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El Mundo no Puede Esperar organiza a las personas que viven en Estados Unidos para repudiar y parar el rumbo fascista iniciado durante el régimen de Bush y evidenciado en las ocupaciones asesinas, injustas e ilegítimas de Irak y Afganistán; la “guerra de terror” global de tortura, rendición extraordinaria y espionaje; y la cultura de discriminación, intolerancia y avaricia. A ese rumbo no le darán marcha atrás los líderes que nos instan a buscar puntos en común con fascistas, fanáticos religiosos e imperio. Solo es posible si la población forja una comunidad de resistencia –un movimiento independiente de grandes cantidades de personas—que, actuando en pro de los intereses de la humanidad, pone fin a dichos crímenes y demanda que se procese a los responsables por ellos.



Del directora nacional de El Mundo No Puede Esperar

Debra Sweet


Invitación a traducir al español
(Nuevo)
03-15-11

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Miles de inmigrantes levantan su voz por una reforma justa

El Diario - 04/01/2006
Ruth E. Hernández Beltrán


Nueva York/EFE — La comunidad inmigrante de Nueva York dejó escuchar hoy su voz para decir “no” al proyecto de ley que les cataloga de criminales y pedir una reforma migratoria justa, en una marcha con decenas de miles de personas, principalmente latinos.

Gritando lemas en español como “sí se puede”, los participantes, acompañados por líderes religiosos, políticos, de grupos cívicos y culturales, cruzaron el antiguo puente de Brooklyn, que une ese condado con Manhathan, hasta llegar a la sede de Inmigración.

A medida que avanzaban sobre el puente desde el condado de Brooklyn, la centenaria infraestructura se tornó un gigantesco arcoiris con los colores de las banderas de distintos países, mientras decenas de conductores hacían sonar las bocinas de sus vehículos en señal de apoyo.

“Somos trabajadores, no criminales”, “No al HR4437”, “Nadie es ilegal” y “Para Dios no hay fronteras”, rezaban algunas de la pancartas que los inmigrantes, de todas las edades y procedencias, enarbolaban junto con sus banderas y la de EE.UU.

La marcha fue convocada originalmente por unas 50 organizaciones, lideradas por la Organización de Ministros Hispanos, pero se fueron uniendo otros grupos hasta lograr una histórica protesta de inmigrantes comparable a las realizadas en Los Angeles y Chicago.

El punto de destino, el edificio que alberga el Servicio de Inmigración y otras agencias federales, estuvo fuertemente custodiado, pero no se registraron incidentes.

Entre los que participaron en la “Marcha de los Inmigrantes Indocumentados” estaba una nutrida representación de la comunidad asiática, que ha logrado tener por primera vez en la ciudad un concejal y un asambleísta.

También asistieron, brasileños, ecuatorianos, chilenos, hondureños, panameños, paquistaníes y jamaiquinos, entre otros y, cómo no, centenares de mexicanos.

Al llegar a Manhathan, otros miles de inmigrantes los recibieron con aplausos y gritos de “sí se puede”, para continuar juntos el recorrido.

El hondureño Santos Villatoro, de 35 años, acudió a la marcha para decir a EE.UU. que “si se ha dedicado a derrumbar muros en otros países, por qué lo quiere construir aquí, en la frontera con México?".

“No somos criminales, somos trabajadores”, afirmó Villatoro, obrero de la construcción que emigró hace seis años a EE.UU., dejando en su país a sus cinco hijos, a los cuales no ha vuelto a ver.

Villatoro, así como su compatriota Lissette Palma, con dos hijos en Honduras, aseguraron que de legalizar su situación, su primer paso será viajar a su país para reunirse con su familia.

Para el matrimonio mexicano de Miguel y Macrina, resolver su situación legal les permitiría volver a su país, que dejaron hace 16 años, y contar con la oportunidad de que tres de sus hijos, que nacieron en Puebla, puedan acudir a la universidad.

“Este es el gigante dormido que han despertado los republicanos”, dijo la congresista de origen puertorriqueño Nydia Velázquez en su mensaje, mientras observaba al público, que le respondió con vítores y levantando sus banderas y carteles.

Velázquez, una entre la extensa lista de políticos que se dirigieron al público al acabar la marcha, señaló además que en una nación donde se habla de valores, mantener la familia unida es también un valor, al referirse a las deportaciones que están separando a los inmigrantes de sus hijos y otros seres queridos.

Scott Stringer, presidente del condado de Manhathan, dijo a los miles de inmigrantes que “cuando Bush envía a nuestros hijos a derramar sangre (a la guerra) no le pregunta cuál es su origen".

Mientras, el asambleísta estatal Adriano Espaillat recordó que cuando llegó a Nueva York era indocumentado y que hoy es un legislador que representa a su comunidad.

Aunque el alcalde de Nueva York, Michael Bloomberg -que se ha manifestado a favor de una amnistía para los indocumentados- no asistió al evento, estuvo representado por su comisionado de Asuntos de Inmigración, el dominicano Guillermo Linares.

“Con esta marcha se han levantado las voces de toda la comunidad inmigrante en Nueva York para hacerse parte de este movimiento a nivel nacional, reclamando que llegó el momento de que se reconozca la contribución de los indocumentados”, afirmó.

El reverendo y senador estatal Rubén Díaz, que coordinó la marcha, dijo que la asistencia sobrepasó sus expectativas y que el mensaje que salió de Nueva York “fue tan sólido como el de Los Angeles y Chicago.

El asambleísta estatal Rubén Díaz, hijo, calculó la participación en 100.000 personas, pero una hora después todavía seguían llegando decenas de personas al acto.


 

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