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El Mundo no Puede Esperar organiza a las personas que viven en Estados Unidos para repudiar y parar el rumbo fascista iniciado durante el régimen de Bush y evidenciado en las ocupaciones asesinas, injustas e ilegítimas de Irak y Afganistán; la “guerra de terror” global de tortura, rendición extraordinaria y espionaje; y la cultura de discriminación, intolerancia y avaricia. A ese rumbo no le darán marcha atrás los líderes que nos instan a buscar puntos en común con fascistas, fanáticos religiosos e imperio. Solo es posible si la población forja una comunidad de resistencia –un movimiento independiente de grandes cantidades de personas—que, actuando en pro de los intereses de la humanidad, pone fin a dichos crímenes y demanda que se procese a los responsables por ellos.



Del directora nacional de El Mundo No Puede Esperar

Debra Sweet


Invitación a traducir al español
(Nuevo)
03-15-11

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Reseña de película

Milk: Desgarradora y radiante

Milk es una película que hay que ver, sobre la vida de Harvey Milk, un líder de la comunidad gay del distrito Castro de San Francisco en los años 70 y la primera persona abiertamente gay que ganó una elección para un puesto político en Estados Unidos. En 1979, menos de un año después de su elección, el ex-supervisor y ex-policía Dan White mató a balazos a Milk y al alcalde de San Francisco George Moscone. White representaba los valores tradicionales y en su campaña política había condenado los “grupos pequeños de radicales, desviados sociales e incorregibles”.

La película es desgarradora y radiante. Es un retrato de valentía, compromiso y amor forjados en una lucha por la justicia. Además, es oportuna e impactante y, aunque va más allá de ser una película “de temas sociales”, a veces hace eco de una manera inquietante del ambiente político actual, con los ataques al matrimonio gay, la aprobación de la proposición 8 en California (y medidas similares en otros estados) y la poderosa resistencia del pueblo, en particular de la comunidad gay y lesbiana.

Sean Penn da vida a Milk: es chistoso, carismático, valiente y dedicado a una causa justa. El director Gus Van Sant (Mi Idaho privado, En busca del destino, Descubriendo a Forrester, Elefante) es gay y sus películas generalmente retratan a personas que no encajan con su ambiente de una forma u otra.

Un vistazo a un período de tumulto

La película capta vívidamente la vida de Harvey Milk, con todas sus contradicciones, y también el espíritu del movimiento gay durante ese tiempo —del principio al fin de los años 70— centrándose en el distrito Castro de San Francisco durante su nacimiento como un centro cultural, político y social gay nacional.

La película comienza con un vistazo a lo que significaba ser gay en una época en que la mayoría de los gays se vieron obligados a estar en “el clóset”. Detrás de los créditos, vemos escenas de noticiero en que la policía hace redadas en bares gays, arrestando a las personas y metiéndolas a los furgones mientras estas tratan de cubrir la cara para evitar que se descubra el “delito” de su orientación sexual, que en ese tiempo les habría causado perder el trabajo y tener que enfrentar un ostracismo social. A través de la vida de Milk, quien abandonó una vida en el clóset como ejecutivo publicitario en Nueva York para empezar una nueva vida en San Francisco, la película describe la férrea batalla compleja que se libró para poner fin a todo eso, una batalla que está lejos de terminada.

Vemos a Milk en 1972, en la apertura de lo que llegaría a ser su famosa tienda de cámaras sobre la calle Castro. El tendero de frente viene para decirle que si abre la tienda, llamará a la policía. Milk le pregunta con qué ley, y el tipo responde: “Está la ley de Dios y la ley del hombre, y la policía de San Francisco hacer cumplir a las dos”. El compañero de Milk se sobresalta, pero Milk abre la tienda al instante, con un letrero que dice: “Sí, ya abrimos para la clientela”.

