25-09-2006
Un debate torturado
Molly Ivins TruthDig / ZNet
Traducido para Tlaxcala y Rebelión por Ulises Juárez Polanco
(www.juarezpolanco.com) y revisado por Caty R.
Austin, Texas: Un país mantendrá un debate en el Senado sobre
una ley para legalizar la tortura. ¿Qué tiene de extraño?
Mi agradecimiento a los Senadores John McCain, Lindsay Graham
—una ex abogada militar— y John Warner, del estado de Virginia. Siempre
recordaré con aprecio a John Warner por esta única razón: hace cuarenta años,
este país se involucró en una guerra innecesaria y que nadie le declaró. Terminó
tan desastrosamente que los veteranos al final tuvieron que hacer su propio
desfile de regreso, años después de que volvieran a casa. El único miembro del
Congreso que estuvo en la guerra fue John Warner.
Un debate sobre la tortura. No sé, ¿qué opinan ustedes? Supongo
que primero tenemos que definirla. La Casa Blanca ya ha especificado que el
“water boarding” (asfixia simulada), que provoca que el sujeto sienta que se
ahoga durante largos períodos, es una técnica perfectamente buena de
interrogación. Tal vez, pero también fue una de las grandes favoritas de la
Gestapo y se ha descrito y condenado en miles de memorias y novelas en términos
altamente desagradables.
No creo que podamos darle un buen nombre una vez más y,
personalmente, a mí me desagrada que nos comparen con la Gestapo. ¡Que
asqueroso! (En algún lugar dentro de mí, una pequeña voz grita, “¿estás loco?”)
La conclusión segura es: “la tortura no funciona”.
Bueno, en realidad funciona de esta manera: se puede torturar a
cualquiera hasta que diga cualquier cosa que sea verdad y cualquier cosa que no
sea verdad. Cuanto más se torture a una persona, más inventará para complacer al
torturador. Después, el torturador debe adivinar cuándo empezó a mentir la
víctima. Dado que nuestros torturadores son, según la frase célebre de George
Bush, “profesionales” y toda esta discusión legislativa es cómo legalizar la
tortura para que después los “profesionales” no sean acusados de incumplir los
Convenios de Ginebra, Bush juró cumplir “el programa” completamente si no
obtiene lo que desea. (La misma pequeña voz grita, “¿torturadores profesionales
entrenados con el dinero de mis impuestos?”)
El problema de Bush es que a pesar de advertencias frecuentes,
ha seguido adelante con “el programa” sin esperar a que el Congreso le diera un
mínimo de legalidad. En efecto, hemos estado torturando prisioneros en
Guantánamo y en prisiones de Europa del Este y Afganistán durante años.
Puesto que sólo siete de los numerosos centenares de prisioneros
de Guantánamo han sido condenados por alguna razón, encaramos la triste
posibilidad de que el resto de los reos sean inocentes. Y de que nos demanden.
Ese será un arreglo bastante costoso. El canadiense al que aplicamos la
“rendition” (traslado ilegal de personas) enviándolo a Siria para someterlo a 10
meses de torturas, será sin duda el primero en el expediente legal. Me pregunto
hasta qué altura en la cadena de mando puede llegar un juicio civil. ¿Habrá
antiguos criminales de guerra vagando por ahí?
Me interesó saber que el reverendo Louis Sheldon de la Coalición
por los Valores Tradicionales está tan a favor de la tortura que le dijo a
McCain que apoyara la ley de tortura o que se olvidara del voto cristiano
evangélico. Me gustaría ver un voto evangélico en ese asunto. No sé cómo define
Sheldon los valores tradicionales, pero infligir deliberadamente un dolor físico
espeluznante o estresar a alguien que está totalmente indefenso me suena a…
tortura. Y, humm, malo.
¡Y yo he fumado marihuana! Caramba, todo lo que estos
conservadores nos dicen sobre los terribles valores morales nuestros, de los
liberales, debe de ser verdad, después de todo.
Ahora, además del despertar levemente surreal de descubrir que
vivimos en un país que tiene un debate serio sobre una ley de tortura, ¿podemos
hacer algo al respecto? La respuesta es: mejor que lo hagamos. Mejor que hagamos
algo al respecto. Ahora, inmediatamente. ¿Qué podemos hacer? La respuesta es:
cualquier cosa… teléfono, fax, correo electrónico, correo tradicional,
manifiéstate. Plántate frente a sus oficinas o al edificio federal más cercano,
en frío, y canta himnos, grita eslóganes duros, consignas, haz un discurso o
lánzate contra la propiedad federal, aunque sea un buzón de correos, para que te
arresten. Reúnanse pacíficamente y hagan mucho ruido. Consigan también mucha
publicidad.
¿Cómo te sentirías si no hicieras algo? “Bien, cariño, cuando
Estados Unidos decidió adoptar la tortura como política oficial, estaba
quitándole garrapatas al perro”
Como Ann Richards decía, “No quiero que se lea en mi lápida:
‘Mantuvo la casa limpia’”.
Original e inglés: http://www.zmag.org/content/print_article.cfm?itemID=11027§ionID=72
Ulises Juárez Polanco y Caty R. son miembros de los colectivos de Rebelión y
Tlaxcala (www.tlaxcala.es), la red de traductores por la
diversidad lingüística. Esta traducción se puede reproducir libremente, a
condición de respetar su integridad y mencionar al autor, al traductor y la
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