Sean Penn habla claro sobre juicio de destitución
(El 18 de diciembre, Sean Penn recibió el Premio Christopher
Reeve 2006 de la Primera Enmienda de la “Creative Coalition” en la ciudad de
Nueva York, donde pronunció el siguiente discurso.)
Premio Christopher Reeve de la Primera Enmienda. Para el
propósito de esta noche y para mi propia satisfacción, voy a ceder a la idea de
que me merezco esto.
Y con este espíritu, les diré que siento muy honrado en
recibirlo. Y por eso, les agradezco a Creative Coalition y a mi amigo Charlie
Rose. Vale tomar esta oportunidad para ejercer el derecho que a todos nosotros
nos honra: la libertad de expresión.
Nota para más tarde:
El título original de la comedia de Luis XVI llamada “Start The
Revolution Without Me (Empiecen la revolución sin mí)” es uno de mis favoritos.
El título original era “Louis, There’s a Crowd Downstairs (Luis, hay una
multitud abajo).” Pero más tarde hablaré sobre eso...
Las palabras pueden ser nuestras armas más civiles para el
cambio si se relacionan a acciones de sacrificio o de buena voluntad, pero no
tienen ni gracia ni poder sin una claridad audaz. Por eso, si tienen un poco de
paciencia, voy a aprovechar una línea de Bob Dylan, “Que no hablemos falsamente
ahora, pues se está haciendo tarde.”
Calentamiento global
Contaminación masiva
Guerra sin fin de Estados Unidos en Irak .
Ataques a las libertades civiles bajo la bandera de la guerra
contra los terroristas.
Gastos militares
Ustedes y yo, los que pagamos impuestos en este país, pagamos 1
½ mil millones de dólares cada día en gastos relacionados con la guerra en Irak,
mientras hay necesidades sociales escandalosas.
Servicios de salud
Educación
Transporte público
Protección del medioambiente
Vivienda económica
Capacitación laboral
Inversión pública
Y construcción de diques
Nuestra información sobre esos asuntos depende en gran parte de
los medios de comunicación, que dependen a tal medida en resultados financieros
que el interés público ya no los interesa.
Y si decimos la verdad, estamos sujetos a las medidas oficiales
de intimidación o legislación al servicio de la censura. Ya sea bajo el disfraz
de la Ley Patriota o cualquier otro razonamiento “benévolo” que apoya el antiguo
juego de acallar el disentimiento desanimando el pensamiento independiente e
impidiendo el cambio social progresista.
La forma más efectiva de censura de facto es la preventiva.
Sistemáticamente, se nos anima a mantener la cabeza baja, fuera de la línea de
fuego... para evitar el peligro --Dios nos libre-- de que alguien en la Casa
Blanca, en el Congreso o algún payaso de los medios de comunicación nos
arremeta.
Pero, como asunto práctico, la mayoría de los límites a la
expresión creativa y otras formas de libertad de expresión vienen de la
autocensura, en que el mecanismo de peso corporativo ofrece zanahorias y blande
garrotes. Evitamos el conflicto antes de que se materialice. Agarramos las
zanahorias y nos quedamos fuera del alcance de los garrotes.
Hace unas décadas, Fred Friendly llamó eso el “veto positivo”:
las corporaciones invierten grandes sumas de dinero en los programas que quieren
popularizar y perpetuar. Sea en el periodismo o el drama, el trabajo creativo
que no recibe el “veto positivo” financiero es sustituible y luego sustituido.
Tal vez no lo llamamos ”censura”, pero cualquiera que sea el nombre que le
pongamos, los efectos del sistema de “veto positivo” son severos. Imponen
límites reales en traer a la atención pública, más temprano en vez de más tarde,
las realidades más importantes...
Estamos empezando a ver imágenes más reveladoras de esta guerra.
Pero, ¿ya es muy tarde, no? Debemos prestar atención a los resultados de esos
“límites reales.” Por ejemplo, el hecho de que llega a ser más fácil comenzar
guerras que pararlas.
Tengo una idea de como podemos empezar a cambiar ese proceso y
quiero compartirla con ustedes. Los niños crecen en nuestro país --a propósito,
muchos bajo condiciones de extrema pobreza-- y se les dice a una edad muy
temprana “¡Tienes que hacerte responsable de tus acciones!” “¡Con la libertad,
viene la responsabilidad!”. Y así continúa... tanto demócratas como
republicanos. ¡Engaña-haz trampas-roba, y habrá consecuencias! El robo se
castigará. Las acciones que causan la muerte de otras personas se castigarán
severamente. El mensaje de los líderes de Washington, los medios de
comunicación, la mamá, el papá y la iglesia es claro. Los criminales TIENEN que
rendir cuentas.
Últimamente se habla mucho en el Congreso de que un juicio de
destitución debe estar “fuera de discusión.” Se nos dice que es hora de mirar
hacia adelante, no hacia atrás...
