Espero que los muertos sean de vuestras familias
De Ann Wright
"ESPERO QUE LOS MUERTOS SEAN DE VUESTRAS FAMILIAS". Esto es lo que les espetó
el diputado Dana Rohrabacker a los ciudadanos americanos que pusieron en tela de
juicio la política ilegal de entregas extraordinarias de la administración
Bush.
Las sesiones del congreso revelan el lado oculto de los diputados por los que
hemos votado - y a veces, este lado oculto carece de atractivo.
El 17 de abril pudimos asistir a la diatriba que el diputado Dana Rohrabacker
(elegido por California y miembro del Partido Republicano) lanzó contra los
miembros del Comité de Derechos Humanos del Parlamento Europeo que asistían en
calidad de invitados y testigos a la sesión del Subcomité para Europa del Comité
de Asuntos Exteriores (en sesión conjunta con el Subcomité para Organizaciones
Internacionales, Derechos Humanos y Vigilancia. N. del T.). El Comité de
Derechos Humanos del Parlamento Europeo publicó en enero de 2007 un informe en
el que critica duramente el programa de entregas extraordinarias de la
administración Bush: la detención, ya sea por la CIA o por la policía local, de
personas de cualquier nacionalidad que subsecuentemente son transportadas en
aviones de la CIA (conocidos como los "taxis de la tortura") a otros países en
los que se les encarcela (Egipto, Siria, Jordania, Libia, Djibouti, Marruecos,
Yemen). El informe critica también duramente a los gobiernos Europeos por haber
tolerado estos vuelos contrarios a derecho.
Entre 2001 y 2005, los gobiernos de catorce países europeos permitieron que
al menos 1245 vuelos de la CIA en los que se transportaba a presuntos
terroristas secuestrados ilegalmente cruzasen su espacio aéreo o hiciesen escala
en su territorio. A la cabeza en número de vuelos secretos permitidos se
encuentran Alemania, Gran Bretaña, Irlanda y Portugal. Además, hubo un número no
especificado de vuelos realizados por el ejército americano con el mismo
propósito.
El informe del Parlamento Europeo resalta la diferencia entre la extradición
legal de presuntos delincuentes para ser sometidos a juicio en otro país y el
secuestro ilegal de personas sospechosas de terrorismo para ser enviadas a un
país tercero, con frecuencia a uno del que se sabe que practica la tortura y
mantiene a los sospechosos en prisión durante años sin someterles a juicio.
El informe reconoce que el terrorismo es una amenaza tanto para los países
europeos como para los Estados Unidos. Pero el Comité del Parlamento Europeo
declara que, tanto en Europa como en los Estados Unidos, los actos de terrorismo
se deben tratar dentro de la legalidad. Citando al informe: "Tras el 11 de
Septiembre de 2001, en el marco de la denominada "guerra contra el terror" se
han cometido excesos que han supuesto una erosión de los derechos humanos y las
libertades fundamentales".
Las entregas extraordinarias socavan precisamente aquellas libertades que
pretendemos defender, el estado de derecho, el derecho a un juicio justo y
rápido, y el derecho a saber el motivo por el cual uno ha sido detenido y de qué
se le acusa.
Algunos de los secuestrados terminaron en Guantánamo. A otros se les
transportó a prisiones de otros países, en las que fueron sometidos a
interrogatorios y torturas. Muchos de aquellos a los que se les aplicó el
procedimiento de entrega extraordinaria todavía permanecen en Guantánamo. Muchos
llevan allí más de 5 años. De las 770 personas que fueron recluidas en
Guantánamo durante los 5 años que lleva funcionando, se ha liberado a más de
400. Sólo quedan 380. La Comisión Militar ha presentado cargos sólo contra tres
de los prisioneros, y sólo se ha juzgado a uno de ellos en Guantánamo. En marzo
de 2007, después de cinco años de reclusión, el ciudadano australiano David
Hicks fue declarado culpable de apoyo al terrorismo y sentenciado a siete meses
de prisión que en este momento está cumpliendo en Australia. La administración
del presidente Bush ha declarado que sólo se va a juzgar a entre 50 y 70 de los
380 prisioneros que quedan en Guantánamo. Es decir, que sólo se va a juzgar a
entre 50 y 70 prisioneros de los 770 que allí estuvieron. El resto será puesto
finalmente en libertad por falta de cargos. Muchos de ellos habrán pasado en
prisión cinco años o más.
Casi todos los prisioneros liberados han declarado que fueron torturados
durante su detención en países como Siria, Uzbequistán, Egipto, Paquistán y
Afganistán. Algunos dicen haber sido torturados por la policía o por
interrogadores, otros dicen que mientras se les torturaba oyeron de fondo voces
de estadounidenses. No se imputó a nadie por ningún delito. No hubo ningún
juicio. Fueron raptados por la CIA o por las autoridades locales a petición de
los Estados Unidos, quien no presentó evidencia alguna de delito ni pidió la
extradición al país en que la persona en cuestión fue detenida. Tampoco hubo
ninguna instancia central de control que juzgase la pertinencia de escamotear a
una persona para entregarla a la jurisdicción de un país tercero con el fin de
ser interrogada. En muchas ocasiones se transfirió a personas simplemente con la
autorización de funcionarios de bajo rango de la CIA.
