Revolución #71, 3
de diciembre de 2006
Estados Unidos habla de una “nueva dirección” en Irak,
pero…
Masacra en Ramadi
Unos políticos y comentaristas dicen que Irak está en medio de una guerra
civil y que las “tropas encargadas de mantener la paz con las mejores
intenciones están atrapadas entre los dos lados”. Pero lo que pasó el 13 de
noviembre en la ciudad de Ramadi (de 400,000 habitantes), en el oeste de Irak,
los desmiente.
Esa noche, las tropas estadounidenses abrieron fuego de tanques contra unas
casas del barrio Al-Dhubat y mataron a unas 35 personas. Haji Jassim, de 65 años
de edad, le dijo al Inter Press Service (IPS): “Oímos las bombas y pensamos que
era un choque usual entre los combatientes de la resistencia y los americanos,
pero pronto nos dimos cuenta de que eran cañones grandes. Los americanos no nos
permitieron acercarnos a las casas para rescatar a los heridos, así que muchos
murieron desangrados… Una gran fuerza americana nos paró y nos soltó las mismas
ofensas de siempre”.
Los periodistas Dahr Jamail y Ali al-Fadhily de IPS informaron: “Jassim habló
con IPS mientras otros testigos asentían con la cabeza. Dijo que las ambulancias
no llegaron hasta cuatro horas después porque ‘nos dimos cuenta de que los
americanos no les permitían entrar’, y que como resultado ‘los enterrados en los
escombros murieron desangrados aunque hubiéramos podido rescatarlos’”.
Los médicos iraquíes y los testigos del ataque informaron que los muertos
eran civiles. Los médicos que hablaron con IPS no querían dar muchos detalles
porque temían represalias, pero confirmaron que muchos murieron desangrados. IPS
informó: “La indignación es fuerte en Ramadi porque ha sido el blanco de
repetidas operaciones estadounidenses y de los castigos colectivos que las
caracterizan”.
El portal de Al Jazeera en inglés citó a Rabah al-Alwan, director del
Sindicato de Abogados de Al-Anbar, quien dijo que el ejército se apoderó del
barrio al-Soufiya en el centro de Ramadi en enero, expulsó a 211 familias y que
francotiradores mataron a los que regresaron a buscar sus pertenencias.
Efectivamente, un elemento muy importante de la situación actual es una
guerra civil entre varias facciones iraquíes (lo que constituye un obstáculo a
los planes de Estados Unidos en el país y la región). Es trágico que las masas
se peleen entre sí, y que tendencias y fuerzas fundamentalistas islámicas
reaccionarias hayan cobrado fuerza. Pero a) esta guerra civil es una
consecuencia de la invasión y ocupación yanquis y b) las tropas estadounidenses
siguen desempeñando un papel muy agresivo y salvaje a fin de obligar a todos los
lados a aceptar un arreglo que concuerde con los intereses imperialistas en Irak
y la región.
Necesidades de una guerra injusta
Ramadi queda a 60 millas de la capital, Bagdad, y a 30 millas de Faluya.
Ramadi y Faluya se encuentran en el corazón de lo que las fuerzas de ocupación
llaman el “triángulo sunita”, una región de fuerte resistencia de los musulmanes
sunitas. Entre ellos hay muchas fuerzas reaccionarias aliadas con el gobierno de
Saddam Hussein. Esas fuerzas son apenas una facción de la resistencia, pero para
implementar opciones que concuerden con sus objetivos en Irak, y en particular
para controlar a los sunitas mientras busca una “nueva dirección” para cumplir
sus metas por toda la región, Estados Unidos tiene que aplastar la resistencia
en esta zona. O por lo menos tiene que “darle una lección”.
Un ejemplo violento de esto fue el sangriento ataque contra Faluya en el
2004. El periódico inglés The Guardian informó: “Al final de la
ofensiva, toda la ciudad estaba en ruinas. El comisionado de indemnización
informó que destruyeron 36,000 de las 50,000 casas, 60 escuelas y 65 mezquitas y
santuarios. Estados Unidos dice que solo murieron 2,000 personas, casi todos
combatientes, pero otras fuentes no están de acuerdo… Las ONGs y los
trabajadores médicos calculan que murieron de 4,000 a 6,000 personas, en su
mayoría civiles, o sea, una mortalidad mayor que en Coventry y Londres durante
el blitz [por la Alemania nazi]”.
En Faluya, un blanco de los primeros bombardeos fueron las clínicas y el
personal médico. Un especialista en “guerra informática” del Pentágono dijo que
las clínicas podrían servir de “centros propagandísticos”. Además, Estados
Unidos cometió horribles crímenes de guerra con armas químicas como fósforo
blanco, que quema hasta el hueso.
Aquí los medios censuraron los informes de cuántos murieron en Faluya, pero
en el resto del mundo (y especialmente en el Medio Oriente) se veían las últimas
noticias cada hora en Al Jazeera (por lo que Donald Rumsfeld, el secretario de
Defensa despedido hace poco, lo tildó de “vil” y “vergonzoso”). Estados Unidos
demostró que, con la aplicación de una fuerza abrumadora, puede borrar una gran
ciudad. Pero Faluya es hoy una maldición para los yanquis y un grito de guerra
para la resistencia.
Empantanado en un desastre, responde con masacres
Hasta la fecha, el actual ataque contra Ramadi (que empezó en junio) no tiene
la misma concentración de fuerza usada contra Faluya. Pero hay paralelos
peligrosos: como en Faluya, las fuerzas de ocupación se apoderaron de todos los
puntos de entrada a la ciudad con el fin de estrangularla. Muchos habitantes
esperaban la destrucción de la ciudad y 10,000 huyeron. Maurizio Mascia, del
Consorcio Italiano de Solidaridad (un grupo que ayuda a los refugiados
iraquíes), le dijo a IPS: “Los americanos, en vez de atacar la ciudad de golpe,
como en las operaciones previas en Faluya y Al Qa’im [otra ciudad del “triángulo
sunita” asediada en el 2005], en Ramadi atacan un distrito a la vez con
helicópteros y fuerzas terrestres”.
Pronto, la clase dominante va a debatir la guerra de Irak y se oirán
recomendaciones de “mantener la presencia militar” (o de aumentarla) con el
pretexto de “proteger a los iraquíes”. Es sumamente importante captar y divulgar
la lección de Ramadi: las fuerzas militares están en Irak con la meta de imponer
los mandatos de Washington, y nada más.
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