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El Mundo no Puede Esperar organiza a las personas que viven en Estados Unidos para repudiar y parar el rumbo fascista iniciado durante el régimen de Bush y evidenciado en las ocupaciones asesinas, injustas e ilegítimas de Irak y Afganistán; la “guerra de terror” global de tortura, rendición extraordinaria y espionaje; y la cultura de discriminación, intolerancia y avaricia. A ese rumbo no le darán marcha atrás los líderes que nos instan a buscar puntos en común con fascistas, fanáticos religiosos e imperio. Solo es posible si la población forja una comunidad de resistencia –un movimiento independiente de grandes cantidades de personas—que, actuando en pro de los intereses de la humanidad, pone fin a dichos crímenes y demanda que se procese a los responsables por ellos.



Del directora nacional de El Mundo No Puede Esperar

Debra Sweet


Invitación a traducir al español
(Nuevo)
03-15-11

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Revolución #93, 24 de junio de 2007

El verdadero e inminente peligro de una guerra yanqui contra Irán…
y la resistencia que urge

"Creo que debemos prepararnos para emprender una acción militar agresiva contra los iraníes a fin de evitar que sigan matando a estadounidenses en Irak. Y para mí, eso quiere decir cruzar la frontera… a Irán".

Senador Joseph Lieberman, en una entrevista del programa Face the Nation de CBS News, 10 de junio

Esta declaración de Lieberman es la más reciente de una serie de acusaciones, advertencias y amenazas militares que el gobierno de Bush, otros representantes de la clase dominante y aliados estadounidenses han lanzado contra Irán. Reflejan la rapidez y profundidad con que se han intensificado las contradicciones por todo el Medio Oriente, la agudización de las tensiones entre el gobierno de Bush y la República Islámica de Irán y el grave peligro de que Estados Unidos inicie un ataque. Mucha gente, aun entre los que se oponen a la guerra en Irak, no reconoce este peligro o le da poca importancia. Eso tiene que cambiar… ya. Cualquier ataque estadounidense, no importa el pretexto, sería injusto y criminal. Sería una escalada —con consecuencias impredecibles— de la agresión del imperialismo estadounidense en el Medio Oriente.

Veamos lo que ha sucedido en apenas los últimos dos meses. A mediados de mayo, el vicepresidente Dick Cheney, hablando desde el portaaviones Stennis, a menos de 200 kilómetros de la costa iraní, dijo: "…estamos enviando un mensaje claro tanto a amigos como a adversarios" de que Estados Unidos "estará firme… para impedir que Irán obtenga armas nucleares y domine la región”.

Dos semanas después, el 23 de mayo, una armada estadounidense atravesó el estrecho de Hormuz y entró al golfo Pérsico para realizar maniobras militares en la costa de Irán. El grupo de ataque contaba con nueve buques de guerra, 2,100 marines, 17,000 soldados de la marina y 70 aviones de combate.

Ese mismo día, el Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA) de la ONU, que monitorea los programas nucleares por todo el mundo, anunció que Irán no suspendió sus actividades de enriquecimiento de uranio (por medio del cual se convierte el uranio para la energía o las armas nucleares) tal como mandó el Consejo de Seguridad de la ONU, pero que más bien las aceleró. Antes operaba unas docenas de centrifugadoras de enriquecimiento de uranio, pero ahora cuenta con más de 1,300. La OIEA también dijo que "no podía asegurar" que el programa nuclear iraní "tiene intenciones exclusivamente pacíficas". El subsecretario de Estado de Bush, Nicholas Burns, advirtió: "Irán se está burlando de la comunidad internacional. No vamos a aceptar un enriquecimiento limitado…".

El ambiente estaba tan cargado que el presidente de la OIEA, Mohamed El Baradei, advirtió sobre una "confrontación en gestión" entre Washington y Teherán y pidió "calmar" la crisis.

