devastador y de por qué ni el gobierno ni los tribunales
tienen derecho a interferir en las decisiones entre una mujer y su doctor sobre
la decisión más apropriada o el mejor método para terminar un embarazo. (Se
aprobó la prohibición y más tarde la Suprema Corte la confirmó en un caso que
incluía a Leroy Carhart, uno de dos doctores que siguen practicando abortos
tardíos, que viajó por avión a la clínica de Tiller el día después del asesinato
para asegurar que se atendiera a las mujeres que tenían citas.)
Y de todos modos, un feto no es un bebé hasta que nazca y se
convierta en un ser humano vivo y viable. Las mujeres que no tienen el derecho
de decidir si terminar o no su embarazo en cualquier etapa, por
cualquier razón, las mujeres a las cuales les han negado el derecho y
la capacidad de decidir por su cuenta si tener un/a hijo/a y cuándo, que no
tienen ni pizca de control sobre su propio cuerpo, han sido reducidas a lo que
es el equivalente a la esclavitud.
* * * * *
El meollo de la cuestión es la libertad de la mujer y su capacidad de
contribuir a la sociedad como la mitad de la humanidad. Lo que se debate aquí,
con los proveedores del aborto literalmente en las primeras filas, es la
cuestión moral profunda de obligar o no a la mujer a procrear y criar contra su
voluntad o de poder desempeñar un papel activo en toda la sociedad como un ser
humano emancipado.
Doctor Tiller era un héroe. Lo que se necesita ahora más que nunca es que
todos los que quieran ver un fin a estos tiempos —en que se calumnia a una mujer
y se le avergüenza por pretender terminar un embarazo, en que aquellos
proveedores de cuidado médico que las apoyan viven atemorizados— tomen posición
firme con la ciencia y la profunda moral de defender la libertad de la mujer y
luchar sin titubeos ¡por el aborto al pedido y sin apologías!
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