Revolución #56, 13 de
agosto 2006
Líbano:
¡Hay que parar la matanza de Estados Unidos e Israel…
ya!
“Lo que vemos aquí, en cierto sentido, son los dolores de parto de un
nuevo Medio Oriente…”
Condoleezza Rice, secretaria de Estado
A esta fecha, 4 de agosto, uno de cada cuatro libaneses ha tenido que dejar
su casa; casi 1,000 han muerto; las ciudades han sido bombardeadas; y muchos
hospitales, centrales eléctricas, escuelas y comunidades enteras están en
ruinas.
Cuando los libaneses obedecen las órdenes de Israel de huir, los bombardean
desde el aire. Cuando se encierran en la casa buscando protección, también los
bombardean… como en Qana, donde murieron por lo menos 28 personas, la mayoría
niños y desvalidos. (Ver el artículo “Masacres e invasión: Las
manos sangrientas de Estados Unidos e Israel en Líbano”)
En todo esto, Israel cuenta con el apoyo de Bush y Rice… y de todos las
principales figuras del Partido Demócrata. Corren a enviarle más bombas
para que no se agoten. Se oponen a un cese del fuego hasta que Israel complete
su ofensiva y vuelva a ocupar el sur de Líbano. Ante la indignación del mundo
entero, mandan aceptar esta nueva atrocidad de la “guerra contra el terror”.
Todos ellos son torturadores: están asando en llamas al pueblo libanés y
dándole la vuelta lentamente al asador, en aras de su visión de un “nuevo Medio
Oriente”.
Nótese bien: el castigo colectivo de una población civil, los ataques contra
las instalaciones necesarias para vivir y el uso de “fuerza desmesurada” que
pueda herir a la población son crímenes de guerra… llevados a cabo por
Israel con la supervisión de Estados Unidos.
Hay que confrontar y responder a esta situación. O sea, ¡ESTO TIENE QUE PARAR
YA!
* * * * *
En cierto sentido, el “nuevo Medio Oriente” de Rice es la extensión de un
siglo de estrangulación imperialista de la región. Para dominar los recursos
petroleros y ponerse en una posición de ventaja estratégica, los imperialistas
(primero con Inglaterra y Francia a la cabeza, y ahora con Estados Unidos), han
dominado la región. Han apuntalado una sarta de gobiernos reaccionarios. Por
medio de la ONU, crearon e implantaron violentamente el estado de Israel, que
sirve de policía regional, lo financiaron y le han dado 90 mil millones de
dólares de ayuda militar. Han aplastado sistemáticamente toda oposición, tanto
de comunistas como de nacionalistas revolucionarios laicos. A veces han
apuntalado y usado las fuerzas fundamentalistas islámicas, y a veces les han
caído encima.
Pero en otro sentido esto es algo nuevo. Hoy el núcleo de la clase
dominante estadounidense (en pocas palabras, el gobierno de Bush) ve la
necesidad y la oportunidad de extender y afianzar más su control del Medio
Oriente. Por eso atacaron Irak… otro crimen de guerra más que ya ha
causado la muerte de docenas de miles de iraquíes y mata más todos los días. Por
eso amenazan atacar a Irán. Y por eso le han soltado totalmente la correa a
Israel desde hace seis años para que ataque a los palestinos y ahora a Líbano.
Esta guerra, como Rice nos recuerda con franqueza, no es para rescatar a un
soldado capturado; es, desde el punto de vista de Estados Unidos, para crear un
“nuevo Medio Oriente”. Eso dicta reconfigurar a Líbano por medio del terror
israelí, asestarle un golpe a Hezbolá, debilitar y quizá tumbar al gobierno
sirio, y sentar las bases para atacar a Irán. Dicta aplastar y pisotear aún más
a los palestinos, quienes ya han experimentado un increíble terror a manos de
Israel, incluso en medio de la guerra de Líbano. Dicta imponer un nuevo nivel de
dominación regional estadounidense.
El sufrimiento que ya vive la región es insoportable. Pero lo que están
haciendo ahora conlleva el riesgo de desatar una guerra mayor y más devastadora,
con consecuencias más desastrosas para los pueblos de la región, de Estados
Unidos y de todo el mundo. La clase dominante está resuelta a “reconfigurar” el
Medio Oriente, cueste lo que cueste. Reconoce los peligros, pero para
ellos hay otro peligro peor: la perspectiva de una derrota y la mera
existencia de una fuerza que no encaje en sus planes o dé la impresión de
desafiarlos.
El “nuevo Medio Oriente” no se puede cambiar en las urnas ni por las vías que
ofrece el sistema. Los demócratas han aceptado la violación y tortura de Líbano
desde el comienzo, y a veces con más aplausos que los republicanos. (Ver "Esta no es nuestra danza;
bailemos a nuestro propio compás", y "Demócratas defienden a Israel,
perro de ataque yanqui".). Después de todo, los demócratas son un partido de
la clase dominante. Ellos también consideran que la dominación del Medio Oriente
es esencial para sus intereses. Ellos también consideran que la
agresión israelí y el fortalecimiento de Israel (un estado teocrático
colonizador que domina a los pueblos de la región) son esenciales para
sus intereses. ¡Y no lo esconden! Todo lo contrario.
Pero esos NO son los intereses (ni siquiera los sentimientos) de la gran
mayoría de los que votan por los demócratas y depositan sus esperanzas en ellos.