Además, el gobierno de Bush ha orquestado una campaña propagandística, con declaraciones de altos funcionarios y "anuncios" de las fuerzas armadas, que afirma que Irán está armando y entrenando a las fuerzas que se oponen a Estados Unidos en Irak y Afganistán y que es directamente responsable de matar soldados estadounidenses. Philip Giraldi, ex agente de la CIA, escribió: "Una de las cosas que todos estos informes sobre Irán tienen en común es la falta de detalles importantes. No hay nombres, datos, lugares o información que lo corroboren, y la mayoría citan a fuentes anónimas del gobierno o afirmaciones dudosas que presentan como si fueran hechos. Las fotos de supuestas armas capturadas son poco convincentes. Además, aunque fuera cierto, no se puede probar, con documentos u otras pruebas, que los responsables son algún organismo del gobierno iraní". (http://antiwar.com/orig/giraldi.php)

Pero ni la falta de pruebas convincentes ni las primeras pláticas entre altos funcionarios de Estados Unidos e Irán en mayo sobre la situación en Irak han parado los llamamientos de los derechistas de que se tomen medidas militares decisivas. Norman Podhoretz, un propagandista neoconservador de peso, dijo en un importante artículo titulado "Las razones para bombardear Irán" en la edición de junio de la revista Commentary : "Espero y rezo para que el presidente lo haga". Durante los debates, los candidatos presidenciales republicanos compitieron para ver quién es más belicoso contra Irán y no descartaron explícitamente el uso de armas nucleares tácticas.

Por su parte, el Partido Demócrata, que supuestamente "se opone a la guerra", aprobó miles de millones de dólares para las guerras de Irak y Afganistán, y se ha negado a parar o criticar las amenazas del gobierno de Bush contra Irán. De hecho, todos los principales candidatos demócratas por la presidencia —Hillary Clinton, Barack Obama y John Edwards— se han unido al coro que quiere atacar a Irán y dicho que no debe descartar ninguna opción. Como señaló el senador Mike Gravel durante el debate del 26 de abril: "En código eso quiere decir usar armas nucleares".

Estas amenazas y contraamenazas se están dando en el contexto de la agudización del conflicto en la región entre el imperialismo reaccionario, por un lado, y el fundamentalismo islámico teocrático reaccionario, por el otro. Además, Estados Unidos está presionando por todos los lados a Irán, con un cerco militar, operaciones clandestinas para crear inestabilidad, así como con presión diplomática y sanciones que apuntan a debilitar la economía iraní.

Estas acusaciones estadounidenses podrían ser pretextos para justificar un ataque contra Irán. Además, Estados Unidos y sus aliados en la región han emprendido acciones provocadoras y que podrían iniciar un ataque.

Las verdaderas necesidades imperialistas

En cualquier discusión de las amenazas estadounidenses contra Irán, se debe recordar de quiénes estamos hablando. ¿Quién es el agresor? ¿Quiénes son los agresores y fuerzas de ocupación? Es el imperialismo estadounidense: el mismo gobierno de Bush que nos dio las mentiras acerca de las "armas de destrucción masiva" como pretexto para invadir y ocupar a Irak. Las acusaciones de Estados Unidos contra Irán son una mezcla de especulaciones, distorsiones, verdades a medias y descaradas mentiras.

Por supuesto, no es inconcebible, dada la naturaleza reaccionaria del gobierno iraní y sus intereses y ambiciones en la región, que el gobierno de Ahmadinejad tenga conexiones a diferentes fuerzas islámicas fundamentalistas y que las esté apoyando.

Pero incluso si alguna parte de lo que dice Estados Unidos es cierto, DE NINGUNA MANERA justifica la agresión militar contra Irán, especialmente un ataque nuclear (que es una opción que Estados Unidos NO ha descartado).

La República Islámica es un importante obstáculo a los intereses de Estados Unidos en la región: aplastar el fundamentalismo islámico, reestructurar el Medio Oriente y fortalecer el yugo estadounidense. En este contexto, Irán es un verdadero problema para Estados Unidos debido a su tamaño (tres veces mayor que Irak) y sus vastas reservas de petróleo, y porque es el centro de la tendencia fundamentalista islámica ligada a las fuerzas que se oponen a Estados Unidos, como Hezbolá en Líbano. Estas con frecuencia entran en conflicto armado con Israel, el aliado clave de Estados Unidos en la región, y Washington las califica de terroristas.

La situación se volvió peor para Estados Unidos con su invasión de Irak en el 2003, que apuntaba a darle un golpe a esa tendencia islámica y así debilitar a Irán. El estancamiento en Irak (y la guerra en Afganistán) ha profundizado la furia contra Estados Unidos en la región, dado más ímpetu al fundamentalismo islámico y fortalecido a Irán. Una de las razones es que la invasión estadounidense tumbó a las dos potencias regionales que contenían a Irán, el gobierno de Saddam Hussein en Irak y los talibanes en Afganistán, lo cual también ha llevado al fortalecimiento en esos países de las fuerzas que tienen profundos lazos a Irán.