Retornemos a la sesión del congreso. Hecho un basilisco, el diputado
Rohrabacker atacó a los parlamentarios europeos, dos ingleses y un italiano, que
habían prestado testimonio ante el comité. En un tono y con unas declaraciones
que recordaban a Joe McCarty, Rohrabacker vilipendió y desautorizó el informe, y
reprendió, despreció y censuró a los parlamentarios. Rohrabacker dijo que la
mayor de los vuelos privados de la CIA que habían hecho escala en Europa
tuvieron por objetivo desplazar a agentes de la CIA a diferentes partes del
mundo y no transportar a prisioneros. Sin embargo, los diarios de a bordo de
esos 1245 vuelos los vinculan, basándose en la fecha y la localización, con el
desplazamiento de prisioneros concretos.
Rohrabacker arremetió contra todo el que se atreviese a cuestionar el derecho
que se arroga la administración Bush de hacer lo que le venga en gana, sea legal
o ilegal, para prevenir atentados terroristas, y declaró que cualquiera que no
apoyase la política de Bush estaba poniendo su país en manos de los terroristas.
En concreto, dijo que cualquier estadounidense que pusiese en tela de juicio las
rendiciones extraordinarias era anti-estadounidense.
Recurriendo a antecedentes históricos en los que otros países habían
secuestrado a individuos, Rohrabacker arguyó que Israel estuvo muy en su derecho
de secuestrar al oficial nazi Adolph Eichmann en Argentina, llevárselo a Israel
y ejecutarlo. Pero Rohrabacker se olvidó de mencionar el detalle de que Israel
juzgó a Eichmann, algo que no se ha hecho con ninguno de los que han sido objeto
de entregas extraordinarias. A continuación, Rohrabacker atacó en términos
despreciativos a la Comunidad Europea por haber abolido la pena de muerte
declarando que "ustedes, los de la Comunidad Europea, no tienen agallas para
hacer frente a los malvados y ejecutarlos. Eichmann merecía ser ejecutado, lo
mismo que hay que ejecutar a esos terroristas."
Rohrabacker no mencionó ni una sola vez el respeto a los derechos
fundamentales del individuo, el estado de derecho o el derecho a un juicio justo
para aquellos involucrados en el programa de entregas extraordinarias. Él daba
por supuesto que eran ya culpables por el simple hecho de haber sido
encarcelados y transferidos por los Estados Unidos.
Rohrabacker dijo que si los países europeos no cooperaban con los Estados
Unidos y apoyaban todos y cada uno de los deseos de la administración Bush
estaban condenando a muerte a sus ciudadanos por no aplicar métodos fuera de la
legalidad para encarcelar a los sospechosos de terrorismo. Al oír esta
declaración de Rohrabacker, muchos de los asistentes, entre los que se
encontraban miembros de las asociaciones "Codepink Women for Peace" (Código
rosa, mujeres por la paz) y "Veterans for Peace" (Veteranos por la paz), alzaron
la voz en un clamor general. En ese momento, y ante el estupor y el asombro de
todos los presentes en la sala de sesiones, Rohrbacker dirigió a todo el que
había expresado desagrado por sus declaraciones la siguiente frase: "Espero que
los muertos sean de vuestras familias cuando ocurra un atentado terrorista".
Llegados a este punto yo ya no aguantaba más a Rohrabacker. Me levanté y le
dije "no he estado sirviendo durante 29 años en el Ejército de los Estados
Unidos y 16 años en el cuerpo diplomático para ver cómo se pisotea el estado de
derecho y cómo se violan nuestras leyes. Las declaraciones de Rohrabacker son un
escándalo. ¡Cómo no nos va a odiar todo el mundo!"
El presidente Delahunt golpeó con el mazo para que me callase y hube de salir
de la sala de sesiones escoltado por la policía. No fui arrestado.
Tengo que admitir que en una cosa estoy más que de acuerdo con Rohrabacker:
"Nos odian". Pero él completó la frase diciendo: "Nos odian porque odian nuestra
modo de vida". Desgraciadamente muchos nos odian, sí, pero no precisamente por
nuestro modo de vida, sino por aquello que representan los argumentos y las
acciones de Rohrabacker y la administración Bush: acciones ilegales y contrarias
a derecho, la arrogancia de dar por sentado que Estados Unidos siempre tiene
razón y que todos los demás se equivocan, que los recursos del planeta están a
su disposición exclusiva y que tenemos el derecho de invadir y ocupar el país
que nos plazca.
Mientras no cambiemos el modo de actuación del poder ejecutivo y del congreso
así como nuestra actitud respecto a nuestra participación en la comunidad
internacional, el mundo seguirá preguntándose cuáles son los valores que
defiende Estados Unidos.
Sobre el autor: Ann Wright se jubiló con el grado de coronel después de 13
años de servicio activo en el ejército de los Estados Unidos y 16 en la reserva.
Tras 16 años en el cuerpo diplomático dimitió en marzo 2003 por su oposición a
la guerra de Irak. Estuvo destinada en Nicaragua, Granada, Somalia, Uzbequistán,
Kirguistán, Sierra Leon, Micronesia y Mongolia. Contribuyó a la reapertura la
Embajada de los Estados Unidos en Kabul, Afganistán, en diciembre de 2001.
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