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El Mundo no Puede Esperar organiza a las personas que viven en Estados Unidos para repudiar y parar el rumbo fascista iniciado durante el régimen de Bush y evidenciado en las ocupaciones asesinas, injustas e ilegítimas de Irak y Afganistán; la “guerra de terror” global de tortura, rendición extraordinaria y espionaje; y la cultura de discriminación, intolerancia y avaricia. A ese rumbo no le darán marcha atrás los líderes que nos instan a buscar puntos en común con fascistas, fanáticos religiosos e imperio. Solo es posible si la población forja una comunidad de resistencia –un movimiento independiente de grandes cantidades de personas—que, actuando en pro de los intereses de la humanidad, pone fin a dichos crímenes y demanda que se procese a los responsables por ellos.



Del directora nacional de El Mundo No Puede Esperar

Debra Sweet


Invitación a traducir al español
(Nuevo)
03-15-11

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Reclutamiento: ‘Joven latino, el ejército le llama’


Protestas como ésta de diciembre pasado, frente a un arsenal de la Guardia Nacional en Encino, critican el supuesto énfasis en el reclutamiento de latinos en escuelas por parte de las Fuerzas Armadas. Emilio Flores/La Opinión]


Los reclutadores de las Fuerzas Armadas ofrecen a los jóvenes hispanos becas, estudios y capacitación
Eileen Truax
eileen.truax@laopinion.com
20 de marzo de 2008

Todas las tardes al salir de la secundaria Roosevelt en el Este de Los Ángeles, decenas de jóvenes llegan al café Arctic Hotspot, un sitio en donde leen, estudian o revisan la información en internet. En las paredes hay pizarrones con anuncios y volantes anunciando eventos. Y sobre el mostrador, una pila de folletos invitándolos a enrolarse con los Marines.

"Mira, están por todas partes", dice indignado, pero sin sorprenderse, Carlos Montes, director del grupo Latinos Contra la Guerra (LAW). Esta agrupación conformada por activistas, profesores y estudiantes de la ciudad de Los Ángeles busca contrarrestar la actividad de los reclutadores entre estudiantes de los barrios hispanos que, dice, se han vuelto el objetivo favorito de las Fuerzas Armadas.


"Si te fijas en las estadísticas, más del 10% de los soldados que han muerto en Irak son latinos, pero ese porcentaje no es el que tenemos en universidades", señala David Cid, maestro de la escuela secundaria de El Sereno y organizador de Latinos Contra la Guerra.

"Si en Harvard hubiera también un 10% de latinos estaríamos hablando de igualdad, pero en este caso hay una clara discriminación: a los jóvenes latinos los reclutan para ir al Ejército en lugar de la universidad", apunta Cid.

Los jóvenes ven esta situación día a día. Los reclutadores se encuentran afuera de las escuelas y les hacen llamadas telefónicas, les hablan de oportunidades para ir a la universidad o para conseguir sumas de dinero que en otras circunstancias tal vez no obtendrían.

Ese fue el caso de Arturo Cambrón, de 24 años, quien tras ingresar al Ejército fue enviado a servir en Irak durante 13 meses. "Un reclutador habló con él y le dijo que el Ejército le daría educación, entrenamiento para que pudiera trabajar después, y que le iban a dar 20 mil dólares en bonos", relata su padre, don Arturo. "Él trabajaba en una bodega, no ganaba bien, y acababa de tener una hija, así que vio en esto la solución de su situación".

A raíz del ingreso de su hijo a la vida militar, don Arturo forma parte del grupo Military Families Speak Out, familias de militares en Irak que se oponen a la guerra. Su hijo, asegura, ha sido afectado emocional y físicamente por la guerra, pero aun así podría ser enviado nuevamente a Irak.

"Los latinos somos un blanco fácil. Ellos tienen una campaña que se enfoca exclusivamente en la comunidad latina porque saben que nuestros jóvenes tienen pocas oportunidades de educación y empleo", dice. "Saben qué botones tocar con su publicidad, pero nosotros sentimos que eso no es justo; los que están peleando son la gente más pobre, la clase obrera de nuestro país. No decimos que no recluten, pero pedimos que sean balanceados, que no presenten la vida en el Ejército como si todo fuera bonito y nunca pasara nada".

Nelson Hernández, joven de 17 años, vive una situación parecida. Después de dos períodos de servicio en Irak, su hermano Sergio, de 25 años, se encuentra por seis meses en una base en Kentucky para después salir a un tercera ronda. Nelson trabaja con LAW y habla con jóvenes para que tengan información completa sobre las prácticas de reclutamiento.


"Cuando llegó de Irak ya no era el mismo hermano que yo tenía", dice Nelson, quien duda que Sergio vaya a tener energía para ir a la universidad cuando deje el ejército.

En una ocasión, el propio Nelson fue contactado por un reclutador de la Marina mientras caminaba por un centro comercial de Montebello. "No se visten como militares, sino con ropa civil y tratan de hablar como uno de nosotros", explica el joven, reunido con otras personas de LAW en la cafetería donde los Marines dejan su propaganda.

Al ser cuestionado por este diario, Miguel Carrasco, portavoz del área de reclutamiento en Los Ángeles para los Marines, rechazó que este grupo tenga por objetivo a la comunidad hispana.


"Nosotros no nos centramos en áreas con base en criterios étnicos o de ingreso. Trabajamos por sectores y nuestros reclutadores visitan los sectores donde hay colegios comunitarios, obedeciendo a un criterio demográfico. Nuestro objetivo son los jóvenes, hombres y mujeres, entre los 17 y los 28 años de edad. Es posible que en ciertas áreas haya más prospectos que en otras,pero nunca lo hacemos con un criterio étnico", aseguró.

LAW busca que se reduzca en la medida de lo posible el trabajo militar con los jóvenes hispanos, con el fin de que éstos primero cuenten con una gama de opciones para su futuro y después decidan que quieren hacers.

Por lo pronto ya se han anotado una pequeña victoria: el año pasado ésta y otras organizaciones lograron que el Distrito Escolar Unificado de Los Ángeles (LAUSD) restringiera el acceso de los reclutadores miliares a los exámenes de aptitud de los jóvenes, para evitar que los militares busquen a quienes tienen habilidades en los campos de ingeniería o mecánica.

"Están gastando más en reclutamiento que en libros, y eso es injusto", asegura David Cid. "Hacen redadas para deportar a los padres, pero están reclutando a los hijos. Los padres y los maestros se han dado cuenta y están alertas; por eso tienen que entrar por la puerta de atrás".


 

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