Revolución #56, 13
de agosto 2006
Ataque contra el disentimiento académico llega a Madison, Wisconsin
Kevin Barrett, quien ha enseñado por 10 años Islam, literatura
africana y otras materias en la Universidad de Wisconsin en Madison, es el nuevo
blanco de los lobos derechistas que atacan el pensamiento crítico y el
disentimiento en los círculos académicos. La semana pasada, una carta del
representante estatal republicano Steve Nass firmada por 61 de 133 legisladores
(todos republicanos menos uno) al gobernador y a los directores de la
universidad urgió la cancelación del contrato de Barrett para dar un curso de un
semestre sobre “Islam: Religión y cultura”. Nass advirtió que si no despiden a
Barrett, los legisladores que firmaron la carta recortarán los fondos públicos
de la universidad.
Los dictadores del mundo académico han resuelto que Barrett, licenciado en
literatura inglesa y francesa de la Universidad San Francisco State, ganador de
una beca Fulbright y doctorado hace dos años en idiomas, literatura y folclor
africanos en la Universidad de Wisconsin, “no está calificado para enseñar”.
¿Por qué? O como el propio Barrett pregunta: “¿Por qué Wisconsin, tan liberal,
se enloquece por un profesor auxiliar que gana $8,000 al año y ni siquiera está
enseñando sus propios puntos de vista? Me esfuerzo por presentar ante los
estudiantes diversas interpretaciones”. Aparentemente, lo que descalifica a
Barrett como maestro es que no acepta la historia oficial de los sucesos del 11
de septiembre de 2001 y lo dijo en un programa radial. Barrett es cofundador de
la Alianza Musulmana-Judía-Cristiana por la Verdad sobre el 11 de Septiembre y
miembro de Académicos por la Verdad sobre el 11 de Septiembre. Barrett dijo:
“Para mí, después de estudiar los hechos por dos años y medio, la hipótesis más
probable es que se trata de un nuevo Pearl Harbor. Obra de gente del gobierno,
preparada por las agencias de espionaje, probablemente autorizada y dirigida por
el vicepresidente Cheney”.
Una semana del curso de Barrett sobre el Islam explorará “El 11 de septiembre
y la guerra contra el terror”. En una carta al New York Times Barrett
escribió: “En un curso de introducción sobre el Islam es completamente apropiado
dedicar una semana a la indagación de la estructura, la historia y la influencia
de la ‘guerra contra el terror’ tal como las perciben los musulmanes y los que
no son musulmanes. El hecho de que entre el 60% (según la encuesta Pew, mayo de
2006) y el 89% (según el canal al-Jazeera, octubre de 2003) de musulmanes y
televidentes de al-Jazeera piensa que lo de los ‘19 secuestradores árabes’ es
una mentira me parece interesante y que merece investigación y análisis
críticos. De igual manera, el hecho de que el 42% de los estadounidenses cree
que el Informe de la Comisión sobre el 11 de Septiembre es una pantalla (según
la encuesta Zogby, mayo de 2006) y que la mitad de los neoyorquinos piensa que
altos funcionarios del gobierno cometieron traición y conspiración para matar en
masa el 11 de septiembre de 2001 (Zogby, agosto de 2004) es algo que merece un
análisis crítico, tanto en el New York Times como en los círculos
académicos. Ya que hay una buena cantidad de críticos del Informe de la Comisión
que parecen tener argumentos razonables y citan pruebas que no se pueden
descartar a la ligera, es imprescindible estudiar sus afirmaciones a la luz del
examen crítico”.
Pero para Steve Nass y sus hermanos derechistas, el pensamiento crítico no se
debe aplicar a ciertas ideas y sucesos, y en particular no se debe aplicar a la
ortodoxia oficial sobre el 11 de septiembre. Y a los que lo hacen hay que
sacarlos de las universidades y no permitirles hablar en público. Hace más de un
año, Nass trató de impedir que Ward Churchill, un profesor de estudios étnicos
de la Universidad de Colorado, hablara en la Universidad de Wisconsin. Esto
sucedió en medio de una campaña nacional derechista contra los comentarios que
Churchill hizo después del 11 de septiembre. La Universidad de Colorado intentó
despedirlo por sus declaraciones políticas, pero después optó por formar un
comité de profesores que estudiara minuciosamente la obra de Churchill. A raíz
de las conclusiones del Comité es posible que lo despidan por una supuesta falta
de ética de investigación, aunque es un profesor con titularidad.
