Obama y los muros
Del histórico discurso que pronunció Barack Obama frente a la Columna de la
Victoria en el corazón de Berlín, la parte que más me impactó fue su alusión a
lo nefasto que resultan los muros.
"No deben alzarse muros entre los viejos aliados a ambos lados del Atlántico.
No deben alzarse muros entre los países que tienen y los que no tienen. No deben
alzarse muros entre razas y tribus, entre nativos e inmigrantes, entre
cristianos, musulmanes y judíos", expresó con determinación el carismático
senador ante las más de 200 mil almas que acudieron a mostrarle su apoyo.
Obama, por supuesto, se refería al Muro de Berlín, el símbolo más prominente
de la Guerra Fría, también conocido como el "muro de la vergüenza" porque
durante 28 años mantuvo dividida a Alemania. Su caída, el 9 de noviembre de
1989, dio paso no sólo a la unión de miles de familias que habían estado
separadas por esa valla sino al fin de los gobiernos totalitarios de la llamada
"cortina de hierro".
Las palabras de Obama tenían como propósito, obviamente, ganar los corazones
de los berlineses. Pero al escucharlas inmediatamente pensé en la postura que el
senador ha tomado en relación con otro muro: el que divide a México y Estados
Unidos.
En contraste con lo que dijo en Berlín, Obama se ha manifestado —al igual que
su rival, el republicano John McCain— en favor del reforzamiento del muro al sur
de la frontera de EEUU alegando que es indispensable para detener tanto a los
inmigrantes indocumentados como a posibles terroristas.
Ambos candidatos han hecho caso omiso de los numerosos efectos negativos del
muro: desde los daños ambientales que causa y los cientos de indocumentados que
han muerto al intentar pasarlo, hasta las pérdidas millonarias que se generan
por la lentitud en los cruces.
Obama y McCain se niegan a reconocer, asimismo, la ineficacia de esa barrera.
Ningún muro podrá detener a los inmigrantes deseosos de encontrar una vida mejor
en este país, si aquí les ofrecen trabajo. Es también iluso pensar que el
reforzamiento de una valla con México pueda impedir el paso de los terroristas.
Éstos, como se ha visto hasta ahora, han llegado por avión y con visa a este
país.
Tanto la seguridad de EEUU como la inmigración indocumentada requieren de
soluciones complejas que vayan más allá de la construcción de muros. No se
trata, desde luego, de que dejen de existir aduanas y controles fronterizos de
la noche a la mañana, pero es claro que para combatir esos problemas de forma
efectiva, habría que ir a la raíz, a las causas que los originan. En el caso de
la inmigración indocumentada, por ejemplo, se tendría que atacar el desempleo en
los países tercermundistas y las abismales diferencias salariales que hay entre
éstos y EEUU. Por lo que toca al terrorismo, el primer paso que este país
debería dar es dejar de actuar unilateralmente y de forma arrogante; sólo así
podrá construir las alianzas que requiere para luchar contra esa calamidad.
Comentarios a: maria.arredondo@laopinion.com
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