¿Realmente quieren poner fin a cuatro años de guerra injusta?
¡Necesitamos un movimiento masivo resuelto a sacar del poder al gobierno de
Bush!
Sunsara Taylor
Traducido por Revolución
Durante cuatro años el gobierno de Bush ha librado, en nuestro nombre, una
guerra inconcebiblemente destructiva y cruel contra Irak; ha cobrado más de
medio millón de vidas, está desterrando del país a más de 100,000 personas al
mes y está llevando a toda la región hacia la balcanización.
Ahora, cuando la situación en Irak se les sale de las manos (y con los
intereses imperiales estratégicos en juego), la lógica de Bush es duplicar la
apuesta, y acelerar la ofensiva y el ámbito de la guerra (a toda la región).
Se está preparando un ataque masivo contra Irán. Seymour
Hersh sacó a la luz hace poco que se han hecho planes para iniciar el
bombardeo a las 24 horas de recibir órdenes de Bush y Craig
Unger escribió: “Bush puede contar con que las fuerzas armadas libran [un
fuerte ataque por aire y por mar] incluso sin la autorización del Congreso”.
Una guerra contra Irán implica derramar mucho más sangre y, además,
intensificar la situación en que cada día más la humanidad enfrenta dos
alternativas intolerables: la cruzada imperial de Bush o la respuesta
reaccionaria de los fundamentalistas islámicos. El gobierno de Bush ha cometido
crímenes en mayor escala y representa el mayor peligro para la humanidad, pues a
fin de cuentas es la potencia imperialista dominante del planeta, pero cada una
es una verdadera pesadilla. Las dos se alimentan mutuamente, y al crecer sofocan
a las fuerzas laicas y progresistas de este país y de todo el mundo.
Quien no preste atención a los grandes peligros sin precedente que todo eso
representa para la humanidad ¡hace peligrar el futuro de todos!
¡Hay que proponer ante los cientos de millones de personas de este país y por
todo el mundo una tercera opción que no se limita a escoger entre una cruzada de
McMundo y una jihad reaccionaria, sino que manifiesta nuestra determinación de
pararlo todo!
Los demócratas como John Conyers dicen que un juicio de destitución
distraería la atención de la tarea de parar la guerra. Pero George Bush ha
remachado una y otra vez que esta guerra no terminará durante su presidencia,
así que no se pondrá fin a la guerra sin poner fin a su presidencia.
Los demócratas dicen también que un juicio de destitución no es necesario
porque solo le queda otros dos años a Bush y debemos centrar nuestra atención en
la elección de un presidente demócrata en el 2008. Pero no es aceptable permitir
que hundan a Irán en la misma pesadilla que Irak y que sigan por otros dos años
las entregas extraordinarias y la tortura de gente inocente –encadenada al
techo, golpeada durante días, sometida al “submarino” y hostigada religiosa y
sexualmente— solamente para que un demócrata pueda ascender al trono de la nueva
Roma.
Si no sacamos del poder al gobierno de Bush antes del 2008, todo lo que ha
hecho –la doctrina de la guerra preventiva, la legalización de la tortura, la
anulación del derecho de hábeas corpus, el abandono de la gente de Nueva
Orleáns, los límites al derecho de la mujer al control de la natalidad y al
aborto, la construcción de una teocracia— se legitimará y se codificará como
ley, sea quien sea el nuevo presidente.
Si lo dudan, fíjense en los precandidatos favoritos: Hillary Clinton, Barack
Obama y John Edwards.
Por seis años los republicanos no han tenido reparo alguno en armar un
escándalo por cada asunto: han aprobado leyes a la medianoche para mantener viva
a Terri Schiavo, han amenazado con recurrir a la “opción nuclear” para que sus
nominados a la Suprema Corte sean aprobados, hasta anduvieron en dilatorias (el
“filibuster”) para impedir la aprobación de una resolución simbólica en el
Senado contra el aumento de tropas. ¿Acaso un precandidato demócrata haya
levantado un revuelo contra la tortura? ¿O haya utilizado el “filibuster” contra
la Ley de Comisiones Militares? ¿O haya clausurado las sesiones del Senado para
impedir el envío de más tropas? Todo lo contrario: los precandidatos y su
partido han usado su poder legislativo para capitular y ceder ante las leyes
fascistas y crímenes de guerra. ¡¡Los tres (Edwards, Obama y Clinton) han
repetido que todas las opciones (la nuclear incluida) están en el tapete en
cuanto a Irán!!
2004... 2006... 2008... Es el mismo truco de siempre. Cuando lleguen las
elecciones habrá que olvidar los principios y votar por el “mal menor”,
legitimando lo que debería ser inaceptable y por mucho. Hay una lección aquí.
Como ha dicho Bob Avakian: “Si se procura convertir a los demócratas en algo que
no son y nunca serán, uno termina convirtiéndose en lo que los demócratas en
realidad son”.
Si nuestra energía, recursos y tiempo se canalizan a apoyar o tratar de
influenciar a esos demócratas —en vez de romper con sus cálculos y actuar
independientemente de sus límites, con el objetivo de parar todo esto ya—
terminaremos obligados a vivir o aprendiendo a vivir con horrores todavía
mayores para la humanidad.