En una declaración que condena la caza de brujas contra Ward Churchill, 600
educadores universitarios dicen: “Piense lo que uno piense sobre las palabras
que escogió [Churchill], la única razón por la que lo están juzgando es porque
ha criticado desde un punto de vista radical la historia de Estados Unidos y la
política contemporánea tras los acontecimientos del 11 de septiembre de 2001.
Aparentemente, el 11 de septiembre es ahora la arena movediza de la vida
intelectual: se considera herejía examinar a fondo sus causas y cuestionar el
papel internacional de Estados Unidos; y a los que indagan se les puede callar,
expulsar del trabajo y poner en peligro” (énfasis nuestro). (http://www.defendcriticalthinking.org/)
Kevin Barrett es el último de los educadores que tiene que pagar por examinar
críticamente la historia oficial sobre el 11 de septiembre.
Barrett también ha recibido amenazas de la TV. En una carta del 18 de julio
dirigida al dueño del canal Fox, Rupert Murdoch, Barrett dice: “Me he enterado
de que uno de sus presentadores, Bill O’Reilly, ha dicho que le gustaría que me
maten y me tiren al puerto de Boston”. En el programa del 11 de julio, O’Reilly
criticó a los directores de la Universidad de Wisconsin: “Si fuera la
Universidad de Boston, mi antigua universidad, hubieran echado a ese tipo en un
dos por tres… Estaría flotando en el río Charles, rumbo al puerto”.
La respuesta inmediata de los directores de la universidad ante estos ataques
reaccionarios fue someter a Barrett a una investigación de 10 días. El 1º de
agosto, el New York Times publicó que el rector de la universidad,
Patrick V. Farrell, dijo que “la universidad no se enfocará en las opiniones
políticas del Sr. Barrett, sino en la experiencia pedagógica en la clase. Quiero
evitar, en la medida posible, dar la impresión de que es una prueba política
para los instructores o el profesorado, que solo los que piensan según un molde
predeterminado son aptos para enseñar a nuestros estudiantes. Eso establecería
un precedente peligroso”. Sin embargo, el mismo artículo informa que el director
de la universidad, John D. Wiley, dijo: “Unos representantes de la
administración le pondrán atención y se reunirán con él durante el semestre. ‘No
andamos interrogando a todos nuestros instructores para ver qué piensan’”. No,
pero aparentemente lo que les espera a quienes poderosas fuerzas derechistas del
gobierno y la máquina republicana ataquen por sus posiciones políticas es un
escrutinio minucioso de sus clases. También tendrán que valerse por sí mismos
ante amenazas de tipos como Bill O’Reilly.
El artículo del New York Times informa que varios estudiantes de la
Universidad de Wisconsin dijeron que “piensan que un aspecto importante de la
educación es aprender una variedad de teorías, inclusive radicales, antes de
formarse una opinión”. Un estudiante dijo: “El estudiante es el que tiene que
decidir si le cree o no al profesor. El que haya expresado sus ideas en un
programa radial no quiere decir que va a enseñar eso en el curso”. Otro dijo:
“Una universidad pública conocida por fomentar el debate académico debe aplaudir
la discusión franca. Si eso no se da en una escuela como esta, no sé dónde se va
a dar”. Otra estudiante dijo que ella no cree “que el gobierno sea responsable
de los sucesos del 11 de septiembre”, pero que “hoy sabemos muchas cosas
importantes que inicialmente se consideraron radicales”.
Esa es precisamente la manera de pensar que gente poderosa, dentro y fuera
del gobierno, quiere sofocar. El plan de la clase dominante, para este país y el
mundo entero, no aguanta un examen crítico ni la búsqueda racional de la verdad.
Por eso quieren cambiar la definición de verdad y de cómo llegar a ella. Por eso
también quieren prohibir el pensamiento crítico y el disentimiento que ponen en
tela de juicio las razones inmediatas del 11 de septiembre y las realidades
mucho más básicas sobre la historia de Estados Unidos y su papel y ambiciones
hoy en día en el mundo.
El ataque a Kevin Barrett una vez más nos hace ver lo urgente que es que en
todas las escuelas del país surja un movimiento, de educadores y estudiantes,
que confronte los ataques contra el pensamiento crítico, como parte de refutar
la dirección en que llevan a este país y al mundo entero quienes se encuentran
en el núcleo del poder.
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