Guerra: ‘no con mis dólares’
07/21/2007 Judith Torrea/EDLP
NUEVA YORK — Con los dólares que cada contribuyente de Estados Unidos paga al
realizar sus impuestos, el ex soldado de origen boricua Fabián Yves
Bouthillette, de 26 años, pudo ir a una guerra a la que se oponía, la de Irak, y
vivir un miedo que nunca imaginó.
“Sentía miedo por las vidas de los iraquíes, más que por mi propia vida. Yo
creía que nuestra misión era defender la democracia, pero en Irak no tenía
ningún sentido. Me sentí traicionado por mi propio presidente, por todos los
valores y sueños que me habían hecho ver y no existía”, recordó ayer
Bouthillette, que sirvió en la marina de Estados Unidos y que ahora es profesor
de historia en una escuela secundaria
Ayer viernes este veterano acudió a las escalinatas del ayuntamiento de la
ciudad de Nueva York para apoyar a la representante federal Nydia M. Velázquez,
que el lunes introducirá una propuesta de ley que, de aprobarse, otorgaría a los
ciudadanos el poder de elegir si continúan pagando con sus impuestos la guerra
de Irak o prefieren que ese dinero se destine para apoyar el regreso de las
tropas a Estados Unidos, dar ayuda humanitaria a los iraquíes y crear una
fundación para los hijos de los veteranos de la guerra en Irak que decidan ir a
la universidad, entre otros puntos.
“Esta propuesta (The Opt Out of Iraq War Act of 2007) sería un
instrumento poderoso para luchar contra la frustración que siente la ciudanía de
estar en una guerra que el presidente Bush no quiere que acabe. Hemos gastado
más de 475 mil millones de dólares en esta guerra sin motivo y el pueblo quiere
su fin”, afirmó la congresista demócrata Velázquez.
De convertirse en ley, los contribuyentes tendrían en sus próximas
declaraciones de impuestos una opción para negarse a que sus dólares sean
destinados a la guerra en Irak.
Las palabras de Velázquez, en una ciudad que vivió los ataques terroristas
del 11 de septiembre por los que se iniciaron la guerra en Irak, resonaban con
fuerza en la realidad que cada día vive Luis Garden Acosta, presidente de la
organización no lucrativa El Puente.
“En nuestras calles de Williansburg tenemos los nombres de los soldados
latinos que han muerto en esta guerra, y luchamos para que los reclutadores no
vengan a nuestras escuelas para llevarse a nuestros hijos”, indicó Garden
Acosta.
En un andador para poder caminar, la activista Betty Brassell, de 77 años de
edad, iniciaba -tras la rueda de prensa- el camino de vuelta a su hogar, en
autobús.
“No intento acordame de mi dolor, sino de mis objetivos. Debemos de parar
esta guerra ilegal que nos está matando a todos”, dijo.
Judith.torrea@eldiariony.com
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