18-11-2008
Pacto con el diablo del gobierno de Irak
“Entrega el país en bandeja de plata y por un período indefinido”
Pepe Escobar Asia Times
Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens
El big bang no es que el gabinete de 37 miembros en su mayoría chiíes y
kurdos, del primer ministro Nuri al-Maliki haya aprobado el borrador de un pacto
de seguridad con los gobiernos de George W Bush (y Barack Obama) que permite que
los militares de EE.UU. se queden en Irak otros tres años; es que el bloque
saderista de 30 miembros removerá cielo y tierra – incluyendo masivas
manifestaciones nacionales de protesta – para bloquear el pacto en la Asamblea
Nacional Iraquí.
El propuesto Acuerdo de Estatus de Fuerzas no sólo fija una fecha para la
retirada de tropas de EE.UU. – 2011 – sino también establece nuevas
restricciones a las operaciones de combate de EE.UU. en Irak desde el 1 de enero
y requiere una retirada de las áreas urbanas desde el 30 de junio. El pacto será
presentado al parlamento en cerca de una semana.
El portavoz saderista Ahmed al-Masoudi subrayó el domingo que el pacto “no
significa nada” y “entrega Irak en una bandeja de plata y por un período
indefinido.”
Masoudi tiene toda la razón cuando dice que la abrumadora mayoría de la
opinión pública está contra el pacto y los saderistas y muchos partidos suníes
insisten en que un referendo popular para aprobarlo es esencial.
La posición del líder chií Muqtada al-Sadr es y ha sido siempre “terminen
ahora mismo con la ocupación.” Resulta que es el mismo punto de vista de
Teherán: el pacto alarga la agonía de Irak como colonia estadounidense. Pero la
televisión estatal iraní lo ha estado presentando como una victoria para el
gobierno de Maliki – subrayando que EE.UU. fue obligado a hacer concesiones (de
hecho Maliki no extrajo todas las concesiones que quería en cuanto al
procesamiento de soldados de EE.UU. por crímenes cometidos en Irak).
La semana pasado, un portavoz del Gran Ayatolá Ali Sistani en Irak dijo que
éste “intervendrá directamente” si considera que el pacto viola la soberanía
iraquí. Si es así, más vale que comience a intervenir esta semana – cuando un
debate sobre el pacto comienza antes de una votación el 24 de noviembre. El
parlamento puede votar a favor o en contra, pero no puede hacer cambios al
texto.
En lo que se refiere a cuántos de los 275 miembros del parlamento en Bagdad
están contra el pacto depende en la medida en EE.UU. los tenga metidos en sus
bolsillos – como a los ministerios del interior y de defensa de Maliki. Nada
menos que el general estadounidense Ray Odierno, máximo comandante de EE.UU. en
Irak, acusa a Irán de haber sobornado a parlamentarios para que rechacen el
pacto. Lo contrario también corresponde a la realidad.
Muqtada, es tu turno
Esta versión del pacto fue apoyada básicamente por los ministerios de
defensa, interior, exteriores y finanzas de Maliki, por la Alianza de Kurdistán
y por el Frente de Acuerdo Suní Iraquí, dirigido por el ex recurso de
inteligencia de EE.UU. y ex primer ministro interino, Iyad Allaui. De modo que
la espina dorsal del apoyo es kurda y del “establishment” chií. Esto no toma en
cuenta al crucial líder del Consejo Supremo Islámico Iraquí
(SIIC), Abdul Aziz al-Hakim, muy cercano a Irán, quien recientemente se ha
mostrado menos crítico del pacto. El SIIC terminó por ceder.
En teoría, todas las tropas de EE.UU. deberían salir de Irak antes del 1 de
enero de 2012. Para todos los efectos prácticos, éste es el nuevo plazo para el
fin de la ocupación – mucho más lejano que los 16 meses de Obama.
A pesar de que el pacto permite a Irak una autoridad limitada para juzgar a
soldados de EE.UU. y al ejército de contratistas de la defensa habilitado por el
gobierno de Bush (sólo en el caso de crímenes graves cometidos fuera de servicio
y fuera de las bases), y prohíbe oficialmente que el Pentágono utilice Irak para
atacar Siria o Irán, el pacto se mofa de la “soberanía” de Irak. Por primera
vez, las tropas ocupantes de EE.UU. tendrán un claro mandato directo de la
dirigencia elegida de Irak, en lugar de una resolución del Consejo de Seguridad
de Naciones Unidas estatuida después de que Bush invadiera Irak en 2003.
EE.UU. tiene que terminar con todas las patrullas de calles iraquíes en junio
de 2009 – cinco meses después de la toma del mando de Obama – y tiene que
retirarse completamente a fines de 2011, a menos que el gobierno iraquí haga el
milagro de pedir a EE.UU. que se quede.
Desde un punto de vista antiimperial, lo único bueno del pacto es que no
permite el establecimiento de bases militares permanentes de EE.UU. en Irak – un
punto que ha sido subrayado ad infinitum por el Ministro de Exteriores Hoshyar
Zebari. El corresponsal de Inter Press Service, Gareth Porter, entre otros, ha
destacado que éste es el tiro de gracia para el sueño neoconservador,
neoimperial de tener a Irak como centro de un imperio de bases en Oriente
Próximo. En un extraño giro histórico, Maliki pone fuera de combate al
vicepresidente de EE.UU., Dick Cheney.
En todo caso, los saderistas no están convencidos. El pasado mes, Muqtada
dijo: “Si os dicen que el acuerdo termina con la presencia de la ocupación,
dejad que os diga que el ocupante retendrá sus bases. Y quienquiera os diga que
nos otorga soberanía es un mentiroso.”
¿Qué harán entonces en la práctica los saderistas? Antes de la aprobación,
Muqtada, en una declaración leída por su portavoz Salah al-Ubaidi en la mezquita
Kufa, dijo: “Si las fuerzas estadounidenses se quedan, reforzaré a los que se
resistan, especialmente a las brigadas incorporadas tras el pendón del Día del
Juicio.” Muqtada llamó a todos esos “Grupos de la Verdad Eterna” a “alistarse
tras la bandera de los muyahidín.” Esta versión saderista de fuerzas especiales
atacaría sólo a fuerzas estadounidenses, y no a los militares iraquíes
(controlados por el gobierno de Maliki).
Muqtada está en una posición difícil. Tiene que enfrentar el problema de que
estratégicamente Teherán está de acuerdo en que no se ataque a tropas de EE.UU.
como la mejor manera para que los estadounidenses terminen por irse. Y Muqtada
está por el momento estudiando en Qom, la capital espiritual de Irán –
difícilmente puede permitirse antagonizar a sus anfitriones. Para colmo, el
movimiento saderista ha estado adoptando una actitud similar a la de Hezbolá,
reconvirtiéndose de actividades de milicia a un firme arraigo en el paisaje
político iraquí. Maliki hizo su jugada. Ahora le toca a Muqtada.
-------------
Pepe Escobar es autor de “Globalistan: How the Globalized World is Dissolving
into Liquid War” (Nimble Books, 2007) y de “Red Zone Blues: a snapshot of
Baghdad during the surge.” Para contactos escriba a: pepeasia@yahoo.com.
http://www.atimes.com/atimes/Middle_East/JK18Ak01.html
¡Hazte voluntario para traducir al español otros artículos como este! manda un correo electrónico a espagnol@worldcantwait.net y escribe "voluntario para traducción" en la línea de memo.
E-mail:
espagnol@worldcantwait.net
|