Investigación especial: Trato de salud negligente a inmigrantes
detenidos
Al menos 77 personas han muerto bajo la custodia de las autoridades de
inmigración entre enero del 2004 y mediados de julio pasado. |
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REPORTAJE ESPECIAL I DE II: Detenidos en cárceles de inmigración de NJ
denuncian atención médica inhumana
REPORTAJE ESPECIAL I DE II
Detenidos en cárceles de inmigración de NJ denuncian atención médica inhumana
NUEVA JERSEY
— Diabetes, depresión, dolores de cabeza y de oído son sólo algunos de los
síntomas que a diario sufren las personas detenidas en las cárceles de
inmigración de Nueva Jersey, padecimientos para los que es difícil y, muchas
veces, imposible obtener atención médica.
EL DIARIO/LA PRENSA recopiló más de 40 quejas durante una investigación de
varias semanas, que se originó por cartas enviadas por detenidos y familiares a
organizaciones comunitarias. Este rotativo halló que el común denominador en los
reclamos es la falta de un cuidado apropiado para los presos y la falta de
información para sus parientes.
Según nuestra revisión de los casos, las personas más afectadas por estos
problemas son las que padecen de diabetes, pues en la mayoría de los casos se
les demora el suministro de medicina, como en el caso de Jacinto Morales* quien,
desde la cárcel de Middlesex, dijo que sólo le aplican insulina cuando presenta
“una baja dramática de sus niveles normales”.
Centro de detención de Elizabeth, en Nueva
Jersey. |
En Nueva Jersey, existe un solo centro de detención de inmigración, ubicado
en Elizabeth, así cómo varias cárceles de algunos condados que tienen contrato
con el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) para albergar
temporalmente, por $100 dólares diarios por detenido, a los inmigrantes
arrestados mientras son trasladadas a otros centros del país.
Raúl Pajes*, un uruguayo que lleva seis meses en el Centro de Detención de
Elizabeth y quien desde hace tres presenta un fuerte dolor de oído, sólo ha
recibido Tylenol de forma ocasional.
“Hay que vivirlo para creerlo”, se lamentó su acongojada esposa María, desde
su casa en Plainfield. María añadió que no sabe que es lo peor que le está
pasando a su esposo “si estar preso, enfermo, o sentir la agonía de no saber si
será deportado”.
El centro de Elizabeth alberga a unos 300 detenidos y más de mil personas se
encuentran bajo custodia en las diferentes cárceles de los condados de Nueva
Jersey que tienen contrato con ICE.
El hondureño Pedro Martínez*, quien está detenido en la cárcel del condado
Middlesex, y se golpeó en la rodilla derecha hace tres meses, no ha recibido
ningún tipo de tratamiento médico, a pesar que está casi imposibilitado de
moverla y la rodilla está visiblemente hinchada.
“Nosotros solo obedecemos órdenes”, dijo un guardia de uno de los centros, a
cambio de no revelar su nombre ni el lugar donde trabaja. “A diario veo muchas
injusticias y mal trato por parte de las enfermeras que atienden a los
detenidos, pero no puedo hacer nada”, agregó.
La falta de atención médica en los centros de detención ha generado polémica
durante muchos años. Cifras suministradas por ICE indican que entre enero del
2004 hasta mediados de julio pasado 77 personas han muerto bajo su custodia en
todo el país.
Uno de estas muertes es la de Boubacar Bah, un oriundo de Nueva Guinea de 52
años, quien se encontraba en el Centro de Detención de Elizabeth. Luego de
caerse y golpearse en la cabeza, duró más de 13 horas en una celda disciplinaria
quejándose, hasta que inconsciente y botando espuma por la boca fue trasladado a
un hospital donde permaneció cuatro meses en coma hasta que murió en mayo del
2007.
