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El Mundo no Puede Esperar organiza a las personas que viven en Estados Unidos para repudiar y parar el rumbo fascista iniciado durante el régimen de Bush y evidenciado en las ocupaciones asesinas, injustas e ilegítimas de Irak y Afganistán; la “guerra de terror” global de tortura, rendición extraordinaria y espionaje; y la cultura de discriminación, intolerancia y avaricia. A ese rumbo no le darán marcha atrás los líderes que nos instan a buscar puntos en común con fascistas, fanáticos religiosos e imperio. Solo es posible si la población forja una comunidad de resistencia –un movimiento independiente de grandes cantidades de personas—que, actuando en pro de los intereses de la humanidad, pone fin a dichos crímenes y demanda que se procese a los responsables por ellos.



Del directora nacional de El Mundo No Puede Esperar

Debra Sweet


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Gente 'ilegal'

Rubén Hernández León

Maestro e investigador de temas migratorios de UCLA

ruben@soc.ucla.edu

13 de octubre, 2008

En momentos en que el gobierno federal ha arreciado sus redadas en las comunidades inmigrantes, vale la pena echarle un ojo a una obra de reciente publicación que nos ayuda a entender la situación desde la perspectiva de sus víctimas. Se trata del libro Gente Ilegal: Cómo la Globalización Crea Migración y Criminaliza a los Inmigrantes (Illegal People: How Globalization Creates Migration and Criminalizes Immigrants, su título en inglés) de David Bacon, conocido fotógrafo, periodista y defensor de los derechos de los inmigrantes. Cabe apuntar de entrada que Bacon usa la palabra 'ilegal' en sentido figurado. Él, al igual que el movimiento pro inmigrante de este país, no cree que haya inmigrantes 'ilegales' sino políticas gubernamentales que producen gente en situación de clandestinidad e irregularidad migratoria.

Por varias décadas ya, Bacon se ha dedicado a documentar con la palabra y la imagen, las condiciones económicas y las luchas políticas y sociales de grupos marginados y explotados en Estados Unidos y América Latina: trabajadores industriales y agrícolas, indígenas y mujeres. Primero como organizador comunitario y sindical y luego como periodista, Bacon ha hecho suya la causa por los derechos y la legalización de los inmigrantes en este país y alrededor del mundo.

En Gente Ilegal, Bacon nos ayuda a entender el acoso actual que viven las comunidades inmigrantes a manos de los agentes de la migra. En efecto, las páginas de este diario han informado de redadas cotidianas de lado a lado de la Unión Americana, de California hasta Alabama y Mississippi. Sobra decir que no hay nada nuevo en ello. Pero ahora parece ser que el gobierno federal, encabezado por su Departamento de Seguridad Interna (DHS, por sus siglas en inglés), se ha propuesto atrapar a los inmigrantes indocumentados no sólo en la frontera sino en el interior del país. La explicación que normalmente nos proporcionan los medios de comunicación es casi siempre una repetición medio digerida de los boletines de prensa de la migra. Según éstos, los agentes de lo que antes era el INS y ahora es el ICE, andan tras inmigrantes con antecedentes criminales y personas que no han obedecido sus órdenes de deportación.

Pero la verdad es que cada vez un mayor número de redadas se dirige a los centros de trabajo, como fábricas, hoteles y restaurantes. Así las cosas, David Bacon nos recuerda que las redadas son y ha sido desde siempre una forma de intimidar y controlar a los inmigrantes en tanto que trabajadores. No es casualidad entonces que las redadas a los centros de trabajo se den frecuentemente cuando los inmigrantes están en proceso de organizarse y formar sindicatos para defender sus derechos laborales. Los administradores de estas empresas saben que pueden utilizar el estatus legal de sus trabajadores para amedrentarlos y disuadirlos de sus esfuerzos organizativos y a lo largo de las décadas no se han tentado el corazón. Bacon también nos recuerda que ahora los patronos cuentan con una herramienta adicional para debilitar los intentos de sindicalización de los inmigrantes: las cartas que envía la Administración de la Seguridad Social a individuos y negocios para reconciliar el nombre del empleado con su número seguro social. Aunque por ley estas misivas no deben usarse para despedir trabajadores, los jefes de personal las utilizan para deshacerse de empleados que reclaman sus derechos.

Estas 'herramientas' que criminalizan a los inmigrantes y que les impiden luchar efectivamente por mejores condiciones laborales, son también un obstáculo para que formen alianzas con grupos de trabajadores nativos, víctimas también del prejuicio y la exclusión, como los negros y los inmigrantes ya legalizados provenientes de otros países. Es por eso que la fórmula que sugiere Bacon como solución a estos dilemas no son programas de trabajadores huéspedes, como el extinto Programa Bracero, ni los actuales programas de visas temporales H1-B y H2-B, que lo único que hacen es atar al trabajador a un empleador (con los abusos de siempre), sin importar su origen o sus destrezas ocupacionales.

Lo que David Bacon propone es que se extiendan a los trabajadores indocumentados todos los derechos de residencia con los que cuentan los habitantes de este país.

Esto no sólo acabaría con la vulnerabilidad que les impide a muchos trabajadores reclamar sus derechos laborales, sino que eliminaría de tajo el uso que muchos empleadores hacen de la llamada 'ilegalidad' para debilitar los esfuerzos colectivos por mejorar salarios y prestaciones.

Esto llevaría a igualar las condiciones de vida de millones de asalariados hacia el común denominador más alto y no al más bajo. Sin gente 'ilegal' mejorarían no sólo unos cuantos, sino esta sociedad en su conjunto.


 

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