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El Mundo no Puede Esperar organiza a las personas que viven en Estados Unidos para repudiar y parar el rumbo fascista iniciado durante el régimen de Bush y evidenciado en las ocupaciones asesinas, injustas e ilegítimas de Irak y Afganistán; la “guerra de terror” global de tortura, rendición extraordinaria y espionaje; y la cultura de discriminación, intolerancia y avaricia. A ese rumbo no le darán marcha atrás los líderes que nos instan a buscar puntos en común con fascistas, fanáticos religiosos e imperio. Solo es posible si la población forja una comunidad de resistencia –un movimiento independiente de grandes cantidades de personas—que, actuando en pro de los intereses de la humanidad, pone fin a dichos crímenes y demanda que se procese a los responsables por ellos.



Del directora nacional de El Mundo No Puede Esperar

Debra Sweet


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Revolución #58, 27 de agosto 2006

Nuevas revelaciones de Seymour Hersh

La destrucción de Líbano y el plan del gobierno de Bush de atacar a Irán

¿Cómo se le llama?

El artículo del periodista Seymour Hersh “Watching Lebanon: Washington’s Interests in Israel’s War” (Con la mirada puesta en Líbano: Los intereses de Washington en la guerra de Israel), demuestra que Israel trazó los planes de la guerra contra Líbano mucho antes de la captura de los dos militares, y que a lo mínimo lo hizo tras consultar con Estados Unidos.

Hersh escribe: “Un experto sobre el Medio Oriente familiarizado con las ideas de los gobiernos israelí y estadounidense me dijo que el plan inicial israelí era iniciar una gran campaña de bombardeos en respuesta a una provocación de Hezbolá. Israel pensaba que un ataque contra la infraestructura de Líbano (las carreteras, los depósitos de combustible e inclusive las pistas de aterrizaje del aeropuerto de Beirut) podría persuadir a las grandes poblaciones cristiana y sunita de volverse contra Hezbolá… Israel bombardeó el aeropuerto, las carreteras y los puentes, entre otros blancos. La semana pasada, la Fuerza Aérea israelí había llevado a cabo casi 9,000 misiones”.

¿Cómo se le llama a un estado que lleva a cabo 9,000 ataques aéreos, muchos contra la infraestructura civil (y por supuesto la población civil), y que mata a más de 900 personas y desplaza a un millón, para “persuadir” a unos sectores de la población a apoyar su causa? ¿Y cómo se le llama a un estado que justifica el asesinato y la destrucción tildándolos de los “dolores de parto de un nuevo Medio Oriente”?

Si eso no es terrorismo estatal en gran escala, ¿qué es?

Un frágil cese del fuego impuesto por la ONU entró en vigor en Líbano el 14 de agosto y muchas familias aprovecharon para regresar y enterrar a los muertos. El implacable bombardeo israelí desplazó a más de un millón de personas (un cuarto de la población nacional) e imposibilitó el rescate de cadáveres.

La revista New Yorker del 21 de agosto publicó un informe del periodista Seymour Hersh sobre el papel del gobierno de Bush en la planificación y ejecución de la guerra contra Líbano. Titulado “Watching Lebanon: Washington’s Interests in Israel’s War” (Con la mirada puesta en Líbano: Los intereses de Washington en la guerra de Israel), el informe revela que la Casa Blanca vio la guerra como preparativos y ensayo para un ataque a Irán.

El cese del fuego no representa el fin del conflicto, sino un cambio a otra fase de la contienda de las fuerzas de la región, y Estados Unidos e Israel tratarán de “terminar” lo que empezaron con el ataque a Líbano.

Por otro lado, la guerra ha desatado cosas que no están bajo control de Estados Unidos, Israel ni los demás reaccionarios de la contienda: Israel y Estados Unidos no lograron las metas trazadas; la clase dominante israelí se está peleando por la guerra; ha aumentado la fricción entre Estados Unidos y los reaccionarios gobiernos árabes de su establo por las posiciones que tomaron en respuesta a la invasión; y hay amplia indignación contra Estados Unidos por toda la región.

La actual gama de contradicciones, si sigue la misma trayectoria, empuja hacia una guerra con Irán.

Las verdaderas razones del ataque a Líbano

El informe de Hersh deja en claro que todas las razones de la invasión de Líbano que dieron los medios de comunicación fueron mentiras. Hersh escribe: “Un experto sobre el Medio Oriente familiarizado con las ideas de los gobiernos israelí y estadounidense me dijo que Israel ideó un plan para atacar a Hezbolá (y lo compartió con el gobierno de Bush) mucho antes de los secuestros del 12 de julio [así describe Hersh la captura de los militares israelíes—Revolución]”.

