Hacia una guerra contra Irán
Por William R. Polk, miembro del Consejo de Planificación
Política del Departamento de Estado durante la presidencia de John F. Kennedy
(LA VANGUARDIA, 15/04/08):
En las últimas semanas, Estados Unidos ha ascendido nuevos peldaños en la
senda de una guerra contra Irán. En su edición del pasado 12 de marzo, la
revista conservadora U. S. News and World Report enumeraba “seis indicios de que
Estados Unidos debe haber puesto proa a la guerra contra Irán”.
El primer peldaño que destaca la revista es que el almirante William Fallon,
que había exteriorizado su oposición a la guerra en el número de marzo de la
revista Esquire,fue destituido como comandante en jefe del mando central, las
fuerzas que llevarían a cabo un ataque contra Irán. La revista añadió que el
vicepresidente estadounidense Dick Cheney realizó un viaje notablemente aireado
en los medios de comunicación (como el de antes del ataque contra Iraq en el
2003) al denominado “lugar de tránsito estratégico del petróleo y de entrada y
salida del golfo Pérsico que Irán amenaza con bloquear en caso de guerra”; esto
es, el estrecho de Ormuz.
Poco después de la publicación de este artículo, el segundo de a bordo en el
mando, el vicealmirante John Stufflebeem - opuesto asimismo a un ataque- fue
destituido de su cargo como comandante en jefe de la Armada estadounidense. Es
posible que tales acontecimientos se reduzcan a meros indicios o síntomas, pero
es indudable que Estados Unidos ha reunido en el golfo Pérsico uno de los
contingentes militares jamás congregados.
Su dimensión precisa es un secreto, pero incluye armamento nuclear, misiles
de crucero y cientos de aviones de combate además de miles de efectivos
militares de intervención rápida. Y, en caso necesario, la fuerza aérea
emplazada en Asia Central, el océano Índico, Europa y el propio Estados Unidos
puede emplearse de inmediato en la zona en cuestión. Evidentemente, el
despliegue militar no entraña necesariamente su empleo, pero lo torna más
probable porque la reunión de una fuerza considerable crea inevitablemente el
“clima” de guerra. Tanto las fuerzas armadas como la propia sociedad - cada cual
desde su perspectiva- llegan a aceptar su inevitabilidad. Emprender la retirada
presenta sus dificultades y puede implicar “perder la cara” (pérdida de la
reputación).
Por consiguiente, los líderes políticos habitualmente son arrastrados por la
fuerza de los acontecimientos, como pudo comprobarse una y otra vez después de
la Primera Guerra Mundial: aunque ninguna de las grandes potencias quería
realmente ir a la guerra, ninguna pudo detener el proceso. No se hizo ningún
esfuerzo en este sentido y es poco probable que se haga en la actualidad.
Lo cierto es que se emprenden iniciativas, se adoptan decisiones y se aducen
razones y fundamentos que van en la dirección opuesta. Las fuerzas armadas
estadounidenses se rigen actualmente por las directrices contenidas en la
Estrategia de Defensa Nacional de Estados Unidos de América del año 2005, que
afirma su derecho a llevar a cabo un ataque preventivo o en primera instancia.
Como sabemos, las fuerzas especiales y los agentes de los servicios de
inteligencia estadounidenses se han infiltrado en Irán tanto para identificar
posibles objetivos como para incitar a la revuelta contra el régimen iraní.
Entre las razones aportadas de tales iniciativas, según la Administración
Bush, figura su convencimiento de que Irán apoya el terrorismo suministrando
armas, instrucción y aliento a la insurgencia antiestadounidense en Iraq además
de que trabaja para dotarse del arma nuclear.
Las pruebas disponibles sobre Irán no son concluyentes, una vez que los
organismos de inteligencia estadounidenses hayan manifestado, con “alto nivel de
seguridad”, que Irán no persigue activamente la fabricación del arma nuclear.
Sin embargo, desde el 29 de enero del 2002, cuando el presidente Bush proclamó
que Irán formaba parte del eje del mal, Estados Unidos ha considerado a Irán
como enemigo. Ahora, con un Iraq prácticamente hecho trizas y una Corea del
Norte inmune a un ataque (posee armamento nuclear), Irán es el único adversario
que resta capaz de alterar los objetivos estadounidenses en Oriente Medio.
El despido del almirante Fallon por parte del presidente Bush apuntaba - se
supone- a dejar bien claro a los iraníes que (como así declaró) “todas las
opciones siguen encima de la mesa”. Los candidatos del Partido Demócrata a la
presidencia de Estados Unidos han hecho suya la misma amenaza, incluyendo el
senador Barack Obama, que dijo recientemente que “todas las opciones, y quiero
decir ´todas´, siguen encima de la mesa”. Estados Unidos se prepara para la
guerra.
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