Revolución #92, 17
de junio de 2007
El proyecto de ley de inmigración:
El choque en la cúpula del poder… y los auténticos intereses del
pueblo
El 7 de junio, el proyecto de ley de inmigración del Senado tropezó con un
gran obstáculo y es posible que esté muerto. Sus partidarios no lograron
terminar el debate y el líder de la mayoría demócrata del Senado, Harry Reid, lo
retiró. No está del todo claro lo que va a pasar.
Un grupo de "sabios" de la clase dominante (varios senadores demócratas y
republicanos, y el presidente Bush) trazó el proyecto de ley, y los medios lo
pintaron como un "gran acuerdo mutuo" que "equilibra" un "control fronterizo más
estricto" y un "camino a la ciudadanía" para los indocumentados. Pero esa es una
tergiversación.
Esto no es un choque de fuerzas antimigrantes contra fuerzas "moderadas",
"pragmáticas" y "pro migrantes". Los elementos esenciales del plan del Senado
son: (1) una escalada grande de la militarización de la frontera y de los campos
de detención; (2) un programa de "trabajadores huéspedes" que los trata como
esclavos; (3) un plan de "legalización" que ordena a los indocumentados
inscribirse a cambio de un permiso de trabajo de prueba, con la posibilidad de
obtener la residencia permanente tras muchos años y cumplir muchas condiciones;
y (4) grandes cambios del sistema de entrada de familiares de ciudadanos y
residentes permanentes que dividirán familias. Antes de que Reid lo retirara,
varios senadores le agregaron enmiendas más represivas… como entregar las
solicitudes de visas rechazadas a las dependencias policiales para que deporten
inmediatamente a los que no cumplen los requisitos.
El proyecto de ley no representa nada bueno para los migrantes. (El artículo
"El proyecto de ley de inmigración: Un programa de
más represión y esclavitud legalizada" de Travis Morales, en el #90 y en
revcom.us, tiene más información sobre el proyecto de ley).
Los partidarios del proyecto de ley esperaban un voto a favor rápido y sin
mucho debate, pero tropezaron con mucha oposición de fuerzas del Partido
Republicano y de candidatos presidenciales republicanos como John McCain, que
dijeron que no es lo suficientemente duro con los "extranjeros ilegales" y en
materia de "seguridad fronteriza".
El afán de votar a la carrera sobre el proyecto de ley (tras prepararlo entre
bastidores) se debe a las urgentes necesidades que impelen a la clase dominante
capitalista-imperialista a cambiar drásticamente la situación con respecto a la
inmigración. El estancamiento del plan muestra las divisiones internas de la
clase dominante sobre cómo defender los intereses de su sistema. Nada
de esto concuerda con los intereses del pueblo.
El "problema de la inmigración" de los capitalistas
En el Senado, ambos lados del debate coinciden en que el sistema de
inmigración "no funciona". Pero NO por la intolerable situación de mucha gente
de los países dominados y arruinados por Estados Unidos y los demás
imperialistas, que tiene que cruzar fronteras para subsistir… NO por los
centenares de migrantes que mueren cada año porque tienen que cruzar la frontera
en zonas remotas desérticas y montañosas por los muros, tropas y equipo militar…
NO por el infierno que viven millones de indocumentados en Estados Unidos, que
tienen que trabajar como esclavos en trabajos peligrosos por un salario de
miseria y con el constante terror de las redadas de la Migra, que los agarra y
los separa de familiares y amigos.
Lo que quiere decir la clase dominante cuando dice que el sistema de
inmigración "no funciona" es que la situación actual representa un peligro para
las metas estratégicas de su imperio (por todo el mundo y aquí) y su control y
explotación de la mano de obra migrante.
Es cierto que la situación ilegal y la represión de los indocumentados le ha
dado a la clase dominante enorme poder para superexplotar a ese sector del
proletariado. Los migrantes son la columna vertebral de varias industrias, como
la carne y la construcción, y son esenciales en la agricultura, los servicios y
otras partes de la economía.
Además, le echan la culpa a los indocumentados por las inseguridades y
problemas que este sistema le ha causado a la mayoría de la población. Los
medios reaccionarios bombardean a los nacidos aquí (proletarios y de la clase
media) con el mensaje de que los "ilegales" causan los bajos salarios, los
problemas de las escuelas, los recortes de servicios sociales, y más. Es un
juego asqueroso cuya meta es impedir que se unan contra el opresor común… y que
hay que desenmascarar y combatir.