¿Pueden imaginar tal argumento en la defensa por robo mayor o
distribución de grandes cantidades de metanfetaminas? ¿Qué tal el asesinato por
contrato de una madre embarazada? “La acusación formal debe estar fuera de
discusión.” O “Miremos hacia el futuro, no hacia el pasado.” O “No podemos
permitirnos otra acusación fallida.”
Nuestro país tiene un sistema legal, no de hombres y mujeres,
pero de leyes. ¿Por qué entonces estamos tan dispuestos a declarar “fuera de
discusión” las provisiones inconvenientes de la constitución y las leyes
federales? Nuestra preocupación más grande ahora debería ser qué ponemos SOBRE
el tapete. A menos que vayamos a tener un conjunto de leyes para los ricos y
otro para los que no puedan pagar los abogados exorbitantes, la verdad es
importante para todos. Y la responsabilidad es un asunto de principios legales y
humanos. Si vamos a seguir criticando a los transgresores sin recursos, sugiero
que seamos consistentes. Si la verdad y la responsabilidad se pueden manipular
hasta convertirse en conceptos falaces, igual podríamos abrir las puertas de
todas las cárceles y prisiones, pues aquí (a propósito) tenemos más presos que
cualquier otro país del mundo. En este momento, uno de cada 32 estadounidenses
adultos está preso, en libertad condicional o en libertad a prueba.
Es decir, Estados Unidos es globalmente el país número uno en
exigir que se rindan cuentas y en respaldar esa exigencia con encarcelamiento.
Pero en cuanto a nuestro presidente, vice presidente, secretario de estado, ex
secretario de defensa... dicha exigencia desaparece. De repente, el pasado se
convierte en prólogo. Luego “nos miramos hacia el futuro.” Pero hay algunas
personas que no pueden mirar hacia adelante. Por ejemplo, los hombres y las
mujeres estacionados ahorita en Irak bajo las órdenes de un comandante-en-jefe
que, con su bien practicado arte de decepción, convenció a una vasta cantidad de
periodistas y las publicaciones más respetadas del país, como el New York
Times, el Washington Post, NPR y PBS, a prestarse a su programa de
construcción de guerra. Este proceso también indujo a muchísimos artistas y
actores (probablemente unos que están aquí esta noche) a guardar silencio y
facilitar el empuje para la invasión de Irak.
Estoy seguro que mucha gente que conocí en Bagdad, en mis viajes
antes y durante la ocupación, no pueden mirar hacia el futuro. Debido a la
completa destrucción de sus vidas en la violencia de la ocupación— la guerra
continua de Estados Unidos y la guerra civil que ha ocasionado. Todo esto en
medio de una infraestructura desmoronada por once años de las sanciones
devastadoras de las Naciones Unidas.
¿Dónde queda la responsabilidad por los estadounidenses muertos
y heridos, sus familias, sus amigos, y la población que ha visto convertido su
país en el paria del mundo? Dichos acontecimientos los han permitido Bush,
Cheney, Powell, Rumsfeld y Rice, mientras continúan perpetuando un fraude masivo
contra la democracia y la decencia del país.
El 11 de enero del 2003, me presentaron en el programa de Larry
King tras mi primer viaje a Irak. Sugerí que todos los padres y madres
estadounidenses se sentaran a escribir: Estimados Sr. y Sra. Pueblo,...
Lamentamos informarles que su hijo o hija murió en acción en Irak. Y después les
pedí a los padres y madres que escribieran la carta con las palabras de consuelo
que hubieran querido recibir. Cuando uno considera la perplejidad con que un
padre intentaría escribir esa carta, parece imposible pensar que este país se
haya llevado a esa guerra. ¡¿En quiénes esos padres y madres tenían puestos tu
fé?! Sabemos que no es sólo este gobierno, pero nuestra cultura en general
disfrazada de una supuesta superioridad moral, religión, y sueños adolescentes
de un machismo heroico.
¿Le habrían creído a Rush Limbaugh al saber que estaba
encandilado con OxyContin (un medicamento para el dolor)? ¿Al deficiente en
verdades del Bill O’Reilly si hubieran sabido que se masajeaba su recto con una
esponja mientras hostigaba por teléfono a un ayudante? ¿O a Hannity, si hubieran
sabido que era simplemente un prostituto para la causa de sus alcahuetes Murdock
y Ailes? ¿O al pequeño idiota de la corbata de moño [Tucker] si hubieran sabido
que lo único que buscaba fue hacerle reír a Jon Stewart? ¿O quizás nuestros
paisanos estaban escuchando a Ted Haggert mientras aspiraba metanfetamina y
chingaba a un musculoso gigoló tarado? ¿O a Mark Foley que buscaba penes de
adolescentes? ¿A Joe Lieberman, sentado en velorio? ¿Y Toby Keith, que canta
elogios a lo grande que son sus botas?
