Reencarnación de Alabama
PHOENIX, Arizona.– En lo que asistía a una reunión hace poco de Somos
América, un grupo pro derechos del inmigrante que hace lo mejor que puede para
confrontar las muchas acciones de hostilidad que encaran los residentes
indocumentados de esta ciudad, tuve la sensación de estar pasando por una
transformación irreal del tiempo.
¿¿Así fue como se sentía estar en Alabama durante una sesión de organización
en 1965 en lo que defensores de los derechos civiles planeaban una protesta o
discutían cómo evitar el hostigamiento y la detención del sheriff de Birmingham,
Bull Connor, o de cómo evitar que sus perros los acabaran a mordedura
limpia?
Sólo que, este no es el año 1965; es el 2009. Y el némesis no es Bull Connor,
sino que es el Sheriff del condado Maricopa, Joe Arpaio, quien durante los
últimos varios años se ha encargado de hacer redadas de inmigrantes
indocumentados y encontrar las formas de deshumanizar y humillarlos en sus
cárceles.
Ojalá pudiera comprender lo que motivaba a Bull Connor para poder compararlo
con la motivación de Arpaio. Sé lo suficiente de Arpaio para pintarlo de
oportunista político quien no se cansa nunca de hacerse destacar ante las
cámaras.
En años recientes, su objetivo ha sido agregar a su reputación de ser "el
sheriff más duro de los EE.UU." Ahora se ha volcado en capitalizar sobre los
sentimientos en contra del inmigrante que recorren Arizona y en el resto del
país. Con el respaldo reaccionario del votante en este condado, Arpaio cuenta
con todos los recursos que quiere para administrar de la manera que él prefiera
su cargo.
Desde lejos resulta ser un gran espectáculo. Pero para cualquiera que ose
retarlo, es una pesadilla. Ha mandado detener a un editor por oponerse a él en
la prensa; han sido detenidos numerosos activistas y hostigados por intentar
exponer sus maneras tergiversadas y egocéntricas. También continua aterrorizando
a la comunidad inmigrante mediante sus redadas e investigaciones
inconstitucionales.
No es coincidencia que sus políticas, que apuntalan a residentes
indocumentados, nadan sobre las olas nacionales y locales de nativismo y
xenofobia.
Arpaio puede hacer esto porque gana las elecciones consistentemente con una
mayoría confortable de votos. No importa que ha hecho que la Phoenix
metropolitana parezca una contracorriente atrasada, una mancha despectiva sobre
la conciencia nacional y el epicentro de actitudes en contra del inmigrante.
Su truco más reciente tuvo que hacer con el segregamiento de prisioneros
indocumentados de la población común su cárcel. Vistió a los inmigrantes en ropa
de rayas, símbolo de cadenas de prisioneros, atándoles los tobillos con
grilletes, y armando un circo mediático en lo que los hizo marchar de una
instalación a otra conocida como Tent City. Arpaio justificó sus acciones a la
prensa diciendo que la mudanza haría más fácil el transporte de los jóvenes
mortificados a sus audiencias de deportación.
La función digna de Vaudeville de Arpaio sería risible salvo que inflinge un
daño excesivo y una humillación sobre personas ya desesperadas provenientes de
nuestro vecino México, plagado de la pobreza. El único "crimen" que la gran
mayoría de ellos ha cometido es cruzar la frontera sin documentos en busca de la
supervivencia –una vida para ellos y para sus hijos. Los delitos por los que
estaban encarcelados eran ofensas estatales relativamente menores que no
ameritaban una sentencia larga de prisión.
Un tribunal federal permitió el 11 de febrero pasado que continúe una demanda
colectiva presentada el verano pasado por Somos América y otros cinco individuos
acusando a Arpaio de fichar y maltratar a los hispanos. El juicio, con respaldo
del Fondo Mexicano Americano de Defensa Legal y Educación y la Unión Americana
de Libertades Civiles, acusa a Arpaio de infringir tanto la constitución del
estado de Arizona como la de los Estados Unidos.
Algunos grupos nacionales de defensa de derechos civiles tienen la intención
de pasar por Arizona este mes para protestar contra la política de segregación y
las redadas del sheriff. Ellos pedirán que cese el acuerdo 287 (g) entre la
agencia federal de inmigración (ICE por sus siglas en inglés) y la oficina del
sheriff. El acuerdo en esencia otorga a los agentes locales del orden, con
mínima capacitación, la autoridad de actuar cual agentes de inmigración.
La campaña de terror de Arpaio, sin la intervención del gobierno federal,
continuará sin ser revisada hasta que él sienta la necesidad de dirigirse a otra
masa crítica de electores reaccionarios. Cuatro demócratas importantes del
Congreso quienes sirven en el Comité Judicial de la Cámara de Representantes
(curiosamente, ninguno de Arizona) han convocado ahora a una investigación de la
oficina del sheriff por motivo de violaciones de derechos humanos y civiles. Es
de esperar que eso le envíe otro mensaje.
El reírse de residentes sin defensas ni documentos no le amerita a Arpaio el
mote de "sheriff más duro de los EE.UU." Es más realista le amerite el de el
"más cobarde".
Jonathan Higuera es periodista independiente con base en Phoenix, Arizona.
jonathan.higuera@yahoo.com
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