17-08-2008
¿Quien mató a Lavena?
Fernando A. Torres
Rebelión
La chica de la ciudad de Saint Louis, Missouri, era una excelente estudiante;
tocaba el violín, donaba sangre, era voluntaria de nobles causas y pospuso la
universidad para incorporarse al ejército, para encontrarse con los deberes
cívicos que alguna vez escuchó a alguien declarar.
Pero ocho días antes de cumplir sus veinte años, Lavena Johnson encontró el
infierno.
El 19 de julio del 2005 Lavena se convirtió en la primera mujer soldado del
Estado de Missouri que muere en Irak. El ejército les informó a los padres que
Lavena se había suicidado con su rifle de servicio M16. Pero según su padre,
John Johnson, desde el día en que le entregaron el cuerpo, las evidencias
físicas contradecían el informe del ejército. Lavena tenía la nariz quebrada,
los labios lacerados, un ojo en tinta y algunos dientes sueltos.
A Johnson, un empleado civil del ejército con más de 25 años de servicio, le
llamó la atención la herida en la cabeza de su hija. Le pareció que el orificio
dejado por la bala al salir de la cabeza era demasiado pequeño para ser de un
rifle M16. La perforación se parecía a una dejada por una bala de pistola. La
bala entró a la cabeza por el lado izquierdo y Lavena era derecha. Además, uno
de los guantes blancos estaba pegado con goma, como tratando de ocultar las
quemaduras en su mano derecha.
Durante los últimos dos años y medio los padres de Lavena han podido, con la
ayuda de parlamentarios y abogados, extraer pedazos de información al ejército.
Como un doloroso puzzle humano, la verdad lentamente ha comenzado a tomar
forma.
Lavena estaba a cargo de un centro de comunicaciones lo que le permitía
llamar a su familia casi todos los días. Hasta su última llamada, la chica nunca
demostró problema psicológico u de otro tipo. Lavena estaba feliz y saludable.
El suicidio fue descartado inmediatamente por sus padres.
Fotos tomadas por investigadores militares y conseguidas por Johnson, revelan
que Lavena recibió un golpe en la cara con un objeto pesado. Su cuerpo fue
encontrado dentro una carpa parcialmente quemada de la compañía KBR (una
subsidiaria de Halliburton). La parte de atrás de sus ropas estaban sucias, como
que su cuerpo fue arrastrado de un lugar a otro. Alguien le habría arrojado un
líquido inflamable. Su espalda y su mano derecha estaban quemadas.
Las fotografías mostraban que los genitales de la joven exponían severas
hinchazones y laceraciones. Fueron quemados con ácido para destruir las
evidencias de DNA dejadas por el asalto sexual. Las fotografías también
revelaban una huella de sangre en dirección a la carpa.
Lavena fue atacada sexualmente y asesinada fuera de la carpa. Luego de
vestirla, el o sus asesinos, la arrastraron al interior, la rociaron con un
líquido inflamable y le prendieron fuego.
Los investigadores militares comenzaron la indagación convencidos de que el
incidente fue un homicidio, pero todo se detuvo cuando desde arriba se dejó caer
una misteriosa orden superior oficiando el caso como suicidio.
El asesinato de Lavena no tuvo la misma resonancia que tuvo el asesinato de
Pat Tillman en el 2004. No ha tenido espacios en las primeras páginas y ha sido
obviado por los grandes canales de la noticia. Tillman, un futbolista
anglosajón, fue muerto por sus propios compañeros en Irak y el episodio no solo
fue ocultado sino que fue tergiversado para publicitar la muerte de Tillman como
ejemplo de un heroico combate.
Con una promesa de investigación parlamentaria y con casi todas las piezas
del puzzle en su lugar, los padres afro-americanos de Lavena podrían estar muy
cerca del final de esta larga pesadilla.
Una de cada tres mujeres reclutas es violada o atacada
sexualmente
En su dolorosa marcha por la verdad, los lánguidos ojos de Johnson han
descubierto sin quererlo otras historias parecidas. Johnson ha sido contactado
por más de diez familias de mujeres soldados que se han suicidado después
de sufrir violentos ataques sexuales.
Las puertas en las oficinas de reclutamiento deberían tener carteles que
alerten a las mujeres del peligro a que se exponen al ingresar al ejército. "Ahí
es donde la embestida en contra de las mujeres comienza, antes de siquiera ser
reclutadas," dice Ann Wright, coronel del ejército jubilada. Durante el proceso
de reclutamiento o dentro del ejército, una de cada tres mujeres será violada o
atacada sexualmente. Las estadísticas del Ministerio de Defensa son
alarmantes.
Desde el inicio de la invasión denominada Libertad Irakí han muerto 94
mujeres soldados y 12 mujeres civiles. En Afganistán han muerto 13 reclutas y 12
civiles mujeres, dice la investigación de la coautora del libro Disidencia:
Voces de la Conciencia. Wright fue una diplomática que renunció al
Departamento de Estado (2003) en oposición a la invasión de Irak.
En un extenso artículo - ¿Oculta el Ejército Violaciones y Asesinatos?
(Truthout.com. Abril, 08) - Wright dice que de las 94 mujeres, el
ejército asevera que 36 perecieron fuera de combate, a consecuencias de
accidentes, enfermedades, muerte natural y suicidios. Cinco muertes han sido
declaradas como suicidios pero, como sostiene Wright, fuera de estas cincos, hay
otras 15 muertes que han ocurrido bajo "circunstancias extremadamente
sospechosas."
La página Internet de Lavena es : http://www.lavenajohnson.com
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