Hersh informa que varios funcionarios del gobierno le dijeron que “con los secuestros, Israel vio el momento oportuno para iniciar la campaña militar ya planeada contra Hezbolá”. Agrega que aunque el gobierno de Bush negó que conociera el plan de atacar a Líbano, se celebraron discusiones de alto nivel entre oficiales israelíes y funcionarios de la Casa Blanca y del alto mando militar sobre el ataque y lo que lo podría “provocar”. “Los [oficiales] israelíes nos dijeron que sería una guerra de bajo costo y grandes beneficios”, le dijo a Hersh un asesor del gobierno con fuertes lazos a Israel. “¿Por qué oponernos? Podremos localizar y bombardear misiles, túneles y búnkers desde el aire. Será un ensayo para Irán” (énfasis nuestro).

El artículo describe una compleja e íntima relación entre Israel y Estados Unidos, con aprobaciones directas e indirectas. Hersh no siempre entiende la agenda global general del gobierno de Bush y el papel de Israel en ella, pero el artículo deja en claro que Estados Unidos aprobó el ataque a Líbano, que el cuento de que fue una represalia por la captura de los militares israelíes fue un pretexto y que la guerra fue parte de los preparativos para atacar a Irán.

Los “intereses de Washington”: Preparativos para Irán

Las fuentes de Hersh le dijeron que el plan de la guerra de Líbano surgió de un proceso de consulta entre oficiales militares israelíes y estadounidenses sobre los planes para una campaña aérea de gran envergadura contra Irán.

Hersh dice que tres factores motivaron a Estados Unidos a aprobar el ataque a Líbano. Primero, sería un ensayo de un ataque contra Irán. Un ex funcionario de alto nivel de los servicios de espionaje le dijo: “El plan israelí [en Líbano] es ‘una copia fiel de lo que Estados Unidos tiene planeado en Irán’”. Atacar a Líbano ayudaría a planificar el ataque contra Irán y a callar a los críticos de la clase dominante y las fuerzas armadas.

“Las propuestas iniciales de la Fuerza Aérea para destruir la capacidad nuclear iraní, que incluyen un bombardeo intenso de la infraestructura civil, han encontrado resistencia en el alto mando del Ejército, la Marina y la Infantería de Marina, según informan oficiales pasados y actuales”, escribe Hersh. “Dicen que el plan fracasará y llevará inevitablemente a la introducción de fuerzas terrestres, como pasó en la guerra israelí contra Hezbolá”.

Un ex funcionario de los servicios de espionaje le dijo a Hersh que la oficina del vicepresidente Dick Cheney presionó a Israel a darse prisa. “Le dijimos a Israel: ‘Miren, si tienen que hacerlo, los apoyaremos cien por cien. Pero deben hacerlo lo más pronto posible. Si esperan mucho tiempo, nosotros tendremos menos tiempo para evaluarlo y planificar el ataque a Irán antes de que Bush deje el cargo”.

La segunda razón para apoyar la guerra contra Líbano fue eliminar la capacidad militar de Hezbolá de disparar misiles contra Israel como represalia por un ataque a Irán. “No se puede atacar a Irán sin destruir [los misiles de Hezbolá], porque sin duda son un elemento de disuasión. Un ataque a Irán provocará un ataque de Hezbolá contra Tel Aviv y Haifa. Por eso hay que limpiar esto primero”, Hersh dijo en una entrevista en el programa radial Democracy Now!

La tercera razón para apoyar la guerra fue asestarle un golpe a Hezbolá a fin de convertir a Líbano en un estado estable y obediente en el Medio Oriente.

Problemas para el imperialismo yanqui y peligros para los pueblos del mundo

Hersh escribe que a los estrategas de guerra de Estados Unidos les sorprendió la resistencia de Hezbolá y que pudiera seguir lanzando misiles hacia Israel a pesar de los bombardeos. Continúa: “De todos modos, a varios oficiales del alto mando les preocupa que el gobierno de Bush tenga una evaluación más positiva de la campaña aérea de lo que merece, me dijo el ex funcionario de los servicios de espionaje. ‘No cabe duda de que Rumsfeld y Cheney llegarán a una conclusión errónea’, dijo. ‘Cuando pase la tormenta, dirán que fue un éxito y lo aprovecharán para reforzar su plan de atacar a Irán’”.