Ante la intimidación estadounidense (como la constante amenaza de tumbar el gobierno) y para promover sus propios intereses reaccionarios, los teócratas iraníes se esfuerzan por mantenerse en el poder y extender su influencia en la región. Es muy posible que Irán esté tomando medidas, como el desarrollo de lazos con fuerzas de la región que se oponen a Estados Unidos, para responder a un ataque estadounidense.

El sitio del campo re refugiados palestinos Nahr el Bared por el ejército libanés (supuestamente para extirpar una milicia fundamentalista islámica), que hizo huir a decenas de miles de palestinos, una serie de coche bombas en Beirut, la guerra desenfrenada entre Hamás y Fatah en Palestina, la violencia en Irak a pesar del "aumento de tropas" estadounidense y el dinamitazo (por segunda vez) de la mezquita chiíta de Askariya en Sumatra… todos estos son ejemplos de las contradicciones que arden en la región, que amenazan con desatar una conflagración regional e intensificar la necesidad que tiene la clase dominante de Estados Unidos de aplastar a quienes se les oponen y tomar más control de la región.

La clase dominante: Malas opciones, claras divisiones

La clase dominante de Estados Unidos tiene profundas y complejas dificultades en el Medio Oriente —en buena medida debido a lo que ha hecho— y no tiene opciones buenas. Tiene grandes problemas en la región que se entrelazan, pero también sabe que al tratar de resolverlos podría empeorar la situación o fomentar nuevos y mayores problemas. Se dice que eso ha desatado agudas diferencias en la cúpula del gobierno de Bush sobre cómo proceder, especialmente con respecto a Irán.

Es imposible saber cuáles son las posiciones que toman las varias figuras de la cúpula del gobierno de Bush, especialmente porque es posible que estén filtrando diferentes "posiciones" para intensificar la presión contra Irán, y sin lugar a dudas la "vía diplomática" tiene elementos propagandísticos para hacer parecer que Estados Unidos es el razonable. Pero se especula mucho de que un grupo de funcionarios, agrupados en torno a la secretaria de Estado, Condoleezza Rice, está a favor de acelerar la presión diplomática, económica, política y militar contra Irán junto con otras potencias mundiales, y poner a un lado, por el momento, un ataque militar.

Si es cierto, esta posición podría reflejar que estos funcionarios captan la necesidad de confrontar a Irán, pero temen que la acción militar lleve a una situación aun peor para Estados Unidos.

Por otro lado, los que están agrupados en torno al vicepresidente Dick Cheney supuestamente dicen que las negociaciones con la dirección iraní fracasarán inevitablemente y que a fin de cuentas Estados Unidos tendrá que escoger la fuerza militar para impedir que Irán obtenga armas nucleares, aplastar contundentemente la influencia de la República Islámica y sus ambiciones en la región y proteger la hegemonía estadounidense.

Estas supuestas discrepancias en la clase dominante no son, como se suele decir, discrepancias entre "halcones a favor de la guerra" y "palomas contra la guerra". Ambos lados buscan proteger los intereses del imperialismo estadounidense en la región. Entienden que el dominio de Estados Unidos no es "opcional" ni caprichoso, sino un aspecto fundamental para su poderío mundial y posición como única superpotencia, e indispensable para el funcionamiento de su sistema, aquí y en el extranjero. Ningún lado tome en cuenta los intereses del pueblo —del Medio Oriente o Estados Unidos— o cómo liberar al pueblo iraní, acabar la aplastante opresión o impedir el uso de armas nucleares.

Por eso ningún demócrata de peso —cuyo partido también representa los intereses imperialistas— se opone públicamente a la guerra con Irán, y por eso tacharon una prohibición de tal guerra sin la autorización del Congreso del reciente proyecto de ley de fondos para la guerra.

