08-01-2009
Nueva Faluya desde el mar
Israel lanza armamento químico contra Gaza emulando a Estados
Unidos
Chris Floyd
Empire Burlesque
Traducido del inglés para Rebelión por Sinfo Fernández
Según ha informado el conservador diario Times de Londres, el ejército israelí está
utilizando proyectiles que contienen napalm y fósforo blanco en su feroz ataque
contra Gaza. El fósforo liberado por los proyectiles causa quemaduras mortales,
abrasando la carne hasta alcanzar el hueso.
Estas bestiales herramientas de terror son “legales” cuando se utilizan como
cortina de humo para enmascarar operaciones militares, pero su uso como arma
ofensiva es considerado crimen de guerra. Esta es una distinción bastante
esperpéntica cuando esos proyectiles se utilizan en zonas civiles densamente
pobladas ya que provocan explosiones que esparcen el fósforo en todas las
direcciones. Es decir, que se sabe que servirán para asesinar y mutilar a seres
inocentes de la manera más atroz y, no obstante y de todos modos, dan la orden
de emplearlas.
Los dirigentes estadounidenses ordenaron también el asesinato y mutilación de
civiles inocentes con armas químicas en el brutal asedio contra Faluya de finales de 2004 (entre otros muchos lugares).
Allí, además del extendido uso del “Willy Pete” en la ciudad –donde
decenas de miles de personas habían sido sitiadas después de que más de 300.000
hubieran tenido que huir de sus hogares-, las fuerzas estadounidenses arrojaron
asimismo cantidades masivas de munición de uranio empobrecido, explosivos termobáricos y gasolina en gelatina. El
Pentágono declaró la ciudad como zona libre de ataque, dando carta blanca a los
soldados para disparar y matar a todo lo que se moviera.
Faluya fue una nueva Guernica del siglo XXI, un crimen abominable que debería
haber avergonzado al país durante generaciones, aunque los hechos pasaron
virtualmente desapercibidos para la prensa y público estadounidense, excepto que
durante un par de semanas emergieron un montón de historias sobre la gran
victoria militar junto al ocasional seguimiento de los papagayos empotrados de
los poderosos contándonos lo fenomenal que era la vida en la ciudad en aquellos
días, mientras EEUU la ayudaba a salir de las cenizas de la destrucción
causada por ellos mismos. (Pueden leer informes similares en la servil prensa
rusa sobre el “nuevo florecimiento” de Grozny. Al parecer, los huesos de los
civiles asesinados resultan ser un excelente fertilizante).
Ahora le toca a Gaza recibir el tratamiento con armas químicas, como informó
el Times:
“Se cree que Israel utilizó bombas de fósforo blanco para cubrir su ataque
de ayer contra la densamente poblada Franja de Gaza. Ese armamento, que fue
utilizado por las fuerzas británicas y estadounidenses en Iraq, puede ocasionar
terribles quemaduras, pero no es ilegal si se usa para crear pantallas de humo.
Mientras las fuerzas israelíes tomaban por asalto las afueras de la ciudad
de Gaza y el número de palestinos muertos llegaba a 500, podía verse como estas
bombas esparcían gruesos tentáculos de humo blanco para cubrir el avance de los
soldados. “Estas explosiones son espectaculares y producen una gran cantidad de
humo que ciega al enemigo para que nuestras fuerzas puedan avanzar,” dijo un
experto en seguridad israelí. Las partículas incandescentes de fósforo blanco
pueden causar quemaduras muy graves a quienes encuentren a su paso, lo que
impide que posibles francotiradores y operadores de explosivos a control remoto
puedan actuar. Israel admitió haber utilizado fósforo blanco en la guerra contra
Líbano en 2006. El uso de este tipo de armamento en la Franja de Gaza, una de
las zonas más densamente pobladas del mundo, puede crear más controversia aún
sobre la ofensiva israelí, durante la cual han resultado ya heridos más de 2.300
palestinos”.