Vemos las formas en que se manifestaba un espíritu de rebelión por todo el país. Si se asesinaba a una persona gay en el Castro o si la policía brutal realizaba una redada a un bar gay (en un incidente la policía tapó sus chapas y mandaron a 14 personas al hospital), Milk agarraría su megáfono para dirigir marchas militantes por la ciudad. Otra manifestación de ese espíritu se ve en una marcha de miles de personas que corean “derechos civiles o guerra civil”.

La película enseña el daño que causaban las viles campañas políticas contra los derechos de los gays que libraba gente como Anita Bryant, la cantante y vocera del jugo de naranja del estado de Florida. Y expone las subyacentes relaciones sacadas de la Biblia que esas personas estaban fortaleciendo.

Las tomas documentales muestran a Anita Bryant cuando dice que hay “fuerzas del mal a nuestro alrededor que quieren destrozar el núcleo familiar que mantiene unido al país”. El reaccionario senador estatal John Briggs lanzó una iniciativa (la proposición 6), que hubiera despedido a todos los maestros gays, tildándolos de “perversos y pedófilos que enganchan a nuestros hijos”. En respuesta, Milk empezó sus discursos con lo que llegaría a ser su presentación característica: “Me llamo Harvey Milk y quiero reclutarlos”.

Vemos y sentimos el daño que este sistema represivo y patriarcal les ha causado a generaciones de jóvenes gays. Y vemos el corazón y la valentía que Milk demandaba de sí mismo y de otros. Milk recibía llamadas de todo el país de jóvenes que pedían ayuda y estaban a punto de suicidarse, que experimentaban la violencia, el cruel aislamiento social y la “reprogramación” psicológica. Le aconseja a un joven dejar su familia, ir a la ciudad más cercana y buscar la comunidad gay. Cuando Dan White dice con envidia que Milk tiene un “tema social”, Milk responde con pasión que los derechos de los gays son “más que un tema social, estamos luchando por nuestras vidas”. Explica que tres de sus cuatro compañeros sentimentales intentaron suicidarse porque él los obligó a vivir en el clóset. Para luchar contra la proposición de Briggs, exhorta a todos los gays y las lesbianas a que “sálganse, sálganse de clóset, dondequiera que estén”. Antes de su muerte, dijo: “Si me pega una bala, que abra la puerta de cada clóset”. Es una canallada que todavía en esta sociedad, según los informes un joven gay se suicida cada seis horas debido a la deshumanización y el hostigamiento constante que sufren.

Trabajando dentro del sistema

Milk luchó por una variedad de causas progresistas, no solamente los derechos de los gays, pero lo hizo en el marco de lograr cambios dentro del sistema y no en buscar eliminar el sistema. Fue un líder que representó y abogó por la posibilidad de tener esperanza en el sistema, y defendió la constitución y la “promesa de Estados Unidos” como el marco indicado para el cambio social.

Esa es una ilusión peligrosa y la película describe unas de las contradicciones inherentes en tal enfoque. En medio de una protesta en el Castro, la policía le advierte a Milk que si él no previene que estalle un disturbio, los agentes lo harán a golpizas. Milk interviene y dirige una marcha pacífica al palacio municipal. En otra ocasión, la gente sale a la calle en el Castro para protestar contra la anulación de los derechos de los gays en Florida, tras la aprobación de una iniciativa de Anita Bryant. Milk le pide dirigir la protesta a un activista, Cleve Jones (Emile Hirsch), mientras Milk maniobra para mediar entre la multitud y la policía. Según dice la película, Milk también decía que si se aprobara la iniciativa Briggs (la proposición 6), habría que hacer un “disturbio”. Agrega que como funcionario elegido, él no podría convocarlo directamente, pero pide que Cleve lo dirija.

El hecho es que cuando se confronta una opresión tan profundamente arraigada en el tejido social como es la discriminación contra los gays y las lesbianas, como hicieron Harvey Milk y el movimiento gay de los años 70, la gente se topará una y otra vez con el estado capitalista y, en particular, su uso de la fuerza armada. Y continuamente se verá obligada a hacerle frente a todo eso, o tendrá que bajar las miras, moderar los sueños y buscar una forma de acomodarse al sistema de opresión.