Además, las sanciones y la diplomacia no son necesariamente incompatibles con la guerra. Esas iniciativas pueden ir de la mano con la formación de una coalición a favor de la guerra para convencer que "se ha hecho todo lo posible" por la paz. (Y las amenazas públicas de los "halcones" también pueden servir para crear opinión pública a favor de la guerra o para intentar intimidar a un adversario). La semana pasada, el ministro de Comercio de Israel, Shaul Mofaz, que también fue ministro de Defensa, viajó a Washington para trabar conversaciones con funcionarios del gobierno de Bush acerca del programa nuclear iraní. Según informes de prensa, Mofaz instó al gobierno de Bush a fijar el fin de este año como plazo límite para las negociaciones diplomáticas con Irán. Superada esa fecha, la opción militar debería ponerse en práctica. Según el Canal 2 de la televisión israelí, Mofaz le dijo a Condoleezza Rice: "Israel bombardeará las instalaciones nucleares iraníes después de esa fecha si la diplomacia y las sanciones no obligan a Teherán a abandonar sus actividades de enriquecimiento de uranio". ( New York Times, 16 de junio)

Además, las divisiones dentro de la clase dominante no quieren decir que no procederán a pesar de las discrepancias, hasta para superar o impedir el parálisis o prevenir las pérdida de la iniciativa política. En el blog de la Internet de Steve Clemmons (The Washington Note) del 24 de mayo hay una advertencia de que la oficina de Cheney podría estar planeando atacar a Irán por medio de Israel sin que los que se oponen a eso en la administración de Bush puedan impedirlo:

"El equipo de Cheney piensa que se debe coludir con Israel y empujarlo en un momento clave del enfrentamiento entre las actividades nucleares de Irán y las frustraciones internacionales sobre esto a preparar un ataque convencional de pequeña escala contra Natanz [un importante local nuclear de Irán] con misiles cruceros (o sea, no balísticos).

"Esta estrategia evitaría la polémica sobre los bombardeos por avión y los derechos de sobrevolar con otros países del Medio Oriente y podría provocar contraataques iraníes contra las fuerzas estadounidenses en el Golfo —que han aumentado— y llevar a Bush a abandonar la vía diplomática que los realistas de la administración están pregonando y adoptar otra clase de guerra". (http://www.thewashingtonnote.com/archives/002145.php)

El pueblo tiene que impedir otra guerra yanqui

Las agudas contradicciones han creado una situación en la que los imperialistas estadounidenses tienen que perseguir sus objetivos en el Medio Oriente —incluso con la guerra— a pesar de los deseos de los que supuestamente "representan". Esto ha dejado en claro la enorme brecha entre las necesidades y los intereses de los imperialistas y los intereses y deseos de la gente de muchas capas sociales.

Es imposible predecir con certeza si Estados Unidos atacará a Irán o cuándo. Lo que es cierto es que la situación en la región está cambiando rápidamente y siguen aumentando las tensiones entre Estados Unidos e Irán. Ante esta situación y en vista de los preparativos de guerra de Estados Unidos, tal ataque podría darse pronto. Sin lugar a dudas, si el gobierno de Bush ataca a Irán, dirá que lo hizo después de considerar todas las opciones pacíficas, y solo después de ser "provocado" por Irán. Repetimos, sea cual sea el pretexto o provocación alegada, cualquier ataque estadounidense contra Irán sería un acto injusto y criminal de agresión imperialista. Iría contra todos los intereses del pueblo, de Irán, el Medio Oriente y de Estados Unidos.

Nosotros que estamos aquí en Estados Unidos, el país que ha lanzado una desenfrenada guerra de conquista en el Medio Oriente, tenemos la responsabilidad especial de hacer todo lo posible con audacia y resolución para impedir semejante guerra contra Irán. Urge que el descontento, la pérdida de lealtad e ira se convierta en acción y resistencia, no pasividad y desesperación. Esto requerirá una lucha tenaz, incluyendo entre la gente, pero eso podría multiplicarse y afectar la libertad de la clase dominante de llevar a cabo sus salvajes y reaccionarios planes.

Como dijimos la semana pasada en nuestro editorial:

"La gente no puede influenciar la dirección en que está encaminada la situación si se mantiene dentro de los confines y el marco establecidos por la clase dominante imperialista. Esta es una lección del voto del 25 de mayo. Esto NO quiere decir que no la puede influenciar… pero para lograr verdaderos cambios tiene que zafarse de este marco. Si el descontento masivo se vuelve acción política masiva desde abajo, puede ser contagiosa. En un momento en que la matanza continúa y se han trazado planes para peores infamias —como atacar a Irán— sería criminal darnos por vencidos. Además, en un momento en el que la clase dominante no tiene respuesta a la indignación y desilusión de millones, sería imprudente no aprovechar lo que podría ser una oportunidad muy real y positiva de cambiarlo todo".


 

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