Mientras tanto, sobre el terreno, tras las cortinas de humo de las armas
químicas y la ausencia total de los medios, la maquinaria de matar prosigue su
marcha. Leemos en el Guardian:
Los palestinos afluían hacia el corazón de la Ciudad de Gaza en la
esperanza de poder refugiarse allí, pero se toparon con una desbordada crisis
humanitaria. La ONU dijo que todos los hospitales de la ciudad, al haber tenido
que atender a los cientos de heridos palestinos de los últimos días, llevaban
sin electricidad 48 horas y dependían totalmente de los generadores, que estaban
próximos a agotarse…
Mientras las fuerzas israelíes penetran en las ciudades de Beit Hanoun,
Beit Lahiya y Yabalia en el norte de Gaza, la cifra de muertos civiles
palestinos aumentaba con rapidez. Cinco civiles murieron el domingo cuando un
misil de la artillería israelí impactó contra Palestinian Square, un centro
comercial en el centro de la Ciudad de Gaza; cinco más fueron asesinados en el
exterior de una mezquita en el norte de Gaza. Entre los muertos figuraba también
a un paramédico palestino que trabajaba para una organización financiada por
Oxfam cuando una ambulancia fue alcanzada por el proyectil israelí en Beit
Lahiya. El hombre trabajaba para la Unión de Comités de Trabajo Sanitario. Otro
paramédico perdió el pie y el conductor de la ambulancia resultó herido en el
mismo incidente. Intentaban evacuar a un herido en la zona de Beit Lahiya,
cuando el proyectil alcanzó la ambulancia, según informó Oxfam.
John Prideaux-Brune, director de Oxfam para Israel y Palestina, desde
Palestina, declaró: “Los incidentes muestran de nuevo, una vez más, que
desencadenar una campaña militar en las densamente pobladas calles y callejones
de la Franja de Gaza no hará más que producir numerosas víctimas civiles”.
La ONG dijo que la ofensiva por tierra estaba impidiendo que pudieran
llegar a 1,5 millones de palestinos suministros necesitados urgentemente de
medicinas, alimentos, agua y fuel. Prideaux-Brune djo: “Los hospitales en Gaza
están saturados de muertos y heridos mientras se enfrentan a gravísimas
carencias de suministros esenciales médicos y piezas de repuesto”.
La historia señala que la población de Gaza supera el 1,5 millones de
habitantes –más de la mitad de ellos niños- hacinados en un área que es poco más
de dos veces el tamaño de Washington DC. Allí, uno de los ejércitos más
poderosos del mundo está atacándoles por tierra, mar y aire, con bombarderos,
misiles, artillería y armas químicas. El resultado es inevitable: una “tubería
de sangre”, como Gideon Levy señala en Haaretz (vía the Angry
Arab):
La legenda, a no ser que sea una historia auténtica, cuenta cómo el
difunto matemático, el Profesor Haim Hanani, pidió a sus estudiantes en el
Politécnico que prepararan un plan para construir una tubería que transportara
sangre de Haifa a Eilet. Los obedientes estudiantes hicieron lo que se les dijo.
Utilizando reglas logarítmicas, procedieron a diseñar una sofisticada tubería.
Planearon meticulosamente su trazado, teniendo en cuenta la topografía del
paisaje, el riesgo de corrosión, el diámetro de la tubería y calibraron la
corriente. Cuando presentaron el producto final, el profesor emitió su juicio:
Habéis suspendido. Ninguno de vosotros preguntó por qué necesitamos una tubería
de ese tipo, con que sangre la llenaríamos y, en primer lugar, por qué es
necesario que fluya.
Independientemente de si esta historia es una leyenda u ocurrió de verdad,
Israel está ahora perdiendo su propio test de la tubería de sangre. Como Israel
ha estado toda la semana ocupado con Gaza, nadie ha peguntado de quién es la
sangre que está derramándose y por qué se derrama. Todo está permitido, es
legítimo y justo. La voz moral de la contención, si es que ha existido alguna
vez, quedó atrás. Incluso aunque Israel fuera capaz de borrar Gaza de la faz de
la tierra, matando a decenas de miles en el proceso, como me propuso un peón
chechenio que trabajaba en Sderot, uno puede asumir que no habría muchas
protestas.
