La CIA secuestró a un ciudadano argelino en Tanzania y lo encarceló 16 meses
Laid Saidi permaneció en Kabul en una celda próxima a la del alemán Jaled el
Masri
ERNESTO EKAIZER - Madrid
EL PAÍS - Internacional - 08-07-2006
Más desaparecidos aparecen y denuncian. El ciudadano argelino Laid Saidi fue
secuestrado en mayo de 2003 por agentes norteamericanos en Tanzania y trasladado
en avión a Kabul, la capital de Afganistán, donde permaneció durante 16 meses en
prisión hasta recobrar su libertad en agosto de 2004. Saidi ya llevaba siete
meses en la cárcel cuando hasta allí fue conducido de manera forzada el
ciudadano alemán de origen libanés Jaled el Masri, secuestrado el 31 de
diciembre de 2004 en la frontera de Macedonia y Serbia. Ambos estuvieron en
celdas próximas y sufrieron tratos crueles y degradantes.
El diario norteamericano The New York Times anticipó ayer la noticia
con una entrevista en la que Laid Saidi señala: "A veces lloro y tiemblo cuando
pienso en esto", en referencia a su secuestro y malos tratos. El diario señala
que Saidi concedió la entrevista en Argelia, donde reside, "vistiendo una bata
blanca, la cabeza tocada por un pañuelo y luciendo dos zapatos blancos que,
según dijo, le dieron sus secuestradores antes de dejarle en libertad, en agosto
de 2004". Añade la información que "la única prueba física que ofreció de su
encarcelamiento han sido marcas ya ligeras en sus muñecas por haber sido
colgado, dijo, del techo de su celda durante cinco días".
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Laid Saidi, fotografiado en Argel el pasado mes de
junio. (SAMANTHA APPLETON (THE NEW YORK TIMES))
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Saidi, de 43 años, residía en Tanzania, donde dirigía la fundación islámica
Al Haramain, organización benéfica con base en Arabia Saudí que promueve la
interpretación del islam desde el punto de vista del movimiento fundamentalista
wahabista. El 10 de mayo de 2003, Saidi fue arrestado por la policía de
Tanzania, y conducido a una prisión de Dar es Salaam. Su esposa denunció su
detención. Las autoridades de inmigración informaron de que había sido deportado
a la frontera, en Kasumulu, entre Tanzania y Malawi.
Después de permanecer una semana en prisión, Saidi, según su versión, fue
entregado a un grupo extranjero, una mujer y cinco hombres. Vestían de negro y
llevaban máscaras negras.
"Nadie le va a defender" "Los de Malawi me vendaron los ojos y me
desnudaron. Escuché que me tomaban fotos. Luego los agentes me quitaron la venda
y me cubrieron los ojos con algodón y esparadrapo, me insertaron una clavija en
el ano y un pañal desechable antes de volver a vestirme. Me cubrieron los oídos,
engrillaron mis manos y pies y me llevaron a un avión donde me colocaron en el
suelo", recuerda Saidi. "Fue un largo viaje, de la noche del sábado hasta la
mañana del domingo. Me llevaron a una prisión oscura, casi sin luz. Llegaron
hombres de negro y uno de ellos, a través de un intérprete, me gritó: 'Usted
está en un lugar que se encuentra fuera del mundo. Nadie sabe dónde está usted,
nadie le va a defender".
Según Saidi, sus captores eran norteamericanos. "Hablaban en inglés y estaban
a cargo de la prisión de Afganistán", dijo en la entrevista citada. Según el
testimonio que recoge The New York Times, Saidi fue encadenado a la pared
por una de sus manos en una celda sin ventana donde había un cubo y una botella
en sustitución de la inexistente letrina. Allí estuvo durante una semana, antes
de ser trasladado a otra prisión.
"Al fin podría saber por qué razón estaba allí", recuerda Saidi que pensó en
aquel momento. "Pero las preguntas que me hicieron sólo aumentaron mi
confusión", asegura. "Lo que parecía interesarles era una conversación
telefónica que, decían, yo había mantenido con la familia de mi mujer, en Kenia,
sobre aviones. Yo no recordaba haber hablado sobre aviones, pero, les dije, sí
de neumáticos, ya que mi cuñado pensaba venderlos desde Kenia a Tanzania",
señaló.
"Les expliqué que estaba mezclando el inglés con el árabe y utilicé la
palabra tirat, convirtiendo neumático en plural añadiendo en árabe el
sonido at. Aquel que estuviera escuchando la conversación entendió que la
palabra era tayarat, que significa aviones en árabe". Saidi permaneció en
esta segunda prisión encadenado durante cinco días sin ropa ni comida. "Me
golpeaban y me echaban agua helada, me escupían y en ciertas ocasiones me daban
de beber agua sucia. El estadounidense me dijo que moriría allí", recuerda. Le
devolvieron a la cárcel oscura. Después le trasladaron a una tercera prisión.
Por los guardias afganos pudo saber Saidi que se encontraba en las afueras de
Kabul. Fue allí donde coincidió con otro secuestrado: el ciudadano alemán de
origen libanés, Jaled el Masri. Mientras El Masri era puesto en libertad en mayo
de 2004, cinco meses después de su secuestro, los captores liberaron a Saidi en
agosto de 2004, 16 meses después de su rapto. Ambos fueron puestos en libertad
sin cargos.
Aunque no quiso comentar la información, un portavoz de la CIA, Paul
Gimigliano, señaló al diario que trasladar prisioneros a terceros países para
ser interrogados "es un instrumento en la lucha contra el terrorismo que Estados
Unidos ha utilizado durante años de acuerdo con sus leyes y compromisos
internacionales".
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© El País S.L. | Prisacom S.A. |
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