Pero la presencia de 12 a 20 millones de indocumentados ha entrado en
conflicto con otros intereses estratégicos de los imperialistas. Primero, para
la clase dominante es un gran problema que haya millones de personas en su
"patria" expertas en vivir "fuera de la ley" y esquivar a las autoridades. En
esta categoría también figuran los que ayudan a los migrantes: los médicos y
enfermeros que los tratan sin pedir identificación, las iglesias que dan
santuario a los amenazados con deportación, y más. Esto entra en conflicto
directo con el programa represivo, que está concentrado en la Ley Patriota, las
intervenciones telefónicas y la destrucción de los derechos básicos.
Segundo, la presencia de una población migrante grande y en crecimiento lleva
una diversidad de experiencias políticas y culturales a la sociedad
estadounidense. Los intereses estratégicos del proletariado radican en romper
las divisiones nacionales de las masas, y desde ese punto de vista la creciente
diversidad es sumamente positiva. Pero para la clase dominante, hay que fundir
la cultura y política de este país con una base de chovinismo blanco
estadounidense, especialmente en un período cuando está llevando a cabo guerras
y agresiones por todo el mundo. Para ellos, la llegada de tantos migrantes
sacude la uniformidad y "cohesión" de la cultura y política estadounidense. Por
eso demonizan a los migrantes, fomentan hostilidad hacia ellos y proponen
medidas sumamente represivas.
Tercero, hay la situación en México. El año pasado México pasó por una gran
crisis de legitimidad en torno a las elecciones, y la sociedad mexicana sigue
muy volátil y polarizada. Los imperialistas yanquis temen que la situación se
zafe del control… y hasta que fuerzas que se oponen al imperialismo (quizás
fuerzas auténticamente revolucionarias) tomen el poder. Temen la posibilidad del
caos social y del contagio político en ambos lados de la frontera en caso de que
haya una situación revolucionaria, y quieren impedirlos. En parte eso explica la
militarización de la frontera.
Por otro lado, necesitan apretar las clavijas en la frontera pero también que
"marche sobre ruedas": la militarización de la frontera y la represión de los
migrantes causan problemas en el Suroeste y amenazan con hacer trizas la
economía y el pueblo de ambos lados de la frontera, que tienen fuertes vínculos.
Los capitalistas de los sectores económicos más dependientes de la mano de obra
migrante temen que el programa de "trabajadores huéspedes" sea muy restrictivo y
perturbador, especialmente en vista de la enmienda que cortó la cantidad de
trabajadores a la mitad, a 200,000.
A fin de cuentas, los capitalistas necesitan a los migrantes, para
la rentabilidad de su economía y porque las divisas que mandan a los
familiares contribuye a la estabilidad de México. Pero están tratando de tramar
una manera de mantener a los migrantes bajo la bota, por un lado, y contener las
contradicciones que esto ocasiona, por el otro. (El artículo "La 'crisis de la frontera' y la
revolución: Dimensiones estratégicas" en el #48 tiene más análisis de
esto).
La "solución" fascista y la necesidad de resistencia
Por el momento, el gobierno y las fuerzas armadas no están arrestando y
deportando en masa a millones de indocumentados. Hasta los extremistas
antimigrantes, como el representante Tom Tancredo, saben que eso podría causar
enorme agitación social y hasta rebelión, en Estados Unidos y México.
Unas fuerzas de la clase dominante quieren crear los medios para "regular" a
los migrantes, y eso es lo que representa el proyecto de ley del Senado. En
realidad la "legalización" que proponen es una medida para atraer a millones de
indocumentados a inscribirse a fin de de que el gobierno los identifique y les
siga la pista. A los migrantes que el gobierno considera "indeseables" los podrá
deportar enseguida y a los demás los mantendrá en una situación vulnerable donde
los podrá explotar (tras pagar miles de dólares de "multas"). Básicamente
estarán en libertad condicional, con antecedentes penales instantáneos (por
cruzar la frontera "ilegalmente" y usar tarjetas de identificación falsas) y la
amenaza constante de revocarles la visa si no obedecen las reglas del programa
(que podría ser cometer algún delito, no tener un trabajo estable o no aprender
inglés rápidamente). Además, el programa de "trabajadores huéspedes" creará una
casta de trabajadores contratados que explotan varios años bajo un control
estricto y luego devuelven a su país.