Este “nuevo Medio Oriente” será desastroso para el pueblo de la región y de todo
el planeta, sin excluir el de Estados Unidos. Nadie será inmune a la dirección
en que este gobierno está llevando al mundo. Pero los demócratas llevan el paso
en esto (y en tantas otras cosas). Los que hoy por hoy dediquen sus energías y
fondos a ayudar a los demócratas con la esperanza de que cambien este horrible
curso y dirección, se engañan a sí mismos… y engañan a otros. Eso es
inaceptable.
En breve, esta es la conclusión inevitable: si captan lo que
realmente está pasando en Líbano, no se pueden empantanar en una frustración
impotente y decir que no hay nada que hacer. Tampoco basta con decir “me opongo”
y dejar que Estados Unidos e Israel sigan haciendo sus fechorías. Y tampoco
pueden permitir que los demás lo hagan. Urgen serios
esfuerzos para movilizar una gran resistencia política para PARAR esto. Para
PARAR esta invasión y toda la dirección de que forma parte. Hay que zafarse de
los confines mortales de la “protesta de costumbre”, que no plantea un reto
serio a la situación ni a la dirección en que está encaminada, y forjar una
dinámica política totalmente diferente.
Para decirlo sin rodeos, si en este momento se dejan confinar al marco de los
demócratas vs. los republicanos… si no se zafan de esas restricciones mortales…
si siguen la corriente en un momento como este… tendrán que reconocer
que son cómplices de un crimen monstruoso.
No lo hagan. HAY algo distinto que hacer.
* * * * *
No podemos aceptar que los únicos polos sean apoyar a Estados Unidos e
Israel, por un lado, o apoyar a los fundamentalistas islámicos, por el otro.
Ninguna de esas dos fuerzas representa el progreso. Los imperialistas
hablan sin parar de la “democracia en el Medio Oriente”, pero lo que realmente
llevan al resto del mundo es imperialismo y las estructuras políticas para
hacerlo respetar.
Por su parte, las fuerzas fundamentalistas islámicas en esencia solo están
luchando por un arreglo un tanto diferente dentro del sistema imperialista
a fin de que ellas y las fuerzas de clase que representan reciban una mayor
tajada del botín. Irán, por ejemplo, sigue firmemente dentro del marco de las
relaciones de producción imperialistas y su economía está al servicio de las
necesidades del capital imperialista. Los fundamentalistas tienen un “paquete”
coherente que combina una pose de oposición a ciertos elementos de la dominación
imperialista con relaciones sociales sumamente reaccionarias: más opresión de la
mujer, dominación teocrática de todas las esferas de la vida y promoción de la
ignorancia. Cada uno de los dos polos citados refuerza al otro… y esto también
es parte de la dirección desastrosa que hay que cambiar radicalmente.
Tiene que surgir otro polo: un polo que se opone firmemente al imperialismo y
apoya la auténtica liberación. Para nosotros, esto quiere decir la revolución
comunista, que es el único curso que excava las raíces de la dominación
imperialista: las relaciones de producción, que en esta época son relaciones
internacionales; las instituciones opresivas que esas relaciones de producción
crean o perpetúan de nuevas formas; y las ideas que son un reflejo de todo esto.
Por eso urgimos a nuestros lectores escuchar la nueva charla de Bob Avakian “Por qué estamos en esta
situación… y qué hacer al respecto: Un sistema totalmente podrido y la necesidad
de la revolución”, que analiza cómo llegamos a la situación actual y qué
clase de revolución se necesita para salir de ella.
Desde ese punto de vista comunista, pensamos que es esencial conectarse
políticamente con todos los que se oponen a esta invasión y forjar una
potente oposición política. Ya. En todo el mundo tienen que ver que aquí hay una
fuerza política que confronta con seriedad esta ofensiva imperialista, y que
pone en claro que hay una marcada diferencia entre la estructura de poder y la
gran mayoría de la población (a cuyos intereses fundamentales no corresponde
asesinar, oprimir y robar a los pueblos del mundo).
En ese contexto, tenemos que subrayar lo importantes que son las acciones del
5 de octubre de El Mundo No Puede Esperar/Hay que Sacar Corriendo al Gobierno de
Bush, y su lema: “¡Hay que ponerle fin a todo esto!”. Hay que plasmar en
realidad la visión de esta Convocatoria: un movimiento que surge “desde abajo” y
repudia toda la dirección de este gobierno (en el Medio Oriente y más
allá) y el curso de los acontecimientos, cada vez más desastroso; un movimiento
resuelto a seguir adelante. A los millones de personas a quienes se dirige esta
Convocatoria y este programa, hay que hablarles seriamente y desafiarlos a
sacudirse la parálisis que ha mantenido a tantas personas dentro de los confines
mortales de la “política de costumbre” y que las ha dejado mudas ante estos
horrorosos crímenes y terrible trayectoria.
Solo esto, solo zafándose de esos confines con potentes manifestaciones el 5
de octubre y de ahí en adelante; solo actuando en gran escala y con la urgencia
y resolución que exige la situación actual… podrá el pueblo cambiar toda la
dinámica política y cambiar esta dirección y todos los horrores que conlleva. Si
no hacemos esto, habrá consecuencias muy graves para los pueblos de todo el
mundo; si lo hacemos, puede surgir la posibilidad de un futuro verdaderamente
diferente y radicalmente mejor.
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