“¡Ay!, otra vez Sean... tiene que hablar e insultar. Dicen que
no lo puede evitar.” Así, pues, ¿Insulté? Quizás se me escaparon 7 ó 8 pequeñas
verdades. ¡Ay, no! tienen razón. Estuve insultando. Yo dije “idiota”. Lo retiro.
O quizás no. Dije ¿prostituta? ¿alcahuetes? Eso son preguntas. Pero las
preguntas realmente importantes de conciencia y responsabilidad no se alzarían
tan imponentes (sin respuesta o evadidas a un costo tan elevado) si no
hubiéramos fallido en insistir cada día en buscar responsabilidades legítimas.
Naturalmente nos gustaría tomar el camino más fácil. Pero no hay caminos
fáciles. No con el nuevo Congreso. No con Barack Obama. Ni con John McCain. Su
valentía en las prisiones de Vietnam del Norte le hizo un héroe, pero su récord
en el Congreso le hace un peligro como funcionario público. Tenemos que
levantarnos de una jodida vez y enseñar al mundo qué tan poderosa es la gente en
una democracia. Así podemos recuperar nuestra posición como ejemplo a seguir en
lugar de como paria delante de todo el mundo. Así podemos levantar la cabeza y
dejar que nuestro orgullo y nuestra unidad mejoren nuestra calidad de vida y
seguridad.
Dicen que perdimos a 3000 estadounidenses el 11 de septiembre.
¿Fueron suficientes? Estamos a punto de alcanzarlo. Estamos a unas pocas
semanas, si no es menos, de la muerte de 3,000 estadounidenses en Irak. Yo le
pido a la líder Pelosi, ¿entonces podremos poner un juicio de destitución en el
tapete? Si después del Katrina no se hubiera hecho responsable al jefe de FEMA
Mike Brown (aunque es posible que fuera un chivo expiatorio), hubiéramos tenido
la misma negligencia y el mismo caos cuando el huracán Rita azotó Houston.
Piénsenlo. Las mismas personas que elogian el castigo como fuerza disuasoria
cuando se habla del “crimen y el castigo” ahora presumirán de su pensamiento
positivo cuando descartan las cualidades disuasorias de un juicio de
destitución.
¿Qué es un juicio de destitución? No es una disputa entre
demócratas y republicanos. No lo será, si se usa responsablemente. Si la Cámara
de Representantes vota para enjuiciarle al presidente, ¿se le quitará la
presidencia? No, no se la quitará. Un juicio de destitución no hace eso. El
juicio de destitución es la oportunidad de actuar con responsabilidad y dejar
que nuestros senadores electos, demócratas y republicanos por igual, tengan la
autoridad de hacer una investigación completa. La autoridad de sacar a la luz la
verdad. Hay madres y padres que cada día en esta guerra pierden a sus hijos en
muertes horrorosas. Muertes horribles. Mutilaciones horribles. ¿Se cometieron
delitos en movilizar apoyo popular para la decisión de ir a la guerra? Por el
momento estamos viviendo un escenario extremadamente cobarde: los halcones
abusaron del juicio de destitución hace ocho años y ahora los demás con tan
buenos modales nos negamos a usarlo hoy. Démosles protección a los que
denunciaron actos ilegales, citemos a los testigos y entonces, uno por uno,
obliguemos a declarar bajo juramento a este gobierno. Y si queda comprobado que
se cometieron los delitos de “traición, soborno, u otros delitos mayores o
menores”, entonces sigamos lo indicado en el Artículo 2, Sección 4 de la
Constitución de Estados Unidos, y destituyamos al “presidente, vicepresidente, y
...a los funcionarios públicos de Estados Unidos”. Si el Departmento de Justicia
piensa que es adecuado alojarlos con Jeff Skilling, que así sea.
Así que, miren... si intentamos hacer un juicio de destitución
por mentir sobre una mamada, pero luego aceptamos sin cuestión esos abusos casi
innegables, nos convertimos en una mancha en la bandera que izamos. Estaba
escuchando a Frank Rich esta mañana en una gira de promoción de su libro. Dijo
que piensa que un juicio de destitución acabaría siendo un desvío “decadente”
mientras siguen matando a nuestros soldados. Admiro a Frank Rich. Naturalmente
tendría razón si no hiciéramos más que un juicio de destitución. Pero somos
estadounidenses. Podemos hacer dos cosas al mismo tiempo. Entonces, sigamos
adelante: salgamos rápido de esa guerra en Irak Y enjuiciemos a esos hijueputas.
Christopher Reeve prometió que dejaría atrás la silla de ruedas.
Bueno, no sé qué piensan ustedes, pero a mí me parece que está de pie ahora y
que yo no estaría aquí si no me estuviera apoyando en él. Que sea para algo.
Georgie, hay una multitud abajo.
Gracias y buenas noches.
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