Revolución #89, 20
de mayo de 2007
De Irak a la Suprema Corte
Una nueva Edad Media para la mujer
Sunsara Taylor
“La decisión de la Suprema Corte es una afirmación de nuestros avances
durante los últimos seis años en la protección de la dignidad humana”.
‑-George W. Bush, al elogiar la ratificación de la Suprema Corte
de la prohibición del aborto por dilatación y extracción, 17 de abril de
2007
“¿Qué quiere decir eso: ‘atropellos contra la dignidad humana’?”
--George W. Bush, al arremeter contra las Convenciones de Ginebra
y exigirle al Congreso que eliminara todo obstáculo legal a la tortura, 6 de
septiembre de 2006
Con una deshonestidad perversa, Bush prometió que la guerra de Irak liberaría
a la mujer. En realidad, ha llevado el hedor de la muerte a los hospitales de
maternidad, a las recámaras de los niños, y a la vida cotidiana de la mujer y
del hombre por todo ese país. En el vacío de poder central pos-Saddam, florece
la ley Sharia, que obliga a las mujeres a taparse con el hajib (velo), fomenta
los “asesinatos de honor” y llena cada día más las morgues con cuerpos femeninos
con señales de violación, mutilación sexual y tortura. Una cortina de oscuridad
tapa las escuelas de las niñas y el sueño de la igualdad se está apagando.
En este país, el supuesto apoyo de George Bush a la liberación de la mujer no
es más que hipocresía sin vergüenza. Sentando cátedra moral sobre el “valor” del
tejido fetal, Bush ha impulsado el ataque más agresivo y cruel contra los
derechos fundamentales de la mujer y fomentado una cultura abiertamente
patriarcal.
La decisión de la Suprema Corte que Bush elogió, penalizó el procedimiento de
aborto llamado dilatación y extracción (que los fanáticos antiaborto llaman
“parto parcial” con fines propagandísticos). También, por su lenguaje poco
claro, se podría utilizar para prohibir el procedimiento más común para terminar
un embarazo después del primer trimestre. Sienta las bases para enjuiciar y
encarcelar a los valientes médicos que arriesgan la vida para ofrecer servicios
de aborto. En una situación en que la falta de servicios médicos ya está
llevando a los abortos ilegales, esta nueva ley es otro enorme peso sobre la
vida de la mujer, encima de la brutalidad, la degradación y un sinfín de
insultos menores y mayores. Además de ser un nuevo precedente legal en el camino
a la prohibición del aborto, es carne fresca para el insaciable movimiento de
fascistas cristianos emperrado en acabar con el aborto, la planificación
familiar y toda independencia para la mujer.
La mujer no puede ser libre si no goza de la libertad de decidir si ser madre
y cuándo, sin sentirse avergonzada ni pedir disculpas. Y si la mujer no es
libre, nadie lo es.
Las formas de la opresión de la mujer en este país se diferencian de las de
los países fundamentalistas islámicos, pero el movimiento fascista cristiano
estadounidense viene siendo un gemelo del movimiento que impone la ley Sharia en
Irak. Encima, es más poderoso, puesto que lo auspician las élites dominantes de
la superpotencia única del mundo. Se basa en una interpretación literal de unas
escrituras igual de brutales que el Corán. Según las escrituras bíblicas, solo
por medio de la maternidad se le perdona a la mujer su “pecado original”: “Pues
Adán fue formado primero, después Eva; y Adán no fue engañado, sino que la
mujer, siendo engañada, incurrió en trasgresión. Pero se salvará engendrando
hijos”. (1 Timoteo 2:13-15) Este movimiento tiene iniciativa en la clase
dominante actualmente.
A una escala mundial, el futuro de la mujer --LA MITAD DE LA HUMANIDAD--
corre grave peligro.
Este no es un momento para poner las esperanzas en un proceso político que no
ha hecho más que facilitar y legitimar la invasión, ocupación y ahora posible
ampliación de la guerra de Irak, a pesar de una oposición popular masiva. No es
un momento para entregar el futuro del control de la mujer de su propio destino
al mismo proceso político que ha facilitado y legitimado la penalización del
aborto con cierre de clínicas, leyes y magistrados reaccionarios.
No es un momento para depositar las energías en el 2008 y los candidatos
demócratas que permiten a los fanáticos religiosos dárselas de “morales” en lo
que concierne al aborto y se niegan a ponerle fin a la ocupación colonial de
Irak. No es un momento para ser cortés, paciente ni buscar “puntos en
común”.
El gobierno de Bush, y el sistema imperialista que lo engendró, no merecen
sentar cátedra moral respecto a la vida de la mujer ni la dignidad humana. Ante
sus guerras de agresión, tortura y ataque frontal a la vida de la mujer, es un
momento para oponerle resistencia a la dirección en que están arrastrando al
mundo: una resistencia feroz y urgente.
Es un momento para someter a Bush a un juicio de destitución y rechazar todo
su camino.
Es un momento para que todos los que se inquietan por la situación de la
mujer, aquí y en todo el mundo, analicen más a fondo y vean que las raíces de la
opresión, explotación y brutalidad contra la mujer no son solo los miles de años
de tradición sino también las relaciones, estructuras e instituciones básicas de
la sociedad capitalista “moderna”. Como escribió Bob Avakian: "La opresión de la
mujer está íntimamente ligada a la división de la sociedad en amos y esclavos,
explotadores y explotados, y acabar con todo esto es imposible sin liberar
completamente a la mujer. Por eso la mujer desempeñará un enorme papel en el
proceso de hacer la revolución y garantizar que no pare a medias".
A todos los que pensaron que “nunca prohibirán el aborto”, que esto sea les
sirva de última llamada. Que se escriba en la historia que esta decisión de la
Suprema Corte fue la gota que colmó el vaso y provocó una resistencia popular
implacable.
Para todos los que se sienten acongojados por cuatro años de guerra injusta,
que sea buena hora para dejar la pasividad y complicidad y prepararse para
luchar.
Para todos los que sueñan con un mundo mejor, ¡a romper las cadenas!
¡Desencadenar la furia de la mujer como una poderosa fuerza para la
revolución!
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