Los marines americanos mataron a sangre fría a los civiles de Haditha
Imagen aparecida en «The Washington Post» con los cuerpor tras
la matanza |
Los militares se defienden asegurando que respondieron al fuego
enemigo que partió de las casas
Uno de los soldados llegó a orinar sobre los cuerpos y fueron
felicitados por su comandante
Mercedes Gallego nueva york
Diario de León - 6 Ene 2007
Pocos minutos después de la explosión de una bomba que mató a un
marine e hirió a otros dos, el resto del pelotón ejecutó a sangre fría a los
cinco ocupantes de un taxi que les seguía y sembró la muerte en las casas de los
alrededores. Uno de ellos incluso orinó sobre los cadáveres, según revela la
investigación que filtró ayer The Washington Post.
La mayor matanza de civiles indefensos en Irak que investiga el
Pentágono ocurrió en la localidad de Haditha el 19 de noviembre de 2005. En
apenas diez minutos los cuatro marines acusados mataron a 24 civiles, muchos de
ellos mujeres y niños. Al final del día, el comandante McConnell de la Compañía
Kilo a la que pertenecía les felicitó por haber hecho «un buen trabajo». Ninguno
de ellos fue interrogado entonces sobre las circunstancias en las que habían
muerto tantos civiles, porque McConnel consideró inapropiado molestarles con
preguntas cuando acababan de perder a uno de sus compañeros. De hecho, el caso
se conoció cuando un periodista de la revista Time recibió el vídeo
grabado por un activista al día siguiente de la masacre. Pero el Servicio de
Investigaciones Criminales de la Marina no abrió una investigación hasta marzo
pasado.
Para el informe al que ha tenido acceso el rotativo se han
entrevistado a cientos de testigos que dan fe de la barbárica reacción de los
marines que perpetraron esta bacanal de sangre, aunque también ratifican su
versión de que recibían fuego enemigo.
No intentaron huir
Nada demuestra que esas balas procedieran de las casas que
asaltaron a golpe de granada, antes de ejecutar a sus ocupantes.
Las primeras víctimas fueron los cinco ocupantes de un taxi
blanco que circulaba detrás del vehículo atacado por los insurgentes con una
bomba de propano activada a distancia . Algunos de los implicados dicen haber
visto salir disparos de detrás de ese coche. Los más describen a los marines
sacando por la fuerza a sus ocupantes con las manos en la cabeza antes de que el
sargento Frank Wuterich, líder del pelotón, los fusilara uno a uno.
«Ni siquiera intentaron huir», dijo el sargento Asad Amer
Mashoot, un soldado iraquí de 26 años que acompañaba ese día al pelotón
estadounidense. «Nosotros estábamos asustados de los marines porque los vimos
volverse locos, gritando y dando voces».
Uno de los acusados, el sargento Sanick De la Cruz confesó a los
investigadores que después ver a Wuterich «apoyado con una rodilla en el suelo
disparando su M16 en dirección a los civiles iraquíes» que habían sacado del
taxi, se dirigió a ellos y vació su cargador en los cuerpos yacientes antes de
orinar sobre uno de los cadáveres. De la Cruz ha declarado que el líder del
pelotón le pidió que le respaldase en su declaración de que intentaban huir.
La masacre en las casas colindantes comenzó cuando los marines
creyeron ver en una de ellas a uno de los francotiradores. «Les dije que la
trataran como un ambiente hostil», ha confesado Wuterich. «Les dije que
dispararan primero e hicieran preguntas después».
En la segunda casa, la niña de 13 años Safah Yunis Salem fue la
única superviviente por hacerse la muerta. Cinco miembros de su familia murieron
ese día, incluyendo a su madre, su hermano Zainab de 5 años y su hermanita Aisha
de 3. «El americano disparó y mató a todo el mundo», contó.
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