Todo esto ocurrirá en el contexto de más militarización de la frontera, con
tropas, agentes, muros y equipo de alta tecnología, y de otras medidas como la
expansión de los centros de detención para acomodar a 27,500 personas
diarias.
Además, realizan ataques fascistas y siembran terror en los barrios de
migrantes, con redadas, arrestos y la separación de familiares. (Ver, por
ejemplo, "Chicago: Redada
armada en el corazón del barrio mexicano", "San Diego:
Redadas fascistas y paramilitares siembran terror en comunidades de
migrantes", "Resistencia a las redadas de la
Migra en San Rafael, California" y otros artículos de Revolución
en revcom.us).
La represión ha provocado mucha indignación y protesta de los migrantes y los
nacidos aquí. En la primavera, millones de personas concientizadas se echaron a
la calle en muy poco tiempo en oposición a la ley Sensenbrenner, una medida
fascista aprobada por la Cámara de Representantes que entre otras cosas proponía
criminalizar a todos los indocumentados. Ante las redadas y arrestos de la
primavera, centenares de miles de personas participaron en las protestas del 1º
de Mayo por todo el país, como en Los Ángeles, donde los atacó salvajemente la
policía.
La ofensiva contra los migrantes plantea una pregunta: ¿en qué clase de
sociedad vivimos, donde a los que no tienen documentos oficiales los cazan, los
separan de sus hijos y los deportan? Ha surgido un movimiento religioso para dar
santuario a los migrantes cuando el gobierno los ataca. Algunas ciudades y
pueblos se han declarado santuarios. Hace poco la alcaldía de New Haven,
Connecticut, anunció una medida "pro migrante" que les dará tarjetas de
identificación municipales a todos los que las pidan. (Dos días después, la
Migra se vengó: llevó a cabo redadas en un barrio latino y arrestó a 31
personas). Todo esto señala el potencial de una mayor resistencia que crece y se
difunde rápidamente, y que podría tener un enorme impacto en Estados Unidos,
México y otros países.
En pocas palabras, los imperialistas tienen grandes contradicciones y les
podría salir el tiro por la culata. Pero se ven obligados a transformar la
situación actual y eso está provocando fuertes divisiones.
Por su cuenta, la actual trayectoria no llevará a nada bueno para los
migrantes y las masas en general. La situación ya es intolerable para millones,
y las redadas de lugares de trabajo y barrios han sembrado terror. La creciente
represión fascista es parte de los esfuerzos de la clase dominante de mantener a
todos bajo la bota y callar una situación política volátil, incluso si Bush y el
Congreso no logran llegar a un acuerdo mutuo en este momento. Unas fuerzas
reaccionarias quieren plasmar en realidad una situación de pesadilla: eliminar a
todos los “ilegales” con tácticas de terror y una frontera militarizada.
Cualquier "solución" o "acuerdo mutuo" de los representantes políticos del
sistema capitalista-imperialista solo llevará a más horrores.
Todo esto destaca lo urgente que es que los migrantes y sus partidarios
opongan resistencia a esta ofensiva fascista. La demonización de los migrantes y
los ataques son parte de una dinámica reaccionaria que en la historia ha llevado
a los campos de exterminio. Pero la situación no es estática ni unilateral.
Cuando la cúpula se ve impelida por necesidades urgentes a solucionar un
problema grande, pero tiene fuertes divisiones sobre cómo hacerlo, esas
divisiones y luchas pueden crear fisuras por entre las cuales se desborden la
protesta y la resistencia populares, y cambiar toda la ecuación política.
Alcanzamos ver ese potencial después del ataque de la policía de Los Ángeles
contra la marcha del 1º de Mayo. Las imágenes de las balas de caucho y las
golpizas a los periodistas y demás provocaron amplia indignación. Ante esa
brutalidad, un núcleo resuelto de personas defendió las justas demandas de los
migrantes, movilizó a nuevos aliados y puso a la alcaldía a la defensiva
política. Eso demuestra el potencial de forjar unidad más allá de las
comunidades de migrantes y basarnos en nuestros propios esfuerzos para combatir
y derrotar los ataques contra los migrantes y toda la ofensiva fascista.
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