Fundamentalmente, esto no se debe a que el gobierno de Bush sea tonto o ciego a los peligros y dificultades de una invasión. Como escribió hace poco Larry Everest (“Ambiciones globales, lógica asesina y el peligro de una guerra regional”, Revolución #56): “Aquí opera una lógica asesina y explosiva. Por un lado, el gobierno de Bush tiene que seguir a la ofensiva para realizar sus metas. Aflojar el paso podría descarrilar toda la campaña. Lo que hace a escala mundial requiere una ofensiva implacable, una dinámica en que vacilar o retirarse socava las metas y podría desenmarañarlo todo. Por eso no se retiran cuando tropiezan con obstáculos y dificultades, como por ejemplo en Irak. Su visión es crear un nuevo orden mundial por medio de años de caos. (Hace poco George Will, imperialista derechista, dijo que el enfoque de Bush ‘hace que la inestabilidad, no importa lo pandémica o letal, sea necesariamente una señal de progreso’, y advirtió que eso ‘crea una ceguera’, Washington Post, 18 de julio). Tienen que seguir avanzando e inclusive ‘escapar acelerando’ de las contradicciones que encaran y crean al extender la guerra, para mantener el impulso y porque piensan que solo pueden resolver sus problemas en un escenario mayor”.

De hecho, Estados Unidos ya está preparando el terreno para un ataque a Irán o Siria en medio de este conflicto, echándoles la culpa y por otros medios. En un artículo titulado “The Neocons’ Next War” (La próxima guerra de los neoconservadores), Sidney Blumenthal informa que Bush ha aprobado un programa secreto para que la Agencia Nacional de Seguridad (NSA) le dé información secreta de intercepciones de radio y de otros medios de comunicación a Israel, a fin de supervisar si Siria e Irán le envían nuevas armas a Hezbolá. “En el gobierno, los neoconservadores del personal de seguridad nacional del vicepresidente Dick Cheney y Elliott Abrams (el neoconservador director sobre el Medio Oriente del Consejo de Seguridad Nacional) alaban el plan de compartir inteligencia de la NSA con Israel y dicen que el envío de armas podría servir de pretexto para que Israel bombardee ambos países, me dijo una fuente que tiene conocimiento de las conversaciones”, escribe Blumenthal. “Se dice que los neoconservadores están muy entusiasmados con la posibilidad de utilizar la inteligencia de la NSA para ampliar el conflicto entre Israel y Hezbolá y entre Israel y Hamas a una guerra de cuatro frentes”. (Salon.com, 3 de agosto)

Por su parte, el gobierno reaccionario de la República Islámica de Irán tiene sus propias razones para buscar una confrontación con Estados Unidos. La imposición de un gobierno teocrático fundamentalista ha provocado mucho odio y protestas populares en los últimos años, y el gobierno espera que una confrontación con Estados Unidos e Israel refuerce su base interna y aísle a la oposición. Además, tiene sus propias aspiraciones de influencia y poder regional. Espera crear las condiciones para un mundo menos unipolar donde pueda negociar mejor la exportación de petróleo y las inversiones imperialistas. El papel de Irán (y Siria) con relación a Hezbolá en Líbano solo se puede entender en el contexto de esas necesidades.

En el campo de batalla, Israel no derrotó decisivamente a Hezbolá. La campaña aérea no la destruyó, como esperaban Israel y Estados Unidos, y a las fuerzas de infantería israelíes se les dificultó conquistar y controlar pueblos libaneses en la frontera. La guerra se alargó más de lo que querían, desató mucha indignación por toda la región y causó problemas a los reaccionarios gobiernos árabes del establo yanqui.

“La derrota de Hezbolá sería un grave revés para Irán, psicológica y estratégicamente. Perdería su base en Líbano y sus principales medios para desestabilizar el corazón del Medio Oriente. Demostraría que el intento de establecerse como superpotencia regional es demasiado ambicioso”, escribió el columnista conservador Charles Krauthammer. “Estados Unidos arriesgó mucho para que ganara Israel y pasara todo esto. Contaba con una victoria israelí, pero Israel lo decepcionó”. (Washington Post, 4 de agosto)

Los problemas con que tropezaron Estados Unidos y su perro de ataque Israel en este conflicto representan un mayor peligro para los pueblos del Medio Oriente. La dinámica del sistema capitalista-imperialista y la “gran estrategia” del gobierno de Bush lo obligan a seguir metiéndose en el Medio Oriente y por todo el mundo, y a vencer los obstáculos por medio de la agresión militar cueste lo que cueste.

Krauthammer escribe: “Para cuando llegue el inevitable segundo round, Israel habrá rechazado la indecisión de Ehud Olmert, que no dio resultados, y tendrá nuevos líderes, tácticas y equipo (por ejemplo, nuevo blindaje para los tanques, que son muy vulnerables ante las armas antitanques iraníes)”. (Washington Post, 18 de agosto)

Ante estos crímenes tan monstruosos, y los peores crímenes que están planeando, las masas que captan el horror de lo que han hecho Israel y Estados Unidos en Líbano y de lo que planean, tienen que transformar la situación por medio de una lucha que se abra paso entre las alternativas de Jihad y McCruzada, y forjar una oposición que no acepte ninguna de las dos.


 

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