Miles de inmigrantes levantan su voz por una reforma justa
El Diario - 04/01/2006 Ruth E. Hernández Beltrán
Nueva York/EFE — La comunidad inmigrante de Nueva York dejó escuchar hoy su
voz para decir “no” al proyecto de ley que les cataloga de criminales y pedir
una reforma migratoria justa, en una marcha con decenas de miles de personas,
principalmente latinos.
Gritando lemas en español como “sí se puede”, los participantes, acompañados
por líderes religiosos, políticos, de grupos cívicos y culturales, cruzaron el
antiguo puente de Brooklyn, que une ese condado con Manhathan, hasta llegar a la
sede de Inmigración.
A medida que avanzaban sobre el puente desde el condado de Brooklyn, la
centenaria infraestructura se tornó un gigantesco arcoiris con los colores de
las banderas de distintos países, mientras decenas de conductores hacían sonar
las bocinas de sus vehículos en señal de apoyo.
“Somos trabajadores, no criminales”, “No al HR4437”, “Nadie es ilegal” y
“Para Dios no hay fronteras”, rezaban algunas de la pancartas que los
inmigrantes, de todas las edades y procedencias, enarbolaban junto con sus
banderas y la de EE.UU.
La marcha fue convocada originalmente por unas 50 organizaciones, lideradas
por la Organización de Ministros Hispanos, pero se fueron uniendo otros grupos
hasta lograr una histórica protesta de inmigrantes comparable a las realizadas
en Los Angeles y Chicago.
El punto de destino, el edificio que alberga el Servicio de Inmigración y
otras agencias federales, estuvo fuertemente custodiado, pero no se registraron
incidentes.
Entre los que participaron en la “Marcha de los Inmigrantes Indocumentados”
estaba una nutrida representación de la comunidad asiática, que ha logrado tener
por primera vez en la ciudad un concejal y un asambleísta.
También asistieron, brasileños, ecuatorianos, chilenos, hondureños,
panameños, paquistaníes y jamaiquinos, entre otros y, cómo no, centenares de
mexicanos.
Al llegar a Manhathan, otros miles de inmigrantes los recibieron con aplausos
y gritos de “sí se puede”, para continuar juntos el recorrido.
El hondureño Santos Villatoro, de 35 años, acudió a la marcha para decir a
EE.UU. que “si se ha dedicado a derrumbar muros en otros países, por qué lo
quiere construir aquí, en la frontera con México?".
“No somos criminales, somos trabajadores”, afirmó Villatoro, obrero de la
construcción que emigró hace seis años a EE.UU., dejando en su país a sus cinco
hijos, a los cuales no ha vuelto a ver.
Villatoro, así como su compatriota Lissette Palma, con dos hijos en Honduras,
aseguraron que de legalizar su situación, su primer paso será viajar a su país
para reunirse con su familia.
Para el matrimonio mexicano de Miguel y Macrina, resolver su situación legal
les permitiría volver a su país, que dejaron hace 16 años, y contar con la
oportunidad de que tres de sus hijos, que nacieron en Puebla, puedan acudir a la
universidad.
“Este es el gigante dormido que han despertado los republicanos”, dijo la
congresista de origen puertorriqueño Nydia Velázquez en su mensaje, mientras
observaba al público, que le respondió con vítores y levantando sus banderas y
carteles.
Velázquez, una entre la extensa lista de políticos que se dirigieron al
público al acabar la marcha, señaló además que en una nación donde se habla de
valores, mantener la familia unida es también un valor, al referirse a las
deportaciones que están separando a los inmigrantes de sus hijos y otros seres
queridos.
Scott Stringer, presidente del condado de Manhathan, dijo a los miles de
inmigrantes que “cuando Bush envía a nuestros hijos a derramar sangre (a la
guerra) no le pregunta cuál es su origen".
Mientras, el asambleísta estatal Adriano Espaillat recordó que cuando llegó a
Nueva York era indocumentado y que hoy es un legislador que representa a su
comunidad.
Aunque el alcalde de Nueva York, Michael Bloomberg -que se ha manifestado a
favor de una amnistía para los indocumentados- no asistió al evento, estuvo
representado por su comisionado de Asuntos de Inmigración, el dominicano
Guillermo Linares.
“Con esta marcha se han levantado las voces de toda la comunidad inmigrante
en Nueva York para hacerse parte de este movimiento a nivel nacional, reclamando
que llegó el momento de que se reconozca la contribución de los indocumentados”,
afirmó.
El reverendo y senador estatal Rubén Díaz, que coordinó la marcha, dijo que
la asistencia sobrepasó sus expectativas y que el mensaje que salió de Nueva
York “fue tan sólido como el de Los Angeles y Chicago.
El asambleísta estatal Rubén Díaz, hijo, calculó la participación en 100.000
personas, pero una hora después todavía seguían llegando decenas de personas al
acto.
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