En otro caso en California, el salvadoreño Walter Rodríguez Castro, de 28
años, murió en abril del 2006. La autopsia reveló que su deceso fue a causa de
una meningitis, no detectada, pese a que él mismo duró varios días solicitando
infructuosamente atención médica por fiebre, dolor en el cuello y constantes
vómitos.
El pasado dos de marzo, en la cárcel del condado Middlesex, murió Arturo
Suárez Almenares, un cubano de 72 años. El 29 de febrero pasado, el hombre pidió
ayuda médica debido a fuertes dolores en el pecho, por lo que fue tratado con
Tylenol. Tres días después, murió en un hospital local víctima de un ataque
cardíaco.
Para evitar que casos como los anteriores se repitan, el senador federal por
Nueva Jersey Robert Menéndez, sometió en mayo una propuesta de ley, la Ley de
Cuidado Médico Básico para Detenidos, por medio de la cual exige brindarle
atención médica apropiada a las personas detenidas en cárceles de
inmigración.
“Las personas detenidas tienen el derecho de recibir un tratamiento médico y,
si requieren de cuidado especializado, deben ser trasladados a un hospital o
centro adecuado”, afirmó Menéndez.
Maritza Chávez, directora de la Fundación Mundial Rescatando al Inmigrante,
de Elizabeth, asegura que las quejas que recibe por la falta de atención médica
son “el pan nuestro de cada día”.
Harold Ort, portavoz de ICE, indicó que la agencia federal “cumple con todos
los requisitos que exigen los procedimientos carcelarios” y que, de acuerdo a
los lineamientos provistos por la División de Servicios de Salud de Inmigración,
DIHS, cada una de las personas que están bajo custodia de ICE, son sometidas a
un examen físico antes de los 14 días de llegar a un centro de detención y cada
uno recibe el tratamiento médico que necesita.
Sin embargo, los testimonios que recogimos ofrecen una imagen distinta.
María Mejía* (izd.) y su esposo junto a sus seis hijos. Mejía se encuentra
detenida en la cárcel del condado de Hudson, y por la separación de su familia
ha desarrollado síntomas de depresión, que no está siendo tratada
allí. |
“Aquí nos sentimos totalmente disminuidos como seres humanos”, afirmó Antonio
Solís*, quien se encuentra recluido en la cárcel del condado Essex. “Algunos
guardias nos humillan y se burlan si uno pide ir al médico”, agregó.
La mexicana María Mejía*, recluida en la cárcel del condado Hudson en espera
de una deportación, se halla profundamente deprimida por la angustia de haber
dejado a sus seis hijos a cargo de su esposo.
“Me estoy volviendo loca”, confesó María, en tono desesperado, y agregó que
ha buscado tratamiento médico pero no ha tenido éxito. “Padezco de un dolor de
cabeza constante y para que me den una pastilla debo esperar hasta tres días”,
se quejó.
Carmen Salavarrieta, del Centro Hispanoamericano de Plainfield, confirmó que
Mejía llora constantemente, se niega a comer, y sufre muchos síntomas típicos de
una depresión.
Silvia Hernández, directora del Centro Hispanoamericano de Plainfield, alentó
a los familiares de detenidos a que denuncien su situación en centros como el
suyo.
“Aquí en nuestro centro podemos abogar por ellos. Lo importante es que no se
queden callados”, insistió.
Marina Silvestre, esposa de un detenido en el centro de Elizabeth, que es
administrado por la compañía privada Corrections Corporation of America, asegura
que una gran parte de los compañeros de su esposo están resfriados porque “allí
les ponen el aire acondicionado muy fuerte, los hacen bañar a la madrugada con
agua helada, y sólo les dan una frazada”.
Salvatierra recalcó que la situación “realmente lamentable” que viven los
detenidos en las cárceles de inmigración se suma el hecho de que los familiares
“no tienen a donde acudir y tienen miedo a represalias”.
*Los nombres fueron alterados para proteger la identidad de los
entrevistados.
Maria.logoguerrero@eldiariony.com
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