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El Mundo no Puede Esperar organiza a las personas que viven en Estados Unidos para repudiar y parar el rumbo fascista iniciado durante el régimen de Bush y evidenciado en las ocupaciones asesinas, injustas e ilegítimas de Irak y Afganistán; la “guerra de terror” global de tortura, rendición extraordinaria y espionaje; y la cultura de discriminación, intolerancia y avaricia. A ese rumbo no le darán marcha atrás los líderes que nos instan a buscar puntos en común con fascistas, fanáticos religiosos e imperio. Solo es posible si la población forja una comunidad de resistencia –un movimiento independiente de grandes cantidades de personas—que, actuando en pro de los intereses de la humanidad, pone fin a dichos crímenes y demanda que se procese a los responsables por ellos.



Del directora nacional de El Mundo No Puede Esperar

Debra Sweet


Invitación a traducir al español
(Nuevo)
03-15-11

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Revolución #71, 3 de diciembre de 2006

Estados Unidos habla de una “nueva dirección” en Irak, pero…

Masacra en Ramadi

Unos políticos y comentaristas dicen que Irak está en medio de una guerra civil y que las “tropas encargadas de mantener la paz con las mejores intenciones están atrapadas entre los dos lados”. Pero lo que pasó el 13 de noviembre en la ciudad de Ramadi (de 400,000 habitantes), en el oeste de Irak, los desmiente.

Esa noche, las tropas estadounidenses abrieron fuego de tanques contra unas casas del barrio Al-Dhubat y mataron a unas 35 personas. Haji Jassim, de 65 años de edad, le dijo al Inter Press Service (IPS): “Oímos las bombas y pensamos que era un choque usual entre los combatientes de la resistencia y los americanos, pero pronto nos dimos cuenta de que eran cañones grandes. Los americanos no nos permitieron acercarnos a las casas para rescatar a los heridos, así que muchos murieron desangrados… Una gran fuerza americana nos paró y nos soltó las mismas ofensas de siempre”.

Los periodistas Dahr Jamail y Ali al-Fadhily de IPS informaron: “Jassim habló con IPS mientras otros testigos asentían con la cabeza. Dijo que las ambulancias no llegaron hasta cuatro horas después porque ‘nos dimos cuenta de que los americanos no les permitían entrar’, y que como resultado ‘los enterrados en los escombros murieron desangrados aunque hubiéramos podido rescatarlos’”.

Los médicos iraquíes y los testigos del ataque informaron que los muertos eran civiles. Los médicos que hablaron con IPS no querían dar muchos detalles porque temían represalias, pero confirmaron que muchos murieron desangrados. IPS informó: “La indignación es fuerte en Ramadi porque ha sido el blanco de repetidas operaciones estadounidenses y de los castigos colectivos que las caracterizan”.

El portal de Al Jazeera en inglés citó a Rabah al-Alwan, director del Sindicato de Abogados de Al-Anbar, quien dijo que el ejército se apoderó del barrio al-Soufiya en el centro de Ramadi en enero, expulsó a 211 familias y que francotiradores mataron a los que regresaron a buscar sus pertenencias.

Efectivamente, un elemento muy importante de la situación actual es una guerra civil entre varias facciones iraquíes (lo que constituye un obstáculo a los planes de Estados Unidos en el país y la región). Es trágico que las masas se peleen entre sí, y que tendencias y fuerzas fundamentalistas islámicas reaccionarias hayan cobrado fuerza. Pero a) esta guerra civil es una consecuencia de la invasión y ocupación yanquis y b) las tropas estadounidenses siguen desempeñando un papel muy agresivo y salvaje a fin de obligar a todos los lados a aceptar un arreglo que concuerde con los intereses imperialistas en Irak y la región.

Necesidades de una guerra injusta

Ramadi queda a 60 millas de la capital, Bagdad, y a 30 millas de Faluya. Ramadi y Faluya se encuentran en el corazón de lo que las fuerzas de ocupación llaman el “triángulo sunita”, una región de fuerte resistencia de los musulmanes sunitas. Entre ellos hay muchas fuerzas reaccionarias aliadas con el gobierno de Saddam Hussein. Esas fuerzas son apenas una facción de la resistencia, pero para implementar opciones que concuerden con sus objetivos en Irak, y en particular para controlar a los sunitas mientras busca una “nueva dirección” para cumplir sus metas por toda la región, Estados Unidos tiene que aplastar la resistencia en esta zona. O por lo menos tiene que “darle una lección”.

Un ejemplo violento de esto fue el sangriento ataque contra Faluya en el 2004. El periódico inglés The Guardian informó: “Al final de la ofensiva, toda la ciudad estaba en ruinas. El comisionado de indemnización informó que destruyeron 36,000 de las 50,000 casas, 60 escuelas y 65 mezquitas y santuarios. Estados Unidos dice que solo murieron 2,000 personas, casi todos combatientes, pero otras fuentes no están de acuerdo… Las ONGs y los trabajadores médicos calculan que murieron de 4,000 a 6,000 personas, en su mayoría civiles, o sea, una mortalidad mayor que en Coventry y Londres durante el blitz [por la Alemania nazi]”.

En Faluya, un blanco de los primeros bombardeos fueron las clínicas y el personal médico. Un especialista en “guerra informática” del Pentágono dijo que las clínicas podrían servir de “centros propagandísticos”. Además, Estados Unidos cometió horribles crímenes de guerra con armas químicas como fósforo blanco, que quema hasta el hueso.

Aquí los medios censuraron los informes de cuántos murieron en Faluya, pero en el resto del mundo (y especialmente en el Medio Oriente) se veían las últimas noticias cada hora en Al Jazeera (por lo que Donald Rumsfeld, el secretario de Defensa despedido hace poco, lo tildó de “vil” y “vergonzoso”). Estados Unidos demostró que, con la aplicación de una fuerza abrumadora, puede borrar una gran ciudad. Pero Faluya es hoy una maldición para los yanquis y un grito de guerra para la resistencia.

Empantanado en un desastre, responde con masacres

Hasta la fecha, el actual ataque contra Ramadi (que empezó en junio) no tiene la misma concentración de fuerza usada contra Faluya. Pero hay paralelos peligrosos: como en Faluya, las fuerzas de ocupación se apoderaron de todos los puntos de entrada a la ciudad con el fin de estrangularla. Muchos habitantes esperaban la destrucción de la ciudad y 10,000 huyeron. Maurizio Mascia, del Consorcio Italiano de Solidaridad (un grupo que ayuda a los refugiados iraquíes), le dijo a IPS: “Los americanos, en vez de atacar la ciudad de golpe, como en las operaciones previas en Faluya y Al Qa’im [otra ciudad del “triángulo sunita” asediada en el 2005], en Ramadi atacan un distrito a la vez con helicópteros y fuerzas terrestres”.

Pronto, la clase dominante va a debatir la guerra de Irak y se oirán recomendaciones de “mantener la presencia militar” (o de aumentarla) con el pretexto de “proteger a los iraquíes”. Es sumamente importante captar y divulgar la lección de Ramadi: las fuerzas militares están en Irak con la meta de imponer los mandatos de Washington, y nada más.


 

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