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El Mundo no Puede Esperar organiza a las personas que viven en Estados Unidos para repudiar y parar el rumbo fascista iniciado durante el régimen de Bush y evidenciado en las ocupaciones asesinas, injustas e ilegítimas de Irak y Afganistán; la “guerra de terror” global de tortura, rendición extraordinaria y espionaje; y la cultura de discriminación, intolerancia y avaricia. A ese rumbo no le darán marcha atrás los líderes que nos instan a buscar puntos en común con fascistas, fanáticos religiosos e imperio. Solo es posible si la población forja una comunidad de resistencia –un movimiento independiente de grandes cantidades de personas—que, actuando en pro de los intereses de la humanidad, pone fin a dichos crímenes y demanda que se procese a los responsables por ellos.



Del directora nacional de El Mundo No Puede Esperar

Debra Sweet


Invitación a traducir al español
(Nuevo)
03-15-11

¡NO MAS!
¡Ningún ser humano es ilegal!

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Revolución #54, 23 de julio de 2006

Guantánamo, la Suprema Corte y la campaña de guerra y represión de Bush

Guantánamo, el campamento de detención militar, ha albergado a cientos de presos por años, sin cargos, y los ha sometido a tortura e interrogatorios brutales. Es una especie de “hoyo negro” jurídico, pues Bush y Cía dicen que las únicas leyes que se aplican a estos presos son las que ellos digan, y que para eso tiene “poderes de guerra”. Por ejemplo, han organizado tribunales (o comisiones) militares para juzgar a algunos presos, que en esencia son farsas que condenan al acusado sin estar presente ni ver las “pruebas”, y aceptan declaraciones extraídas bajo tortura.

Redefinición de Ginebra

Veamos otro ejemplo descarado del desprecio completo del gobierno de Bush a la verdad: Tony Snow, vocero de la Casa Blanca, dijo algunos días después del fallo de la Suprema Corte que “los manuales de entrenamiento del Departamento de Defensa ya cumplen las estipulaciones sobre tratamiento humanitario del Artículo 3 de los Convenios de Ginebra” (Associated Press, 11 de julio). En enero de 2002, mucha gente se enteró del infame memorando de Alberto Gonzales (que era abogado de la Casa Blanca) a George Bush (ver “Partidario de la tortura será secretario de Justicia” en revcom.us). Gonzales dijo que la situación mundial requiere “una nueva clase de guerra” y que pasando por alto el derecho internacional el presidente podría “conservar su flexibilidad”. Concluyó: “A mi parecer, con este nuevo paradigma resultan obsoletas las fuertes limitaciones de Ginebra sobre los interrogatorios a presos enemigos y varias de sus estipulaciones”.

El 29 de junio, la Suprema Corte falló en el caso de Hamdan vs Rumsfeld que “la comisión militar que lo juzgó no tiene poderes para procesar a Hamdan porque su estructura y procedimientos violan el [Código Unitario de Justicia Militar, o UCMJ por sus iniciales en inglés] y los Convenios de Ginebra”. (Salim Ahmed Hamdan, un yemení, fue capturado durante la invasión de Afganistán de 2001, llevado a Guantánamo y acusado de “conspiración para cometer terrorismo”). El UCMJ son las leyes de las fuerzas armadas estadounidenses que rigen los tribunales militares, y los Convenios de Ginebra son las leyes internacionales que rigen los conflictos militares y el tratamiento de presos.

Ante todo, hay que dejar en claro una cosa sobre el fallo de la Suprema Corte: NO contradice encerrar indefinidamente en Guantánamo y otras cárceles del mundo a “terroristas” y “combatientes enemigos”. Bush dijo que la Suprema Corte “endosó” a Guantánamo: “[La Suprema Corte] no dijo que no hemos debido haber hecho…, que no hemos debido haber tomado esa decisión. No dijo nada sobre si Guantánamo…, sobre si debiéramos haber usado Guantánamo. O sea, aceptó que se usara Guantánamo, que es la decisión que tomé yo”.

El secretario de Justicia, Alberto Gonzales, dijo algo similar unos días antes: que la Suprema Corte no dijo que “no podíamos detener indefinidamente a combatientes enemigos durante las hostilidades; es algo que la Corte dijo que podíamos hacer… Aún disponemos de ese camino”.

El fallo deja ver que la clase dominante estadounidense y el gobierno de Bush creen que es necesario atenuar los daños políticos que han causado las denuncias de los atropellos en Guantánamo. Un artículo del New York Times (14 de julio) cita al senador republicano de peso John McCain sobre este problema: “En el mundo, se está manchando la imagen de Estados Unidos”. En los primeros días de este mes, tres presos de Guantánamo se suicidaron y docenas han tratado de suicidarse. Los presos organizaron una huelga de hambre. Los que han salido de Guantánamo dicen que sufrieron horrendos abusos a manos de las fuerzas armadas estadounidenses. Como dijo el columnista del New York Times Bob Herbert (13 de julio): “Los golpearon, los sometieron a humillaciones sexuales, les negaron servicios médicos, los privaron de sueño durante días y semanas, los tuvieron aislados más de un año y los torturaron”.

Pero, de nuevo, hablemos en claro: eso NO quiere decir que el gobierno y las fuerzas armadas suspenderán el trato infrahumano y otorgarán derechos básicos en Guantánamo y otras cárceles militares. La Suprema Corte remitió al Congreso el problema de qué clase de juicios organizar en Guantánamo. Parece que hay dos posibilidades. Primero, aprobar una versión de las actuales comisiones militares con “leves retoques” (según Daniel Dell’Orto, un importante abogado del Pentágono), con una redefinición orwelliana de los Convenios de Ginebra. Como dijo el New York Times: “Los abogados del gobierno instaron al Congreso a definir restringidamente qué derechos tendrán los detenidos según las estipulaciones de los Convenios de Ginebra” (“White House Prods Congress to Curb Detainee Rights”, 13 de julio).

La segunda opción es montar un sistema de consejos militares bajo el UCMJ para los presos de Guantánamo, con “leves retoques”, que serían semejantes a los tribunales militares que montó Bush.

De todos modos, el propósito del gobierno es decir unas cuantas frases bonitas sobre el cumplimiento de los Convenios de Ginebra y “el respeto a los derechos”, y continuar con Guantánamo y la cruzada de guerra y represión.

¿Y los demócratas? Cuando Bush montó el centro de detención en Guantánamo, NO se le opusieron. NO han montado oposición, a pesar de las denuncias de tortura y la negación de los derechos de los presos, y APOYARÁN el arreglo que fragüen Bush y los republicanos en el Congreso. El 2 de julio, el senador demócrata Chuck Schumer dijo en los noticieros: “Si [Bush] hubiera presentado este asunto ante el Congreso hace unos años, le habríamos dado lo que quería”. Eso deja entrever una verdad “inconveniente”, pero esencial: los demócratas son un partido de la clase dominante que ve las cosas desde la perspectiva de los intereses de clase de los imperialistas. Por lo tanto, han aceptado la “guerra contra el terrorismo” y lo que abarca, como la tortura y la detención sin juicio.


 

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