Lo que necesitamos en un gran movimiento resuelto a sacar al gobierno de
Bush. No es cuestión de "lo que se necesita para persuadir al Congreso a iniciar
un juicio de destitución"; necesitamos un gran movimiento de abajo y por toda la
sociedad, que se lance a las calles resuelto a parar todo este programa
desastroso y listo para toda la agitación social que desencadene. Y luego los
que detentan el poder pueden decidir si este gobierno debe renunciar o si se
debe iniciar un juicio de destitución.
Por otro lado, están los que, con el pretexto de que los demócratas y los
republicanos “son igualitos”, no le dan importancia al programa fascista de Bush
de reestructurar el mundo. Hay más de una manera de mantenerse al margen cuando
la historia nos convoca a la acción. He oído a unos que dicen que Bush es parte
de un sistema imperialista acusar a El Mundo no Puede Esperar de solo enfocar el
ataque contra Bush por organizar para sacar su gobierno.
Bueno, no hablo por todos los que El Mundo no Puede Esperar representa, pero
creo que Bush es parte de un sistema imperialista. Pero reconocer eso ¿significa
que debemos cerrar los ojos ante la guerra imperial sin fin; la reestructuración
fascista de la sociedad; la Inquisición contra la mujer, los gays y la ciencia;
el cercenamiento cada vez más alarmante de la vida pública y privada por una
forma intolerante del cristianismo? ¿A poco nos da igual si continúa o no un
gobierno responsable por la destrucción de Bagdad y Faluya, y la devastación y
limpieza étnica de Nueva Orleáns?
Reconocer la naturaleza imperialista y los crímenes históricos de este país
(la esclavitud de millones de africanos, el genocidio contra los indígenas y las
más de 150 intervenciones militares y de la CIA en tierras extranjeras) hubiera
convencernos de que este sistema no se dudará en recurrir a una forma de control
aún más devastadora (y represiva) si eso corresponde a sus intereses… y, se
permite que la imponga, eliminar todo espacio para organizar una oposición
significativa, hasta la oposición revolucionaria.
De lo contrario, si logramos detener este programa creará muchas más
oportunidades para luchar por un mundo mejor, y abrirá más espacio para los que
queremos rebasar al imperialismo y hacer nacer un mundo radical y emancipado por
medio de la revolución.
Existen razones por qué actualmente tiene la iniciativa en el seno de la
clase dominante el grupo bushista con su gran estrategia de un imperio global
indiscutible e indisputable. En un mundo sumido en transformaciones rápidas,
dramáticas y desestabilizadoras provocadas por la globalización y la competición
capitalistas, la nueva posición de Estados Unidos como superpotencia única le ha
proporcionando tremendas oportunidades pero también grandes necesidades y
riesgos. Si no logran reconfigurar el mundo, empezando con las regiones
estratégicas del Medio Oriente donde se encuentra el 80% de los recursos
petroleros del mundo, entonces otra potencia lo hará y los obstaculizará.
También hay razones por qué los núcleos represivos teocrático y fascista que
se han agrupado en torno a Bush tienen la iniciativa ante los retos a la
cohesión interna: la afluencia de migrantes, la pérdida de industrias, el
desmoronamiento de la familia tradicional (o sea, patriarcal) y otros cambios
importantes.
Si uno quiere bajar al imperialismo en este momento, no le queda otra que
luchar para bajar el programa predominante, el que tiene la iniciativa, el que
está en marcha para reestructurar el mundo entero.
Y, con respecto a la complicidad de los demócratas en dicho programa, hay que
regresar a la convocatoria de El Mundo no Puede
Esperar. Le echa la culpa al GOBIERNO entero por la política de tortura,
guerras injustas, medidas represivas y teocracia, y convoca un movimiento para
sacar al gobierno que las impone, al mismo tiempo que repudia el programa en su
conjunto.
Esto es algo que podemos y debemos unirnos todos para lograr, desde los que
creen en los principios de la fundación de este país hasta los que creen que la
injusticia y la explotación tienen sus raíces en dichos principios. En el
proceso, debatiremos mucho sobre la raíz de esos problemas y qué tipo de mundo
debemos crear, pero si no tomamos posición firme con la lucha de sacar a este
gobierno y repudiar su programa, seremos cómplices en sus crímenes.
En este momento, cuando el gobierno de Bush (con el silencio y la complicidad
del Congreso) está preparando una nueva y más peligrosa guerra, el mundo
necesita ver un gran estallido de protesta popular en este país.
En este momento, el mundo necesita que estemos unidos en la capital y frente
al Pentágono, no esparcidos en muchas manifestaciones pequeñas sin el impacto
necesario.
En este momento, nuestras acciones tendrán un impacto decisivo… por un camino
u otro. No nos quedemos satisfechos con lo rutinario o lo mezquino.
Movilicémonos con la intención y el compromiso de parar esta guerra y prevenir
la que viene.
De la enorme represa de descontento e inquietud, hagamos surgir una gran ola
para repudiar a este presidente en una voz colectiva tan alta que se escuche por
todo este país y el mundo. Si lo logramos, será mucho más real la posibilidad de
encaminar la situación en una dirección mucho más favorable. De algo que solo
anhelan de manera imprecisa millones de individuos aislados y por lo cual luchan
unos miles actualmente, se convertirá en una fuerza moral indiscutible con
impacto político sin precedentes.
O es una meta que podemos alcanzar o es una esperanza para la humanidad que
echaremos a perder.
La playera favorita (aunque hecha jirones) de mi mejor amiga proclama el
dicho del Clash: “El futuro no está escrito”. El futuro que nos toque depende de
lo que hagamos.
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