¿Qué han liquidado a Nizar Ghayan? Nadie habla de las veinte mujeres y
niños que perdieron su vida en el mismo ataque. ¿Qué ha habido una masacre de
docenas de oficiales durante su ceremonia de graduación en la academia de
policía? Es algo aceptable. ¿Cinco hermanas pequeñas? Permitido. ¿Qué los
palestinos están muriendo en los hospitales por falta de equipamiento médico?
Pelillos a la mar. ¿Qué sucedió en los no tan buenos y antiguos días de Salah
Shahadeh? Cuando le liquidamos en julio de 2002, también asesinamos a quince
mujeres y niños. Al menos en aquel momento, los reparos morales fueron, durante
un momento, dignos de tener en cuenta.
Ahora, aquí, yacen sus cuerpos, una fila tras otra, algunos de ellos
diminutos. Nuestros corazones se han endurecido y nuestros ojos se han vuelto
opacos. Todo Israel lleva trajes de faena, uniformes que son opacos y están
manchados de sangre y se nos permite perpetrar cualquier crimen. Incluso
nuestros principales intelectuales no hablan claro del pánico que hemos
sembrado. Amos Oz insta: “Que cese el fuego ya”. David Grossman escribe:
“Detengan el fuego”. Meir Shalev quiere una “operación de castigo”. Y ni una
sola palabra acerca de nuestra imagen moral, que ha quedado horriblemente
deformada.
El sufrimiento en el sur convierte todo en kosher, como si el atroz
sufrimiento de Gaza no fuera nada en comparación. Todo el mundo está hambriento
de venganza, y esa ansia se excusa en la necesidad de “disuasión”, aún después
de haberse probado ya que las matanzas y la destrucción en el Líbano no la
consiguieron…
Es dudoso que se consiga amilanar a Hamas como consecuencia de esta guerra
desdichada. Sin embargo, el rostro del estado aparece perfilado en su justa
medida, con elites civiles que son apáticas y temerosas. El “campo por la paz”,
si es que alguna vez existió, aparece puesto en su sitio. El Fiscal General
Menachem Mazuz autorizó el asesinato de Ghayan, sin que le importara el coste
del mismo. Haim Oron, el dirigente del “movimiento de la nueva izquierda”, apoyó
el lanzamiento de esta guerra demencial.
Nadie acude al rescate de Gaza, no queda ni un retazo de humanidad ni de
democracia en Israel. Los hombres de estado, los juristas, los poetas, los
escritores, la academia y los medios de comunicación se están arrojando de
cabeza al más negro de los abismos. Cuando llegue la hora de la verdad,
necesitaremos recordar el daño que esta guerra hizo a Israel: la tubería de
sangre que proyectó ha sido completada.
Nunca leerán nada ni remotamente parecido a esto en las páginas del New
York Times, ni de ningún otro de los “respetables” medios de comunicación
dominantes en EEUU. Pero pueden leerlo en Israel. Levy tiene razón: nadie acude
al rescate de Gaza: ni las Naciones Unidas, ni las doblegadas tiranías árabes
(lean el “Angry Arab” para conocer las más mordaces revelaciones acerca
de la cobardía y traición de todos esos regímenes), ni tampoco, ciertamente,
acerca del “De Repente Silencioso”. Ese que será, en unos cuantos días, el
presidente de los Estados Unidos. [Para más detalles acerca de ese silencio y
sus implicaciones, pueden ver el excelente artículo de Arthur Silber].
Enlace con texto original:
http://chris-floyd.com/component/content/article/3/
1672-fallujah-by-the-sea-aping-america-israel-unleashes-chemical-weapons-in-gaza.html/
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