Ray McGovern devuelve medalla al Congreso porque "no quiero
ninguna asociación con la tortura"
El 2 de marzo, el ex analista de la CIA Ray McGovern y otras 15
personas entraron al Congreso vestidos con monos naranjas (como los de los
detenidos de Guantánamo) y la boca amordazada con una cinta que decía "tortura".
McGovern entregó la medalla al Representante Pete Hoekstra (republicano por
Michigan y presidente del Comité Selecto de la Cámara sobre Inteligencia) junto
con la carta siguiente:
El Honorable Pete Hoekstra,
Presidente Comité Permanente Selecto de Inteligencia de la
Cámara de Representantes
Estimado Representante
Hoekstra:
Como asunto de conciencia,
estoy devolviendo el medallón de la Distinción de Inteligencia que me fue
entregado por “servicio especialmente distinguido” durante mis 27 años de
carrera en la CIA. El asunto es la tortura, que se encuentra en la misma
categoría que la violación y la esclavitud –intrínsicamente malvada. No deseo
ser asociado, no importa cuán remotamente, con una agencia dedicada a la
tortura.
En los últimos años han
sido muy preocupantes los informes de que personal de la CIA estaba torturando a
detenidos. El otoño pasado hubo cierta confirmación cuando el Director de la CIA
Porter Goss, así como Dick Cheney –calificado por The Washington Post
como “Vicepresidente para la Tortura” – presionaron al Senador John McCain
exigiendo que su enmienda que prohibía la tortura no incluyera a la CIA.
Informes subsiguientes implicaban a personal de la agencia en varios casos de
abuso a prisioneros en Irak, incluyendo unos pocos en que los detenidos murieron
durante el interrogatorio.
El acatamiento de los
directores de la CIA George Tenet y Porter Goss a las directivas ilegales de la
Casa Blanca ha hecho un daño irreparable a la CIA y al país –sin mencionar a los
torturados y muertos. Que usted, como Presidente del Comité Permanente Selecto
de Inteligencia de la
Cámara de Representantes,
muestre mayor deferencia a la Casa Blanca que dedicación a sus responsabilidades
de supervisión bajo la Constitución es otra gran decepción. ¿Como puede usted y
su contraparte, el Senador Pat Robert, ignorar la tortura –permitir que algunas
personas queden impunes– y no sentir remordimientos de conciencia?
Si los oficiales alemanes
que recibieron órdenes de hacer tales cosas en los años 30 hubieran protestado
lo suficiente y a su debido tiempo, el pueblo alemán hubiera podido ser alertado
de las atrocidades que se perpetraban en su nombre y se hubieran esforzado más
en impedirlo. Cuando mis nietos pregunten: “Abuelo, ¿qué hiciste para detener
la tortura?”, quiero poder decirles que traté de cumplir mi juramento, tanto
como oficial del Ejército como de la inteligencia, de defender la Constitución
de Estados Unidos –y que no sólo protesté en contra de la tortura, sino que
también busqué una manera simbólica de disociarme de ella.
Los norteamericanos nos
hemos acostumbrado a dejar que las instituciones pequen por nosotros. Aborrezco
la corrupción de la CIA en los últimos años, creo que no tiene remedio y no
quiero que mi nombre esté en ningún medallón asociado con ella. Por favor,
destruya este.
Ray McGovern trabaja para Tell the Word, lrama editorial de la
ecuménica Iglesia del Salvador en Washington, DC. Fue analista de la CIA durante
27 años y pertenece al Grupo de Dirección de VIPS.
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