En el marco de trabajo dentro del sistema, Milk luchó audazmente en oposición a la mortífera estrategia conservadora en el movimiento de derechos de los gays, de dirigirse al “público de conciencia mediana” y hacer todo lo posible por no “ofenderlo”. Por ejemplo, unas fuerzas dentro del movimiento pro derechos de los gays argumentaban que la campaña contra la iniciativa Briggs debía hablar de “derechos humanos” y ni siquiera mencionar a los gays. Milk rechazó ese camino, llamándolo la “respuesta de un cobarde”, y abogó por una “salida del clóset” en masa, diciendo que todos votarían contra la iniciativa Briggs al ver que sus amigos y familiares eran gays.

El asesinato de Milk

Milk sabía que unas fuerzas poderosas se le oponían, pero hizo frente a los ataques reaccionarios con humor y valentía. The Mayor of Castro Street [El alcalde de la calle Castro], la biografía de Milk escrito por Randy Shilts, dice que siempre predecía que todo “iba a terminar con unas balas a la cabeza”. Cuando una amenaza de muerte llega por correo, el compañero de Milk recomienda llamar a la policía. Milk contesta que a lo mejor la policía la envió y pega la nota, que muestra su cuerpo desmembrado por una motosierra, a la calentadora de agua. Cuando le informan de una amenaza con balearlo cuando se presenta al micrófono para hablar en un mitin con motivo del día de liberación gay, Milk literalmente corre al podio y levanta los brazos.

Milk es asesinado por Dan White (representado por Josh Brolin), quien vituperaba contra la “desviación social” y, como parte de su campaña para ser supervisor, dijo que “quería desatar una furia que eliminara la lacra de nuestra hermosa ciudad”. Brolin capta con brillantez el complejo de mártir del varón blanco heterosexual que se siente bajo ataque, cuando la realidad es todo lo contrario.

La película termina con una escena conmovedora, tras el asesinato de Milk y Moscone, en que decenas de miles de personas marchan por San Francisco en una vigilia con luz de velas. En una leyenda al final del film, describe lo que pasó luego. Por los dos asesinatos, White recibió una condena de homicidio sin premeditación (y no de homicidio a secas) y una pena de solo siete años de cárcel. La población de San Francisco, que interpretaba la sentencia como una vindicación de White por haber asesinado a Milk, pues White fue el muchacho típicamente americano y un ex-policía, irrumpió en los disturbios de las “Noches blancas” [el apellido “White” significa “blanco” —  Nota de la traductora]. Se destrozaron los cristales del palacio de gobierno municipal y se incendiaron una docena de patrulleros. Como represalia, en la noche la policía hizo una redada brutal en el bar Elephant del Castro, en que a gritos de “¡bonzai!” destruyó las cámaras televisivas de los que trataban de filmarlo y se echó encima con macanazos a todo lo que moviera.

La relevancia para hoy

Milk se estrenó en medio de una batalla que rugía de nuevo en la sociedad por los derechos de los gays, y ¡la película hace que uno o una quiera luchar! La proposición 8 en California ha prohibido los matrimonios gays, una vez más legalizando la discriminación. Las condiciones hoy son diferentes, aunque la oposición del sistema a la homosexualidad en su núcleo permanece y en algunas formas es más virulenta. Las Anita Bryant, John Briggs y Dan White se han transformado en un movimiento fascista cristiano que tiene más fuerza política y vínculos más estrechos con los corredores del poder de la sociedad estadounidense.

En respuesta, han aparecido en las calles manifestaciones de gran impacto. Estas protestas necesitan seguir adelante y crecer, aprendiendo de la postura firme de Harvey Milk.

Milk se estrenó el 26 de noviembre y para el 5 de diciembre ya estaba en los cines por todo el país. Vea esa película y traiga a los amigos.


 

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